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Trackmania

Trackmania

Creatividad sin frenos

La velocidad y la creatividad no están reñidas en Trackmania, el editor de circuitos por excelencia que se estrena en Wii. Vence en contrarreloj, construye con inteligencia en el modo puzle, sé extremadamente hábil con las plataformas, arrasa en multijugador pero sobre todo crea y comparte. Los loopings más increíbles y las curvas más inverosímiles te esperan en este juego.

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Trackmania es uno de esos juegos eternos que tiene una legión de aficionados detrás que impide que muera. Pocos títulos puede presumir de ello, hablamos de pesos pesados como Counter Strike o Starcraft. Por ello, verlo salir del PC hacia Wii es claramente una gran noticia para los poseedores de la consola, que cuentan con una conversión más que digna para dedicarle horas y horas diseñando circuitos. Esta entrega sigue el espíritu de la que tuvimos en Nintendo DS y, de hecho, es prácticamente un calco en cuanto a modos de juego y mecánica para progresar en individual. Por suerte, añade algo que no podía faltar: compartir nuestras creaciones por Internet con nuestros amigos.

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La experiencia para un jugador es bastante completa, contando con tres modos de juego bien distintos. El primero es el clásico e inigualable "Carrera". En él competimos contra el reloj en diferentes circuitos y con varios niveles de dificultad. Dependiendo del tiempo conseguido, obtenemos una medalla de bronce, plata u oro. Esto no sirve sólo para lucir en nuestro medallero particular, sino que es la llave para desbloquear los niveles posteriores, aunque afortunadamente no siempre hay que que conseguir la máxima puntuación para seguir progresando. Tenemos la opción de elegir contra qué fantasma queremos correr, cada uno de los cuales representan una de esas tres marcas. Una vez marcamos un tiempo, también aparece nuestro propio reflejo.

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El segundo modo se denomina puzle y sirve para poner a prueba nuestra habilidad como arquitectos. Por ello, para acceder a él es necesario haber creado y validado antes nuestro primer circuito. Se nos presentan diferentes pistas incompletas y nos dan un determinado número de bloques. Nuestra labor, obviamente, es cerrar el trazado, pero no basta con eso (lo que sería demasiado fácil). Una vez hemos acabado en el editor, pasamos de nuevo a ponernos al volante y se aplican las mismas reglas que en la contrarreloj, es decir, tres tiempos con tres medallas distintas esperándonos, de forma que hay que lograr el camino más óptimo con las pocas piezas que nos otorgan.

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Finalmente tenemos "Plataforma", que como su propio nombre indica está inspirado en el género por excelencia del fontanero Mario. Aquí no importa el tiempo, sino la habilidad, aunque lo hagamos con pausa. Lo cual, todo sea dicho, no siempre es posible, ya que para muchos saltos necesitaremos ir a gran velocidad. Los escenarios en este caso son más intrincados de lo normal y lograr avanzar sin caernos o chocarnos es una tarea titánica. Lo que se valora, en consecuencia, es el número de reintentos realizados, dado que si volcamos o nos quedamos fuera de la pista, es posible recolocarnos en un punto de control sumando una penalización.

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Si bien la duración del juego queda asegurada con tantas fases diferentes, hay algunos detalles del modo individual que no nos terminan de convencer. La dificultad es realmente endiablada ya incluso desde las primeras pruebas, lo que a algunos les encantará, pero probablemente a la mayoría les termine resultando frustrante. Hay que tener en cuenta que cada trazado es único y necesitamos aprendérnoslos al dedillo. Además, cuando el segundero corre, no hay espacio para fallar, cualquier mínimo choque y ya resulta casi imposible hacernos con la medalla de oro. La mecánica de prueba y error se termina haciendo agotadora y en ocasiones nos dan ganas de tirar el mando por la ventana. Por otro lado, los modos "Plataforma" y "Puzle" se nos antojan un tanto cortos con 21 niveles de cada uno de ellos, frente a los más de 100 disponibles en "Carrera".

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Técnicamente el juego es bastante correcto, aunque sin alardes. Lo bueno es que los circuitos son realmente grandes y están plagados de detalles, sufriendo muchas menos limitaciones que la versión de DS (como es lógico, por otra parte). El sonido, en cambio, nos invita a quitar el volumen de la tele y ponernos nuestra música favorita de fondo. Las melodías son bastante pesadas y repetitivas y el continuo rugido del motor no es que aporte mucho. Otro apartado en el que se roza el suspenso son las físicas, dado que hemos notado que determinados coches nos hacen algunos "extraños" y es demasiado fácil perder el control. Comparando cómo se comportan en las distintas entregas de PC, la reacción es mucho más exagerada, lo que aún aumenta más nuestra rabia repitiendo los desafíos.

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La joya de la corona de todo Trackmania que se precie es su editor y en Wii no podía ser menos. Para aquellos que no lo conozcan, hay que decir que en realidad es bastante simple: consiste en realizar un trazado uniendo distintas secciones, que se pueden girar y colocar a diferentes alturas. La gracia reside en que la variedad de piezas es más que suficiente para que podamos diseñar pistas de muchísimas formas diferentes y las miles de creaciones que se pueden descargar en Internet dan buena muestra de ello. Te puedes encontrar trazados absolutamente descomunales, imposibles y casi salidos de la mente de un loco, ¡y nos encanta!

El editor en Wii es muy similar al de PC, empleando el puntero del mando como ratón, la palanca analógica para desplazarnos por el mapa y la cruceta para girar las piezas y cambiar el nivel en el que las situamos. Nos hubiera gustado que se hubieran atrevido a experimentar un poco más, haciendo por ejemplo que las piezas rotasen sirviéndose del sensor de movimiento, o ideas similares. Al fin y al cabo, la presteza que tenemos con el Wiimando no se puede comparar a la que logramos con un ratón y un teclado, así que alguna no habría estado mal que nos echaran una manita. Se han añadido algunas herramientas básicas como el dibujo libre del trazado, la capacidad de seleccionar partes ya ubicadas para moverlas, el borrador y los inevitables botones de deshacer y rehacer.

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Por desgracia, hay una faceta que consideramos especialmente mal estructurada, la manera en la que accedemos a las distintas clases de piezas para utilizarlas. En la parte inferior de la pantalla tenemos un barra de accesos directos con las últimas cinco secciones empleadas, algo que se nos antoja claramente insuficiente. Para ir al listado completo hay que pinchar en un botón, escuchar cómo rasca el disco en el lector, abrir la categoría correspondiente, oír de nuevo el "ras ras" característico que emite la Wii cuando carga, y quizá desplazarnos a derecha o a izquierda para encontrar lo que andábamos buscando. Una operación extremadamente lenta que tenemos que repetir una y otra vez.

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Los bloques tienen conectores de colores, que indican con qué pueden encajar dependiendo del tipo de terreno de esa sección. Suele haber piezas de transición, que pasan por ejemplo de asfalto a tierra. Podemos saber fácilmente si dos bloques conectan simplemente al llevar uno al lado de otro, girándolo si es preciso, y observando si el trazado se ajusta automáticamente. Eso sí, tened cuidado cuando empleéis la herramienta de dibujo, que algún disgusto os puede dar al pisar piezas no compatibles. De nuevo, un poco más de ayuda por parte del editor en este aspecto no habría venido nada mal.

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Una vez hemos terminado nuestra magna obra y estamos contentos con ella, llega el momento de probarla. Tenemos la opción de colocar el vehículo en cualquier punto para conducir sólo por una determinada zona o de hacer una vuelta completa. Esto último también sirve para lo que en el juego llaman "validar" la pista, que no es otra cosa que marcar un tiempo (o un número de reintentos) y así indicar cuáles son las marcas establecidas para las tres medallas. Si realmente hemos quedado encantados con nuestro increíble trazado, el siguiente paso es compartirlo y, como no puede ser de otro modo, usarlo. No obstante, si estamos faltos de inspiración, se ha incluido la opción de descargar escenarios diseñados por los propios desarrolladores.

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Hay seis tipos de entornos diferentes: estadio, isla, desierto, nieve, rally y costa. Desde luego, lo primero que notamos es que cambia la ambientación, aunque no es desde luego lo único. En lo que concierne a la jugabilidad, el tipo de vehículo es distinto, pasando de un deportivo que vuela por la playa (incluso rebotando sobre el agua) a un lento cuatro por cuatro que pasa ajustado por las esquinas y sube cuestas empinadas. Está muy lograda la diferenciación entre todos ellos y no tiene nada que ver cómo se comportan. A ello contribuye también, por supuesto, que las piezas también varían y van acorde a lo que requiere cada coche: curvas rápidas, muchos desniveles, saltos enormes... hay para elegir. Estos son otros dos pilares que permiten que Trackmania una ingente e inimaginable cantidad de posibilidades a la hora de construir una pista.

El juego establece un sistema de recompensas que consigue incentivarnos a seguir jugando. En primer lugar están las medallas, como ya hemos comentado. No sólo nos dan acceso a pruebas nuevas, sino que son requisito imprescindible para desbloquear nuevas piezas. Estos bloques adicionales los podemos encontrar en la tienda y, como decimos, algunos no se pueden adquirir desde el inicio. Para hacernos con ellos hemos de llenar nuestra hucha particular, lo cual se consigue, por supuesto, ganando en los distintos retos. Las moneditas también se intercambian por varios circuitos del modo individual y por coloridos diseños para nuestros bólidos, aunque seguramente será uno de los últimos sitios donde querremos invertir el dinero que tanto nos costará conseguir.

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Quizá os sorprendáis cuando veáis que os saltan ventanitas de "logros desbloqueados", pues en Firebrand han tenido a bien emular el sistema de Xbox 360 premiando a los jugadores. Principalmente lo hará por conseguir todas las medallas de oro en una determinada categoría o nivel de dificultad. Los galardones al número de circuitos creados o, peor aún, simplemente por haber disputado nuestra primera carrera, se los podrían haber ahorrado perfectamente. Otros tantos vendrán por el lado del juego en línea, dependiendo del número de victorias acumuladas, lo cual ya es un reto ciertamente más interesante.

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Hasta seis jugadores podrán competir por Internet, aunque quizá os llevéis una desilusión cuando veáis que las colisiones brillan por su ausencia y que, en realidad, simplemente se trata de una contrarreloj multitudinaria. No competimos directamente contra otros usuarios sino que lo hacemos contra fantasmas generados en vivo y en directo. Aun así, resulta de lo más divertido. Si estamos en casa, el número de usuarios desciende hasta cuatro a pantalla partida o, lo que es mejor, crece hasta ocho personas, eso sí, jugando por rondas en este caso. Dado que al final en Trackmania lo que cuenta es el tiempo, nos ha gustado especialmente este sistema en el que los contendientes se van pasando el mando tratando de batir el récord del rival. Hay dos modalidades: una es por número de intentos para superar la mejor marca (que vamos gastando hasta quedar eliminados, salvo que marquemos un nuevo récord); la otra es por tiempo, algo similar a las clasificaciones de Fórmula 1, en la que cada jugador puede permanecer en pista sólo durante un periodo determinado que va consumiendo cada vez que le toca.

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7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.