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Painkiller: Resurrection, Impresiones

Después de las buenas sensaciones que nos dejó el Painkiller original, llevamos unas cuantas horas con la esperada segunda parte. Mientras transitamos por el purgatorio eliminando sin cesar almas en pena, nos preguntamos si el trayecto vale la pena...

Existe en inglés una expresión que define a aquellas palabras que, al querer traducirlas al castellano, parecen significar una cosa pero en realidad significan otra distinta. Por ejemplo, 'argument' no se refiere al argumento de una película o novela, sino que significa riña o pelea. Este tipo de palabras se las conoce como ‘false friends' (falsos amigos) y son origen frecuente de errores en los estudiantes del idioma de Shakespeare. Painkiller: Resurrection es el equivalente videojueguil a este axioma, especialmente si uno ha jugado a la primera parte.

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Esto es debido a que después de que en el 2004 pudiéramos disfrutar del original que ensambló la gente de People can Fly (y que la crítica especializada puntuó con una media superior al 8, incluso MeriStation), era de suponer que se mantendría una calidad similar para esta nueva entrega. A juzgar por la versión final subida a Steam que hemos podido probar, nada más lejos de la realidad. Resurrection supone un gatillazo total a nuestras aspiraciones de diversión, una bofetada en la cara a nuestra voluntad de gozo, que consigue poco más que enterrarlo en el más profundo de los pozos oscuros, negros como el carbón.

Las decepciones en el mundo de los videojuegos son frecuentes, pero rara vez tan enormes. Painkiller fue un original y absolutamente desinhibido juego de disparos en primera persona 'a la antigua' en el que teníamos que eliminar con cualquiera de nuestras diez armas a las ingentes hordas de enemigos descerebrados que se dirigían hacia nosotros. No había más, la verdad: ni un motor gráfico de última generación, ni una inteligencia artificial espectacular... era un chute de adrenalina continuo con el que se demostraba una vez más que aniquilar zombis por el mero placer de hacerlo es muy molón.

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No es una fórmula obsoleta, ni mucho menos (que se lo pregunten a Left 4 Dead), pero hay que implementarla bien. Y Painkiller: Resurrection no lo consigue. En esta ocasión, dejamos atrás al pobre Daniel que nos acompañó en nuestra primera aventura para encontrarnos con Bill Sherman, un asesino duro de pelar que tiene una crisis de conciencia cuando hace estallar un autobús lleno de gente inocente. El malo de William muere poco después y su única salida para evitar el Infierno es abrirse paso a través del mismo haciendo lo que hace mejor: aniquilando enemigos.

Igual no es una trama muy elaborada, de acuerdo, pero tampoco es necesario más; aquí todo consiste en dar una excusa para ponernos a disparar y dado que somos de gatillo fácil, cualquier cosa nos va bien. Al igual que en la primera parte, el juego nos lanzará hordas y hordas de enemigos para que los vayamos enfilando con la docena de armas puestas a nuestro alcance, ya sea a base de cohetazos bien colocados o descargas de la siempre infalible y nunca olvidada ESCOPETA, con mayúsculas.

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El diseño de los enemigos sigue el mismo patrón que estableció el juego original y presenta un buen número de abominaciones dispuestas a hacernos creer que estamos en el mismísimo infierno. Esto es, recreaciones estrambóticas e incluso hilarantes que parecen salidas de la más retorcida de las mentes, lo cual nos parece un acierto y va en la línea esperada. No es que haya una inmensa cantidad de enemigos, pero por lo menos los que hay están realizados de forma bastante coherente.

El principal problema de Painkiller no es una cuestión de planteamiento, que a fin de cuentas es bastante continuista con respecto a la entrega original. El origen de que toda esta experiencia no resulte divertida radica precisamente en la ejecución, en la forma en la que se ha llevado a la práctica. Para empezar, el juego es una montaña de bugs, saltos al escritorio (por lo menos en Vista), cuelgues espontáneos del proceso que hay que matar desde el administrador de tareas y otras deficiencias mayores.

El motor gráfico, por ejemplo, que ya no era un portento de última tecnología en su momento, parece haberse mantenido intacto para esta ocasión y lo cierto es que no ha envejecido demasiado bien. De hecho, da la impresión de que al intentar aumentar la carga poligonal, no responde con la fluidez adecuada ni tan siquiera con una ATI 4870 de 1 Gb, lo cual para un título de estas características se nos antoja poco optimizado. Son frecuentes las caídas de frames tanto en los espacios abiertos como en los cerrados, aunque especialmente durante los primeros.

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Dado que son hordas del infierno, uno no espera encontrar vestigios de demasiada inteligencia en los cerebros del purgatorio. Sin embargo, es fácil adivinar los motivos por los cuales estas almas en pena se han quedado atrapadas en el más allá: si no son capaces de rodear unas rocas, es imposible que consigan encontrar la salida del mundo de las tinieblas. La roca es un elemento insalvable para los enemigos pero también lo es una puerta mal abierta, una pseudo-valla, un palo en el suelo, o un elemento invisible del escenario que hace que los enemigos se queden bloqueados en la nada, como por arte de magia.

No ayuda una configuración de niveles poco agraciada, la verdad, que intenta por todos los medios que no alcancemos nuestro objetivo; acerca de la variedad, poca cosa se puede decir porque alternamos entre fases de aspecto más cerrado con otras 'al aire libre', aunque algunas tienen cierto encanto. El problema llega cuando descubrimos que apenas hay nada que hacer en ellas más que, eventualmente, empiezan a salir oleadas de enemigos y, tras acabar con ellos, de nuevo llega el silencio.

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Existe un modo cooperativo pero, como el resto del juego, parece casi un despropósito la forma en la que está implementado. De hecho tuvimos que buscarlo a fondo para encontrarlo y se configura de un modo lejos de ser intuitivo; gracias a la ayuda en foros extranjeros, que nos echaron un cable, pudimos comprobar cómo efectivamente se pueden compartir los mapas para jugarlos conjuntamente con un compañero, si bien en el momento de hacer este texto no había nadie disponible a tal efecto, lo cual no es de extrañar.

Desde la distribuidora se nos asegura que muchos de estos bugs y errores de bulto que provocan que el juego se convierta en injugable serán solucionados mediante el apropiado parche. Pero si hemos de juzgar por el contenido que se ha puesto en nuestras manos, lo que vemos es más propio de un proyecto inacabado que de un producto final. Quedamos a la espera de tener la versión final española en nuestras manos pero, de seguir así, mucho nos tememos que para poder realizar su análisis serán necesarios más de uno y de dos 'painkillers' (calmantes) de los de verdad.

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Painkiller: Resurrection

  • PC
  • 360
  • Acción
En esta nueva entrega, el protagonista será Bill Wild, un asesino a sueldo que huye de sus remordimientos por un crimen que salió mal, y en el que él mismo murió. Desde el purgatorio busca apoyo en un cura católico y para expiar sus pecados hará lo que sea. Para ello tendrá que usar a fondo sus armas; arrasar con cientos de demonios y enormes final bosses será su penitencia.
Carátula de Painkiller: Resurrection
3.5