Star Wars: El Poder de la Fuerza II, Impresiones

La segunda parte de El Poder de la Fuerza se sitúa seis meses después de los sucesos acaecidos en la primera y apenas un año antes del Episodio IV: Una nueva esperanza. El protagonista es el mismo, Starkiller, el joven aprendiz de Darth Vader, aunque en una situación bien diferente. Al parecer cree ser un clon, ha perdido sus recuerdos y está encerrado en Kamino, el planeta donde se fabrican los clones para el ejército de la república en la nueva trilogía de George Lucas.

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Se trata de un planeta totalmente inundado y donde prácticamente llueve de forma continua, así que las instalaciones exteriores están totalmente cubiertas de agua. Ése es uno de los pocos detalles técnicos (los reflejos o el efecto lluvia) que nos ha llamado la atención, ya que visualmente es muy parecido al original. En el lado negativo de la balanza no queda más remedio que mencionar la iluminación, la cual no termina de funcionar como debiera e incluso hemos detectado zonas en las que las sombras ni siquiera aparecen. Ahora bien, nos encanta ir dejando marcas de la espada láser en paredes y suelos.

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Como podéis imaginar, Starkiller intenta escapar de allí en la primera misión que a su vez sirve de tutorial para recordar las acciones básicas y dar a conocer las nuevas habilidades con las que se le ha dotado. Con los poderes de la Fuerza a nuestro favor los stormtroopers tienen poco que hacer ante nosotros y además no atacan a la vez, sino que en ciertos lugares van apareciendo por oleadas como sucede en los juegos de acción de este tipo. Nuestro problema es que el pupilo de Darth Vader no sólo ha olvidado su pasado sino también ciertos trucos que va recordando poco a poco. Una forma como cualquier otra de no hacernos superpoderosos desde el principio.

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Starkiller se ha hecho en esta ocasión con dos sables de luz para golpear con mayor saña si cabe a sus oponentes. Los enfrentamientos cuerpo a cuerpo siguen ocupando gran parte del tiempo y los movimientos especiales para dar muerte le dan un toque cinematográfico a los combates. Las físicas, el gran baluarte de la primera entrega, siguen a un nivel sobresaliente. Coger objetos con el poder de la Fuerza y lanzarlos contra los enemigos viendo cómo estos salen despedidos por los aires y cómo el mencionado objeto rebota por el entorno sigue siendo un auténtico espectáculo.

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Uno de los poderes que echamos en falta en la primera entrega era el de la hipnosis Jedi o truco mental. Como cualquier fan de la saga sabe, con él es posible hacer pensar al individuo sobre el que se aplica algo que no es cierto, como que los otros stormtroopers son sus enemigos. De esta forma nos hacemos rápidamente con aliados temporales y nos quitamos un enemigo de por medio, dos pájaros de un tiro. En realidad lo que más queremos destacar más allá de lo que nos permite hacer este poder en concreto es que se incrementan las vías para avanzar por los niveles, pudiendo elegir entre lanzar rayos, atacar cuerpo a cuerpo, coger objetos con la Fuerza, emplear la Fuerza para empujar a los enemigos, lanzando los sables a lo boomerang... una amplia gama de tácticas muy diversas.

Un ejemplo de esto nos lo encontramos con una de las moles mecánicas a las que tenemos que batir durante esta primera fase. Se trata de un robot bípedo que lanza un gas congelante (el cual, por cierto, puede afectar también a los enemigos si les da por casualidad) y cuenta con un escudo protector que nos dificulta enormemente el combate cuerpo a cuerpo. La forma norma de acabar con él es ejecutar un QTE de un solo botón que consigue quitarle el escudo y luego atacarlo directamente con mayor facilidad. Sin embargo, si somos perseverantes y suficientemente rápidos de reflejos esquivando, le quitaremos el escudo simplemente a base de golpes normales.

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En esta entrega se ha intentado variar un poco más la acción introduciendo pequeños rompecabezas con mayor frecuencia. Muchos se resolverán usando el poder de mover objetos, de forma que desbloqueemos el camino o acabemos con un algún gran enemigo lanzándole algo. Durante la demo pudimos ver, entre otras cosas, que teníamos que tumbar una gran columna para que cayese sobre un par de AT-STs y construyéndonos un curioso puente de paso. La forma de derribar dicha mole no era otra que lanzar una de las naves que nos disparaban desde el cielo contra la columna desde un lado, provocando la caída con el impacto.

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Justo después de esa misma escena pasamos a la plataforma donde aún queda otra parejita de AT-STs que nos dan bastante miedito, así que activamos otra de las nuevas habilidades de Starkiller: la furia de la Fuerza. Gracias a esta potenciación temporal de nuestros poderes causamos mucho más daño con cualquier ataque y podemos reducir a chatarra el bípedo del imperio con sólo un gesto. Por tanto, emplear inteligentemente esta característica con duración temporal nos ayudará a acabar con nuestros adversarios más peligrosos.

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Con una mecánica ya establecida en la primera entrega, El Poder de la Fuerza II lo tendrá difícil para encandilar a aquellos que no les terminó de gustar. A los que sí, obviamente, les encantará tener más y mejor. Los otros tendrán que evaluar según vayamos sabiendo más si esta mayor variedad de acciones cumple con sus requisitos. Nosotros, de momento, no nos atrevemos a pronunciarnos y le seguiremos la pista de cerca.

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