Pese al tiempo transcurrido, Rapture sigue siendo tan atractiva como siempre. Repasamos los motivos por los que este segundo viaje a sus profundidades merecerá la pena.
Las franquicias de renombre son un protagonista inevitable a esta fiesta del videojuego; títulos que pretenden alargar su leyenda a lo largo de estos primeros meses del año, pero que se están encontrando con recién llegados que ponen el listón muy alto, tal vez más de lo que se esperaba a priori, por lo que no está permitido el dormirse en los laureles. BioShock 2 es el próximo en llegar de una lista de grandes lanzamientos, y es uno de los que más se encuentran en el punto de mira de los usuarios. El recelo ha sido compañero de viaje constante de la nueva obra de 2K; el carácter cerrado de la entrega original hacía dudar de que fuese capaz de repetir el éxito que supuso BioShock a todos los niveles.
Pero todo miedo está completamente injustificado, y BioShock 2 consigue salir airoso de todo cuanto se le pueda achacar desde el desconocimiento. Una odisea épica, intensa e inolvidable, con tantos aciertos como el original, que consigue destacar aún a pesar del momento tan complicado en el que se encuentra el mercado estos meses. A lo largo de las próximas páginas, vamos a repasar los elementos clave por los que BioShock 2 merece un hueco en toda colección que se precie. Un pequeño aperitivo antes del análisis, en el que haremos un recorrido por las diez razones por las que merece la pena volver a visitar Rapture.
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Todo esto narrado de forma exquisita, con conversaciones muy bien introducidas y llevadas con abundante credibilidad; nada es fruto del azar, y cuanto hagamos y vivamos estará estudiado y será el producto final de una sucesión de acontecimientos que propician la fluidez argumental; pocos títulos han sido capaces de conseguir un acabado semejante. Tras la caída de Andrew Ryan, su opositora política Sophia Lamb se hace con el control de Rapture. Al igual que su antecesor, Lamb pretende imponer sus ideales dentro de la población de la ciudad, y lo consigue hasta el extremo obsesivo de que muchos de sus fieles la consideren una diosa. A nuestro lado, tendremos una vez más a la doctora Tenenbaum, la cual sigue preocupada por las Little Sister. Diferentes corrientes de pensamiento enfrentadas y un pasado desconocido que nos persigue, que acaban confluyendo sobre un mismo punto: nosotros.
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Ningún splicer es capaz de frenar a un Big Daddy, y deben agruparse y aliarse para atacarnos si no quieren ser una presa muy fácil para nuestro taladro. Además, nuestro traje también nos permitirá disfrutar de secciones submarinas, donde pasearemos por el fondo oceánico. Pero sin duda, lo más interesante es lo de portar Little Sisters con nosotros. Deberemos robárselas a otros Big Daddy y luego podremos llevarlas a recolectar Adam y protegerlas de las amenazas; estas secuencias de Big Daddy son, sencillamente, excelentes, y tanto si luego las liberamos como si las cosechamos, las sensaciones transmitidas son inmejorables. Lejos de ser unas víctimas del entorno, nos sentiremos con la fuerza y la capacidad para resolver todos los problemas que se nos plantearán.
Pero, como es lógico, no nos limitaremos sólo a nuestro fiel taladro, y en muchas otras ocasiones serán de agradecer las armas de fuego (como, por ejemplo, para acabar con los demás Big Daddy). La remachadora será la más completa, con diferentes tipos de munición (disparos normales, poner bombas trampa ), pero palidece ante verdaderas joyas como son la ametralladora pesada, la escopeta o el lanza-arpones. Es un arsenal lo bastante profundo y variado como para ofrecernos un buen número de alternativas y formas de afrontar cada situación; y nos hará más falta que nunca, ya que los splicers son más variados, numerosos y violentos de los que erradicamos en la primera entrega.
Un paraíso idílico en el que tecnología y sociedad iban de la mano para intentar alcanzar la perfección de la humanidad, pero que nos presenta su peor cara tras la destrucción y el caos reinante desde la Guerra Civil. Apenas quedan unos vestigios de su época dorada, que nos permiten hacernos una idea de lo bella que debió ser cuando estaba en pleno esplendor. Si ya en el primer BioShock la ciudad de Rapture resultaba un entorno cargado de vitalidad, en esta segunda entrega veremos lugares todavía más asombrosos, como el museo dedicado a la vida en la superficie, o la posibilidad de ver la ciudad desde el exterior, paseando sobre el fondo marítimo. Cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo, nos encontramos todo un Rapture por ver, todavía más impactante que lo que ya conocíamos, y nos deja con la sensación de que su historia todavía no ha dado todo de sí.