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Siglo XIII: La Sangre de Europa

Siglo XIII: La Sangre de Europa

Las heladas tierras del norte, en guerra.

Los chicos de Unicorn Games Studio vuelven a la carga con lo mejor que se les da, estrategia de batalla pura y dura que nos llevará a la fría frontera Rusa durante el Medievo.

En el 1162 después de Cristo, San Alexander Nevsky (era uno de esos santos que cuando estuvo en la tierra repartía a diestro y siniestro) más conocido como el Príncipe de Novgorod, y defensor a ultranza de las fronteras occidentales de la antigua Rusia, ya lleva algunos años muerto. La orden de los Caballeros Teutones se ha restablecido de su derrota sobre el lago helado de Peipus y ahora todas sus espadas señalan a la joya del norte de Rusia, Pskov. La nueva esperanza de esas tierras se llama Dovmont, Príncipe de Pskov. La lucha volverá a ser encarnizada sobre las frías tierras del norte.

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Con esta sugerente presentación se nos descubre el juego, donde nos uniremos al ejército del Príncipe. Unicorn Games Studio, los encargados del desarrollo ya habían narrado la historia de Alexander Nevsky en su anterior título Real Warfare : 1242 y que su siguiente juego fuera ponerse en la piel del Príncipe de Pskov, parecía un relevo totalmente natural  y algo previsible. Si bien la edad media no es un terreno desconocido para los juegos de estrategia en tiempo real, sí que los conflictos de la frontera Rusa y la historia sobre el Príncipe de Pskov aportan una cierta novedad, al menos en las formas que no en su conjunto.

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 Las comparaciones al ver por primera vez Siglo XIII: La sangre de Europa, son inevitables. A simple vista, el juego no dejaría de ser un clon de la famosísima serie de Creative Assembly, Total War, pero limitarse a eso sería algo bastante injusto. Si bien es cierto que un fan de Total War, a primera vista, puede sentirse decepcionado con Siglo XIII, por muchos motivos como por ejemplo por no existir mapa estratégico de Europa (o de la región) ni construir ciudades ni política de ningún tipo. Siglo XIII es un poco lo que queda si quitamos todas esas características y nos quedásemos con sólo las batallas (haciendo eso se puede uno imaginar lo grande que es un Total War).

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Pero decir que Siglo XIII se queda en simples batallitas sin ningún aliciente sería faltar a la verdad. Las batallas no son nada fáciles y suponen un reto para cualquier aficionado a la estrategia. Eso se traduce en muchas horas delante de nuestra pantalla diseñando la estrategia adecuada, y es que la IA de Siglo XIII es realmente digna de elogio.  Si te tomas la batalla a la ligera el juego te castiga sin piedad. La IA espera pacientemente como haría un experto general a que cometas un mínimo fallo y a la que flaqueas un poco te muerde en la yugular. Ver como algunas de tus unidades que se han quedado algo aisladas son masacradas sin piedad pero con sentido, o que tu flanco más débil es donde recibe  mayor castigo, te hace tomarte el asunto en serio.

Otra de las muestras de que se trata de batallas bien trabajadas, es la importancia que toma el terreno donde se desarrollan. Aquí es de vital importancia, al igual que en la vida real, el tener tus unidades en la cima de una colina, sobre todo si son arqueros. Es placentero ver que tus arqueros dirigen hacia la boca del lobo (normalmente tus caballeros escondidos en el bosque) a los enemigos que tratan de huir de tu lluvia de flechas. Los pantanos ralentizan la marcha de tus unidades y los ríos pueden ser baluartes defensivos o trampas insalvables. Todo el terreno tiene que ser tenido en cuenta en la batalla, porque tu enemigo lo tendrá y lo aplicará a su favor sin piedad.

El juego utiliza un interfaz que todos los amantes de Total War reconocerán y prácticamente no necesitarán tutorial para aprender sus opciones. Encontramos los famosos botones de avance de tiempo (ideal para impacientes), marcha, agrupación, ofensiva, aguantar posición, fuego a discreción, formación abierta o compacta entre otros muchos. Uno de los aspectos destacables es la cantidad de información que se ofrece de las unidades, de sus características básicas o dinámicas, tipo bajas, o si tus flancos están cubiertos o no, retaguardia o la habilidad de la unidad seleccionada.

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El modo campaña es relativamente corto, si no tenemos en cuenta las largas horas que nos puede costar derrotar a nuestro enemigo. Siglo XIII: La Sangre de Europa nos narra las crónicas del Príncipe de Pskov a través de ocho batallas o misiones. No podemos evitar tener la sensación de que se trata de un gran juego multijugador con un añadido en modo campaña que es más largo por su dificultad que por su extensión. Por otro lado, la curva de aprendizaje es bastante alta para un no iniciado en esto de la estrategia, pero seguro que agradará a los más expertos.

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El modo multijugador es sin duda uno de los puntos fuertes de Siglo XII: La Sangre de Europa.  Como comentábamos con anterioridad, el terreno influye mucho en nuestras tácticas con lo que en una partida contra un amigo resulta muy divertido cuando lucháis por un objetivo de fuerza. Nos permite crear partida en red, con o sin niebla de guerra (algo que también se puede activar o desactivar en el modo campaña para facilitar las cosas) y escoger uno de los 16 escenarios que te permite o si lo preferimos generar nuestro propio mapa aleatorio. También podemos crear una partida personalizada con las mismas opciones y posibilidad de limitar la batalla a un tiempo concreto. Otra opción es el multijugador online donde podremos unirnos a batallas creadas en la red y con la posibilidad de ser el espectador de algún combate sangriento. La posibilidad de escoger entre 24 naciones, desde mongoles a escoceses pasando por castellanos y más de 170 variaciones de unidades, promete tenernos un buen rato planeando estrategias.

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Gráficos
En el apartado gráfico Siglo XIII se queda algo corto para los estándares actuales en cuanto a estrategia se refiere. El escenario en general es aceptable sobre todo visto a lo lejos, pero si nos acercamos a nuestros hombres comprendemos enseguida que no se trata de un juego de alto presupuesto. Pese a buenos intentos por tratar de diferenciarlos, con cada unidad su emblema correspondiente, no dejamos de sentir que llevamos un ejército de soldados clonados. Pero las texturas y sombras se mezclan con demasiada frecuencia dando al producto en general un acabado un tanto pobre. Incluso en los movimientos de las tropas si los observamos de lejos se mueven a golpes, algo que se soluciona al acercar la cámara.

Mientras que en el apartado sonoro no hay mucho que destacar, tampoco encontramos un motivo de queja excepcional. Los sonidos de la batalla y ambientales ayudan a la inmersión, en todo caso como nos imaginamos que sería en la realidad, se echan de menos más gritos y forcejeos en la lucha hombre a hombre. Siguiendo la estela de cada uno de los juegos de estrategia en tiempo real, cada unidad te saluda cuando es seleccionada (se supone que el oficial de cada unidad). Hay que recordar que el juego está en español y subtitulado cuando el narrador habla en inglés.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.