Enfrentarse a un holocausto zombi nunca es fácil, y menos en una isla vacacional. Tras jugar a las primeras horas, os ofrecemos 10 cosas a tener en cuenta en la nueva obra de Techland.
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Dead Island es un juego que cuenta con una trayectoria mucho más extensa de lo que cabría esperarse de primeras. El juego de Techland iba a llegar al mercado ya en el año 2008 y muchos lo recuerdan por ser, prácticamente, uno de los primeros anuncios de esta generación, así como uno de los títulos de terror más esperados de la época. Sin embargo, Dead Island no solo se retrasó, sino que desapareció del mapa dejándonos con un puñado de imágenes que poco o nada decían de lo que debería ser el juego. Tampoco se habló nunca de cancelación, pero los años pasaban y la producción quedó en el olvido. Hasta que a principios de este año, un tráiler apareció de la nada demostrando que el juego estaba vivo y que su lanzamiento estaba más cerca de lo que parecía.
Lejos de querer volver a entrar en el muy manido debate sobre ese tráiler, con el que a día de hoy muchos usuarios asocian el juego por defecto (aún a pesar de no haber sido ni tan siquiera obra de Techland ni mostrar nada del propio producto, sino convirtiéndose más bien en un corto), lo que hoy os ofrecemos es un vistazo a algunos aspectos claves de lo que es el juego en sí mismo, con el que ya hemos podido pasar varias horas. Una terrorífica obra de acción basada en la supervivencia, en la que hasta el enfrentamiento más inocente puede costarnos la vida. Todavía son muchas las preguntas sobre hasta dónde llegará el potencial de la versión final de Dead Island, pero esta larga toma de control nos permite conocer un poco más sus secretos.
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A nivel muy básico, durante la noche se ha expandido una infección (destacar la curiosidad de que durante el juego se los llama infectados, no zombis) que ha convertido a casi toda la población de la isla en criaturas sedientas de sangre y ansiosas por desgarrar las entrañas de los demás. Entre los pocos supervivientes que se van congregando en un refugio en la playa nos encontramos nosotros, que por algún motivo todavía desconocido somos inmunes a la infección por mucho que nos muerdan. Con la ayuda de un misterioso mecenas que se comunica por radio ofreciendo su ayuda y que, según parece, controla toda la isla, nuestro objetivo será ir buscando nuevos refugios seguros para los supervivientes y defenderlos mientras encontramos un modo de salir de la isla. Eso sin olvidar las grabaciones que nos irán desvelando más detalles de la historia que no se ve
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Con el paso de las horas nos iremos acostumbrando a distinguir los puntos fuertes y débiles de cada infectado a primera vista y desde una posición segura, de tal modo que podremos desarrollar estrategias adaptadas a las particularidades de cada uno sin poner en juego nuestra propia salud. Esto será fundamental si queremos tener alguna opción de supervivencia, sobre todo porque no serán pocas las ocasiones en las que los infectados están bloqueándonos el paso a un camino o edificio que es necesario para nuestra misión, obligándonos irrevocablemente a buscar el enfrentamiento. Y aunque la opción de RPG de dedicarnos a subir de nivel eliminando a criaturas más débiles es válida, no será suficiente de cara al combate contra los seres más poderosos.
Son dos ejemplos muy claros de que estos supervivientes no siempre están pensados para ser útiles; en el caso del primero, la ayuda está en nuestras manos y nos reporta un beneficio, pero en el segundo ejemplo no podemos hacer nada por un hombre que está roto ante la locura que se está viviendo y lo que se ha visto obligado a hacer con sus propias manos, salvo escuchar su relato entre lágrimas. Serán muchas las historias similares que iremos viendo a lo largo de la isla, un pequeño reflejo de la gravedad de la situación y de cómo está afectando a personas muy distintas. Algo que también veremos en nuestro grupo de refugiados, algunos muy activos y preparando todo tipo de defensas e ideas, mientras que otros se quedan en un rincón del refugio llorando y gritando en pleno ataque de pánico. De todos modos, no todos los humanos serán amistosos
Es ahí donde entran las mesas de trabajo en las que podremos reparar armas (algo que será fundamental para las armas que más nos gusten, las más difíciles de encontrar o, simplemente, las que mejor rendimiento nos dan) o incluso improvisar nuestro propio arsenal introduciendo mejoras. Por ejemplo, si tenemos a la chica especialista en armas cortantes, mejorar su cuchillo será una muy buena idea, ya que es su arma básica y suele ser muy poco funcional en su nivel básico. Claro está, las reparaciones y mejoras son costosas, tanto de dinero como de materiales, por lo que no nos lo podremos permitir tan a menudo como nos gustaría y no nos arregla el problema de carencia de munición. También podremos coger objetos del escenario, como botes de gasolina o bombonas de gas, para lanzarlas y que exploten si las lanzamos bien, claro está.
Una vez destrozadas las vacaciones idílicas y todo se ha convertido en una grotesca y sangrienta lucha por la supervivencia, Dead Island se convierte en un RPG de acción que, por momentos, recuerda a Borderlands pero que, en general, presenta sus propias ideas y conceptos para explotarlos siempre que puede. Así pues, nuestras nuevas y sangrientas vacaciones se convierten en un combate constante contra oleadas de infectados, a los que deberemos eliminar del modo que podamos y con abundantes logros que nos premian por realizar diversas masacres. Eso sí, si el panorama nos tiene muy mala pinta, siempre podremos recurrir al modo cooperativo y disfrutar de la aventura junto con hasta 3 amigos más para que no sea tan duro afrontar las secciones más atestadas de infestados que nos podremos encontrar por la isla.