Dragon Ball Raging Blast 2, Impresiones
Apenas un par de meses antes de que salga a la venta a nive mundial, Namco Bandai ha ofrecido un nuevo contacto jugable con Dragon Ball Raging Blast 2. Más personajes, combos y promesas en una de las secuelas más esperadas de la temporada, puesta en entredicho en su anuncio pero que podría destaparse, de seguir así, como una verdadera sorpresa si pulen varios puntos y deciden darle un poco más de identidad.
Goku y los demás Guerreros Z han tenido a bien venirse a Colonia a demostrar porqué se han ganado a pulso la fama que tienen. Creados por Akira Toriyama en las páginas de un manga y convertidos en iconos, leyendas y mitos generacionales con una serie anime que rompió moldes y abrió barreras, su existencia ha dejado de ser meramente pasiva para convertirse en algo activo: la persona interactuando con el personaje: los videojuegos. Faltan dedos y faltan manos para contar la lista de títulos basados en la licencia que han existido, máxime si contamos que en los últimos años hay al menos dos que salen siempre. Pero a veces, como se suele decir, 'menos es más'. Tres entregas de Budokai y tres entregas de Budokai Tenkaichi en PS2 sirvieron para abrir caminos y asentar una base que se ha mantenido inalterada a lo largo de los años.
Ahora, llega a PlayStation 3 y Xbox 360 con la promesa de mejorar lo que ofrecía el capítulo anterior, lanzado el pasado 2009. Hemos podido acercarnos a la demo pública del mismo y aunque no hemos quedado encantados, desde luego hay que admitir que el equipo de desarrollo ha tomado en cuenta el feedback recibido por prensa y usuarios con la intención de pulir imperfecciones. Y eso es exactamente lo que puede verse desde la primera partida, una clara tendencia hacia el buen camino y menos hacia la simplicidad y los absurdos fallos que tenía el primer Raging Blast, siendo el mayor de todos el poseer una cámara bastante mala, que dejaba vendido a los jugadores a la primera de cambio.
Por suerte, las cosas han cambiado. La cámara sigue dando algún problema puntual, lo cual es en cierto modo razonable teniendo en cuenta que se trata de un arcade de lucha en entorno abierto, no rígido, lo que puede ocasionar la existencia de ángulos muertos en determinados puntos del escenario. Pero esta vez se lo han tomado más en serio, o al menos esa es la impresión que queda tras ponerle las manos encima y (casi) no habernos quedado vendidos hacia el enemigo. Hay un trabajo con las cámaras más elaborado, buscando posiciones espectaculares, para que entre rápidamente por los ojos. En este aspecto es una mejora no sorprendente pero sí necesaria, repetimos, todo basándonos en impresiones de varias partidas y que podrían variar de cara al análisis del juego final, cuando podamos explorar mejor sus posibilidades.
Las partidas que hemos podido echar dejaban entrever un buen trabajo con la IA, que ya en nivel normal se las arreglaba para buscar las cosquillas. Contras, teletransportes y agilidad, espectaculares técnicas que son sinónimos de normalidad en Raging Blast y que explotan en pantalla dejando tras de sí un haz de luz cegadora. Hemos podido probar a todos los personajes disponibles y ciertamente no hay muchos cambios con respecto al anterior, más allá de que por ejemplo Janemba no es tan dañino como antaño, si bien sigue quitando bastante vida. Las mejorar van por otro lado más técnico, como la cámara o el apartado visual, lejos de ser espectacular pero desde luego funcional y atractivo, con ese punto extra que le da a cualquier cosa un Cel Shading calculado y medido.
La demo permitía además luchar en cuatro niveles diferentes: Planet Namek, Ruined Planet Namek, Glacier y Rocky Land. El primero era ya clásico escecenario ambientado en el planeta de Piccolo, una zona blanca, con pequeñas casetas y mucha agua a a que se puede bajar. La versión en ruinas de éste es bastante más atractivo, un lugar con astillas, en llamas, con unos efectos visuales muy espectaculares, aunque no más que los de Glacier. En este nivel, se batalla en una zona helada (un glaciar) muestra un gigantesco barco de fondo , al que no puede subirse pero que añade cierto contraste a tanto color plano. Rocky Land es la zona rocosa tradicional del manga/anime, una meseta rocosa en la que hay varias piedras con forma de seta que podemos utilizar para lanzar al enemigo contra ellas.
La impresión que se nos ha quedado es positiva, no en vano han pulido el verdadero problema de la entrega anterior (la cámara) y ahora es evidente que funciona mejor. También es cierto que es una segunda parte y de que si el juego triunfa o no se deba a lo que finalmente ofrezca la versión final, que haciendo un repaso serán casi un centenar de personajes, un buen puñado de escenarios y poco más por ahora. Dragon Ball Raging Blast 2 llegará este otoño a PlayStation 3 y Xbox 360 partiendo del concepto de ofrecer una secuela amparada en el 'más y mejor'. Veremos si lo consigue, pues nos ha dejado una sensación un poco contradictoria pero afortunadamente superior a la del original.
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