Mario vs. Donkey Kong: ¡Megalío en Minilandia!
De monos y fontaneros
Tan manido como es aquello de decir que el fontanero es pluriempleado y que se puede enfundar cualquier mono de trabajo, lo cierto es que Mario rellena el combustible de las consolas que apadrina con constantes apariciones en distintos géneros, habitualmente haciendo gala de un nivel de calidad cuando menos notable. La cuarta entrega de la franquicia Mario vs Donkey sigue los estandartes establecidos en el pasado con el añadido de nuevos puzles, mucho ingenio y el carisma de siempre. Un cartucho para aficionados que, sin novedades significativas, sigue en la línea triunfal de anteriores capítulos.
La otra' faceta de Mario nos descubre un universo completamente distinto del que suele ofrecer en sus apariciones estelares', aquellas que han marcado su carrera de manera exitosa y con un amplio reconocimiento obtenido por parte de la prensa especializada. La mascota de Nintendo ha aparecido en mil y un spin-offs en los que ha sabido combinar distintas disciplinas -deportivas, aventureras- con el peculiar sentido del humor que profesa la compañía afincada en Kyoto. Mario vs Donkey Kong retoma en cierto sentido la tradición del fontanero, poniendo en liza un planteamiento que aboga por la estrategia, el pensamiento y el ingenio, a mil kilómetros de distancia de los saltos imposibles con los que ha conquistado a medio mundo. El debut singular pronto se convertiría en una franquicia de reputado prestigio, acostumbrada a gozar de una recepción ejemplar por parte del binomio audiencia/crítica.
Cuarto capítulo de una serie en plena expansión, Mario vs Donkey Kong: ¡Megalío en Minilandia! emplea como telón de fondo la apertura de un parque de atracciones presidido por Mario en el que se desata la tragedia. El fontanero emplea como regalo de bienvenida una figura en miniatura de Pauline, la enamorada de Mario cuando se enfrenta a Donkey, que sólo será otorgada a los 100 primeros visitantes que hagan acto de presencia en el lugar. Donkey no acude a tiempo y, tras protagonizar su clásica escena gorilesca', decide raptar a la auténtica princesa ante el asombro de los presentes. Al héroe no le queda otra remedio que perseguir al gorila a través de distintos escenarios, todos parte de su parque de atracciones, en los que debe superar una serie de obstáculos en forma de mini-Mario. Sus réplicas de juguete serán las encargadas de sacar las castañas del fuego, como ya hiciesen tantas veces en el pasado.
La presentación, tan animada como entrañable, prescinde de enfatizar en detalles para limitase a presentar el planteamiento con pequeñas pinceladas, escasas pero suficientes para lograr que el usuario entienda el hilo argumental que presenta la obra. Nintendo no ha puesto especial énfasis en este aspecto, ni en esta ocasión ni en anteriores, por lo que no extraña la sutileza con la que se expone la trama. Secundaria a todas luces, sirve como excusa para presentar un universo compuesto de más de 80 niveles que de forma paulatina proponen mayor complejidad de ideas, toda vez que un aumento progresivo del nivel de exigencia que se ha de emplear en cada uno de los ocho escenarios que componen los ocho capítulos de los que figuran en el modo de juego principal.
Tratándose de una fórmula relativamente familiar, la pregunta más lógica a formularse pasa por cuestionar la cantidad de novedades que se hayan incluido, un aspecto en el que Nintendo no decepciona, aunque tampoco sorprende. Las réplicas de Mario no serán en esta ocasión las únicas protagonistas, sino que se suman las de Toad, Pauline e incluso del propio Donkey Kong, todas ellas necesitadas de la ayuda del usuario para alcanzar su meta. El stylus se convierte en la herramienta imprescindible del jugador, ya que a través de ella se controla absolutamente todo movimiento que tenga lugar en pantalla. La movilidad de los juguetes sigue siendo limitada: una vez puestas en marcha, es imposible variar su dirección. Sólo podremos guiarlas empleando los puntos estructurales con los que se posibilita la creación de puentes, entre otros objetos.
De plantearse en otras palabras, se diría que el esfuerzo del jugador se recompensa con divertidos minijuegos a los que es imposible acceder de otra manera. Para ello se ha de rellenar una hilera de recuadros que conforman el nombre de mini-Mario. Aunque el dato parece totalmente anecdótico, es sólo un ejemplo del carisma que desprende este título pese a la relativa ausencia de novedades significativas en la mecánica de juego. Tanto el estilo narrativo que se emplea para explicar el argumento como los pequeños guiños de Mario como el propio hecho de contar con una princesa que sigue bebiendo de la fuente primigenia que vio nacer al fontanero son detalles que subrayan una personalidad inherente que no desaparece pese al paso del tiempo.
En cualquier caso es evidente que el jugo de este cartucho se encuentra en su jugabilidad, si bien esto no implica que no se haya cuidado con esmero la presentación visual y sonora, dos apartados en los que Mario vs Donkey vuelve a brillar pese a la utilización de conceptos que, insistimos, necesitan un lavado de cara para no perder brillantez en futuras ediciones. El uso de resortes, cintas transportadoras, cañerías y demás estructuras logra aportar el necesario soplo de aire fresco que se requiere a cada nuevo capítulo, pero el nivel de dificultad se antoja, pese a su excelente curva de aprendizaje, un tanto inferior al previsto. Este hecho se pone de relieve en los enfrentamientos que Mario y compañía disputan ante Donkey, que apenas exigen el uso del ingenio pese a presentar facetas divertidas, de nuevo íntimamente relacionadas con el uso del stylus. Se agradece su inclusión, no obstante, ya que favorece a ampliar la variedad de contenido que ofrece el título. Del mismo modo, los polifacéticos shy-guys' se dejan ver, junto a otros enemigos, para entorpecer aún más si cabe nuestro camino.
A priori insignificante, un título de estas características se fortalece de manera significativa con la inclusión de un editor prácticamente ilimitado -mejorable, como todo-, con el que es posible retar a otros compañeros o simplemente dejar volar la imaginación. Además, Nintendo incluye adicionalmente una modalidad en la que reta a los jugadores a superar una serie de condiciones para crear nuevos mundos. No es precisamente la panacea del género, pero contribuye a ampliar la duración de la partida principal, así como a motivar a los jugadores que generalmente no prestan atención a este concepto para que adentren en el mundo del diseño, por así decirlo.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.