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Split / Second: Velocity

Split / Second: Velocity

A toda máquina

El virtuosismo arcade que ha definido el catálogo de PlayStation Portable se niega a abandonar las fauces de la portátil. Prueba de ello, el lanzamiento de un Split/Second que aparece tarde, pero llevando por bandera los mismos detalles que lucieron en su día sus hermanos mayores, especialmente en concepto de despliegue técnico. Es una lástima que la parte jugable no se corresponda con el buen trabajo que ha conseguido obtener Black Rock Studio en el resto de aspectos de este UMD.

Split/Second fue uno de los títulos que amenizaron el panorama jugable de conducción el año pasado, en una dura rivalidad con Blur, otro título de similar propuesta que finalmente se llevaría el gato al agua en lo que a ventas se refiere. Sendos títulos fueron abrazados por la prensa especializada como buenos exponentes de la rama arcade del género, centrada en potenciar la espectacularidad de distintas explosiones y circunstancias de diversa índole con la mirada puesta en el multijugador, ya fuese a través de internet o loca. Esta obra cuenta con la suerte de haber sido apadrinada por Disney, lo que le ha garantizado cierta solvencia económica, amén de un escaparate mediático significativo, aspecto casi tan importante como el desarrollo propiamente dicho del juego.

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Tras debutar en consolas de sobremesa, Split/Second: Velocity prueba suerte en PlayStation Portable. Lo hace varios meses después del nacimiento de la licencia, aunque gracias a ello se ha mejorado notablemente (en palabras de Sumo Entertainment, los encargados de esta edición) la parte técnica del UMD. El título sigue, a grandes rasgos, la temática de sus hermanos mayores, tanto en espectacularidad como en el número de modalidades de juego o de disciplinas para demostrar quién es el corredor más ágil y rápido dentro de cada uno de los más de veinte circuitos que se ponen a disposición del usuario.

La disposición de Split/Second sigue la de sus homónimos de sobremesa, siguiendo la esencia que puso de moda Mario Kart y que todavía sigue dando guerra en las listas de ventas de las consolas de Nintendo. Esta disposición de la que hablamos consiste en la obtención de energía a través de la cual los usuarios posibilitan el uso de ataques especiales con los que apartan a sus contrincantes, literalmente, del circuito. Para ello se ha de seguir una pauta marcada con anterioridad al comienzo de la carrera, generalmente impuesta en función de los requisitos que se han de superar en cada prueba. Mucho antes de sumergirnos en escoger un circuito o en dominar el sistema de control, es menester escoger un bólido y ponerlo a prueba en el escenario de marras.

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Dímelo en el circuito
Split/Second sigue la tendencia impuesta por los abanderados del género de conducción-arcade que han aparecido en los últimos tiempos. Aquí prima conseguir el primer puesto por encima del respeto a las leyes viales de circulación (tan de moda en nuestros días). Además, para hacerlo debemos emplearnos a fondo en mejorar el pilotaje del coche que manejamos, ya sea derrapando, manteniéndonos a rebufo del coche que se encuentra justo delante del nuestro o protagonizando saltos imposibles que aumentan notoriamente la cantidad de energía que aparece señalada en el HUB del automóvil. Una vez activa, el jugador puede entorpecer el camino de los adversarios destruyendo determinadas estructuras del mapeado.

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Con esto se consigue una doble impresión: espectacularidad y dinamismo. Parte implicada en este potenciador de emociones reside en la espectacular puesta en escena de la parte gráfica, técnica en general, con escenas generadas por ordenador que contribuyen a mejorar la impresión de que estamos visionando un concurso televisivo. Cada uno de los doce capítulos en los que se divide el modo de juego principal ofrece una nueva perspectiva a la conducción, ya sea en concepto de añadir nuevas modalidades de afrontar la partida o mediante la presencia de circuitos más complejos y enrevesados. Aunque son variopintos en cuanto a número y diseño, lo cierto es que se echa en falta algo más de variedad en este sentido, ya que pronto habremos aprendido el trazado idóneo por la cantidad de veces que hemos de repetir un mismo circuito en distintas pruebas.


Precisamente aquí reside el hándicap más importante de la versión portátil de Split/Second, dado que la monotonía aborda al usuario a media partida por la nociva obsesión de repetir una y otra vez la misma modalidad de juego con el fin de ampliar la vida útil del título. Esto es una moneda de doble cara: por un lado el número de circuitos y modalidades son significativos, pero por el otro la constante repetición de una misma mecánica produce, inevitablemente, la sensación de repetir sin sentido una misma prueba. Padece Split/Second en este sentido del mal endémico de tantos otros juegos de conducción en PSP, que no parecen tomarse demasiado en serio el concepto evolutivo del usuario dentro de la partida. Un videojuego ha de suponer un reto, una superación, algo que aquí brilla por su ausencia.

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No es, en cualquier caso, un problema que deba pasar factura a ojos de aquellos jugadores que esperan vivir una experiencia interesante con el contenido del UMD. Existe un modo principal que se sustenta de un amplio abanico de modalidades, alguna exclusiva de esta edición. Así, no es extraño vernos las caras con un helicóptero obcecado en lanzar proyectiles que hemos de evitar para complementar un combo, o pisando a fondo el acelerador para evitar ser eliminados en la prueba ‘Superación'. Cada modalidad (existe más de una decena, entre las que encontramos Detonador, Carrera, Superación, Caza, Carrera Elite…) obliga a entender una serie de reglas a cumplimentar para obtener la victoria.

Cada victoria se suma con puntos que permiten desbloquear nuevas competiciones. Destaca la presencia de un modo ‘reto' al que acompaña la presencia de una serie de logros. Estos sólo se obtendrán al cumplir determinadas acciones dentro del circuito. Lo mismo sucede con la modalidad secreta que se desbloquea una vez superado el ecuador de la partida, rindiendo homenaje a los arcades de antaño que no permitían visualizar la totalidad de modos de juego a menos que se hubiese superado un determinado porcentaje del contenido. Hay que subrayar la importancia de contar con un motor gráfico en el que las ralentizaciones no existen, permitiendo así un despliegue visual único y ciertamente asombroso procediendo de una consola en la que hemos tenido que sufrir grandes contrastes en este sentido.

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Nótese el hecho de hablar de ‘contrastes' en un título de estas características a colación del pasado de PSP en cuanto a problemas de diversa índole se refiere. En esta ocasión, el usuario no se verá afectado por las indulgencias del sistema de control de la consola, sino del propio juego. La mecánica exige el uso de los reflejos en cuestión de segundos, concepto que no se ha cuidado todo lo que debiera. Es prácticamente imposible evitar un disparo lejano que requiera una reacción instantánea, aunque este hándicap viene impuesto por la naturaleza de la consola antes que por la noción de desarrollo que se ha empleado. De resto, el control se nutre de los conceptos clásicos del arcade: nulo realismo, comportamiento versátil, aunque destacable por su gran maniobrabilidad. Una lástima que no se pueda modificar la estética de los coches que obtenemos al ganar puntos después de superar pruebas.

Ausencias significativas
Hay una serie de ausencia que los jugadores más exigentes echaran en falta probablemente en la primera toma de contacto con el título. El más significativo de todos: la ausencia del modo online, que se antoja capital para mejorar la experiencia de juego. Sumo ha ignorado la opción de incluir esta modalidad por motivos que se desconocen, aunque empañan el buen hacer del título en el resto de apartados. En general no se trata solamente de la omisión de un online que permita disfrutar de las modalidades estándar entre varios jugadores, sino también de las carencias del multijugador local, que sólo permite un máximo de cuatro jugadores al unísono, con inexplicables problemas de ralentizaciones que no aparecen en los modos individuales.

Conclusión
Black Rock Studio ha sabido aprovechar su oportunidad para demostrar que la arquitectura de PlayStation Portable no es ningún secreto para ellos, algo que no tuvieron ocasión de probar en el caso del notable Pure que aparecía en el mercado de sobremesa hace tres años. Esta entrega sigue fielmente los principios de sus hermanos mayores, con la presencia de los mismos modos de juego y de una mecánica que poco o nada debe envidiar a la notable capacidad de divertimento de la que hace gala esta licencia recién estrenada. La idea no es original ni tampoco pretende inventar la rueda a estas alturas del partido, pero quizás a raíz de este desinterés en la parte creativa se potencia la mecánica jugable, idónea para echar unas carreras dónde y cuándo le venga en gana al usuario que se decida por la adquisición del título.

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No está exento de ciertos ‘peros' que han de ser tenidos en cuenta antes de lanzarse a la adquisición del título (notablemente superior, por cierto, a otras franquicias que se han acercado al género bajo la misma perspectiva), tal es el caso de las imprecisiones del sistema del control, que esta vez van más allá de los problemas de cámara o los derivados por el famoso stick analógico-o seta-. No hay rastro de los modos online, con lo que se merma uno de los apartados que podría haber sido estelar de haber sido incluido en esta edición. Con ello se lastra el dinamismo de las partidas, en parte también a causa de la ausencia de motivos para cambiar el estilo de juego, la monótona sensación de que siempre se suceden las mismas exploraciones, el mismo comportamiento por parte de la Inteligencia Artificial.

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Al margen de estos problemas secundarios -salvo por el online, primordial en un título de estas características-, Split/Second debería cubrir las necesidades de los aficionados al género durante una buena temporada, exactamente el tiempo que tarden en desgranar cada una de las modalidades de juego. Es una experiencia tremendamente divertida a la que le falta un retoque aquí y otro allá, pero que por suerte triunfa en su principal objetivo, que no podía ser otro que el divertimento garantizado. Es el título ideal para exprimir ese ‘otro' concepto portátil, que parece olvidado en la actualidad.

  • Conserva la esencia explosiva de sus hermanos mayores. 
  • Distintas modalidades, y por ende larga vida útil. 
  • Raya a gran altura tanto a nivel sonoro como visual.
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.