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Dragon Ball: Revenge of King Piccolo

Dragon Ball: Revenge of King Piccolo

Dulce venganza

Ver a Goku por la industria de los videojuegos ya no sorprende. Hubo una época en la que se peculiar estilo era poco menos que un tesoro nacional, pero a día de hoy, pese a la ingente cantidad de aficionados con la que cuenta la serie, no ha encontrado el punto de estabilidad a nivel jugable que busca Namco Bandai en la nueva generación. Quizás por este motivo la compañía japonesa nos lleva a descubrir los primeros pasos del Sayano más valeroso, fuerte y glotón que haya conocido la Historia. Lo hace en forma de beat ‘em up exclusivo de Wii, con clase, aunque sin alcanzar el estrellato que pretendía.

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De poco vale recordar la historia de Dragon Ball, las diferencias entre la época infantil de Goku, Bulma y compañía, la puramente guerrera (que para muchos estropeaba la esencia de la original) o de GT, esa vertiente en la que no llegó a colaborar Akira Toriyama pese al reclamo popular de los aficionados. Puede que en base a ese detalle nunca se volviese a trabajar en una serie animada de este calibre sin el soporte de su creador que, por cierto, también ha tenido que ser testigo de ese esperpento Hollywoodiense denominado Dragonball Evolution, que contrariamente a su nombre se permitía el lujo de ridiculizar todo aquello que tuviese relación que la serie original.

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No es momento, sin embargo, de sufrir recordando tiempos pasados que bastante han enfurecido a los aficionados acérrimos del carismático personaje que protagoniza la serie, una de las pocas que han logrado superar toda clase de barreras para convertirse en uno de los productos icónicos de toda una generación. Si hace unos años (casi una década ya, que se dice pronto), el clamor popular exigía que alguna compañía se decidiese a hacerse con los derechos de la serie para trabajar con ella en el campo de los videojuegos, hoy nos encontramos en una situación totalmente opuesta. La sobrecarga de títulos basados en esta licencia ha acabado por confundir a los aficionados de nuevo ingreso.

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La nueva generación tampoco se ajusta a las querencias de las compañías que se dedican a trabajar únicamente con el plano de 1vs1, léase el caso de Raging Blast, que incluso antes de llegar al mercado se está llevando una tremenda somanta de palos por la mala imagen ofrecida en la demostración que recientemente aparecía en el bazar de Xbox 360. Basta un breve vistazo al catálogo de lanzamiento de los próximos meses para entender que Namco Bandai ha apostado en fuerte por la serie: en Europa contamos con tres apariciones estelares; el ya mentado Raging Blast, Attack of the Saiyans (exclusivo de Nintendo DS y parte de la serie Z) y por último el título que hoy nos ocupa, Revenge of King Piccolo.

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Momento beat ‘em up
Uno de los aspectos más destacados de este lanzamiento es que tiene lugar justo en un contexto en el que curiosamente Wii se está prodigando en el género de los beat ‘em ups. En poco menos de un mes hemos tenido ocasión de analizar dos títulos de relativa importancia en el catálogo de la consola, Spyborgs y Marvel Hero Squad. Este hecho viene a poner de relieve el interés de determinadas compañías ya no sólo por devolver esta divertida propuesta a la actualidad, sino de exprimir al máximo las posibilidades de una consola que se presta como pocas a que varios jugadores compitan entre sí o frente a la máquina para obtener una buena puntuación o acceder al final de esa historia que tanto llama nuestra atención.

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No obstante la mayor suerte que ha tenido que vivir la sobremesa de Nintendo es el apoyo de Namco Bandai a la hora de decidirse por lanzar este título de forma exclusiva, algo que se entiende tanto por el estilo de juego (que se prodiga más bien poco en la competencia), como también por el aspecto gráfico. Algunos expertos afirman que este movimiento también tiene mucho que ver con el público mayoritario de la consola, una consideración que podría ser válida en el caso de Marvel Hero Squad por estar claramente orientado hacia el público infantil, pero en ningún caso con esta aventura de Goku. Tanto es así que, de tener que compararla con alguna producción reciente, habría que hacerlo con el propio Dragon Ball Origins de Nintendo DS o con Dragon Ball Advance Adventure de GBA.

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Existe una explicación razonable para entender el por qué de esta decisión de Namco Bandai; las ventas de las aventuras de Goku en forma de niño han sido poco menos que apabullantes, así como también el recibimiento que le ha otorgado el público. Por decirlo de alguna manera, este Revenge of King Piccolo viene a ser una adaptación madura de estas aventuras, ya que de un modo u otro comparten la misma filosofía. No hay que confundir términos llegados a este punto, ya que pese a las similitudes a nivel jugable, el argumento no viene a reflejar ninguna historia nueva que no conozcamos del pasado. La trama nos muestra a un Goku joven que ya cuenta con su nube Kinton y su bastón mágico, y que tras conocer a Bulma se mete de lleno en la búsqueda de las bolas de dragón.

Para ponernos en situación, la trama comprende exactamente desde los primeros compases frente a la banda organizada Red Ribbon (y los consiguientes enfrentamientos frente a sus principales líderes) hasta la épica batalla con Piccolo Daimao. Por el camino nos encontramos con los personajes característicos de esta franja dentro de la serie,  por lo que Tao Pai Pai, Murasaki, Buyon, Androide nº8 o los Generales White/Blue tendrán su pequeño momento de gloria cuando se narra el argumento de marras. Su historia se relata por medio de las clásicas escenas con un fondo determinado, mientras que los personajes aparecen en forma de arte conceptual, sin gestos ni movimiento alguno, tan sólo las líneas de diálogo.

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A cada nuevo capítulo en el que comenzaos a jugar vemos cómo un prólogo nos introduce en situación, optando muy pocas veces por representar con el motor gráfico del juego los momentos de tensión. La trama no aporta nada nuevo al argumento de la serie, se limita a seguirlo aprovechando los momentos en los que encaja que Goku se desplace de un lado a otro batallando contra enemigos que se cruzan en su camino. Es una lástima que Namco Bandai no haya cuidado más el juego en este aspecto, algo un tanto incomprensible si tenemos en cuenta el buen rendimiento que muestra el cell shading cuando se trata de representar con detalles tanto el físico como la personalidad de los héroes de turno.

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Comienza la aventura
Desde el menú principal podemos acceder a las principales modalidades de juego. Destacadas sólo encontramos dos al margen de las opciones, la tienda y una galería donde podemos visualizar el material desbloqueable que hayamos comprado previamente. Para tener dinero debemos comenzar a jugar o bien en el modo World Tournament, que básicamente se plantea como un 1vs1 bastante sencillo (un modo extra que originalmente estaba pensando como material desbloqueable, aunque finalmente se ha añadido al plantel definitivo desde la primera toma de contacto con el juego) en el que podemos disputar un combate frente a un amigo o un torneo contra la máquina.

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Agradecemos la posibilidad de disputar entretenidos combates en la única opción multijugador que encontraremos en el DVD, que sólo permite a dos compañeros jugar al unísono. No hay ni rastro de una Infraestructura para el Online, aunque sí 17 personajes de los cuales sólo 5 forman parte del staff de combate inicial. El resto irá apareciendo paulatinamente a medida que superamos distintos logros a lo largo de la partida. La mecánica es bastante sencilla y se limita al uso de cuatro botones; salto, puñetazo, cubrir y el Z Target que comentaremos a continuación. Con este planteamiento no es de extrañar que el World Tournament realmente no pueda ser considerado como una vertiente de lucha al uso, sino una forma de explotar el sistema de juego del beat ‘em up.

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No se trata exactamente de que no consiga dar la talla, pero su profundidad es insuficiente para tenerlo en consideración como una modalidad propiamente dicha y no como el añadido que es, si bien es obvio que hará las delicias de los aficionados que consigan terminar con relativa facilidad el modo Aventura, el principal atractivo de este Revenge of King Piccolo. A grandes rasgos hablamos del modo Historia tradicional de cualquier beat ‘em up en el que manejamos a Goku de forma pseudo tridimensional, por escenarios en los que la cámara no está fija pese a elegir generalmente el scroll lateral como principal sostén de apoyo. No existe sólo lateralidad, sino también profundidad, con todo lo que esto conlleva.

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Los enemigos pueden aparecer en cualquier lugar o posición, contando con un amplio elenco de diseños. Los escenarios también se sustentan de la misma fuente original, al igual que las melodías, que pese a no ser las originales están inspiradas en la serie, o al menos así lo afirma Namco Bandai. Es cierto que se conserva la esencia y el sentido del humor, pero no se ha conseguido (por motivos económicos) esa recreación 1:1 con la saga que se estaba buscando, precisamente por esta desagradable costumbre pretenciosa de vender la carne antes de asarla, algo que viene cansando a los aficionados desde hace largo tiempo con Dragon Ball.

No es de recibo que haya que preguntar constantemente si el doblaje llegará algún día en castellano: Revenge of Return Piccolo ofrece las voces en inglés y japonés, con subtítulos en diversos idiomas para su lanzamiento PAL. Teniendo en cuenta la importancia que el guión juega en este caso no se convierte en un mal mayor, pero a buen seguro que el público habría agradecido el detalle por parte de Namco Bandai. Dejando esta cuestión al margen, el grueso del título se encuentra en el modo Aventura que procedemos a narrar en profundidad en los siguientes párrafos, teniendo en cuenta que hablamos de un título relativamente corto (seis escenarios con cuatro fases de media cuya duración oscila entre los 5 y los 15 minutos) que se termina fácilmente en una tarde.

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A por las bolas de dragón
Comenzamos accediendo a la primera fase del nivel en cuestión en el que vayamos a jugar. Manejamos a Goku con el nunchuk mientras que el wiimote realiza el resto de las funciones, desde los ataques más básicos, pasando por los saltos para terminar con los ataques especiales que podemos realizar cuando hemos acumulado la suficiente energía para ello. Como buen beat ‘em up que se precia, el objetivo es comenzar en un punto determinado para llegar en el menor tiempo posible a la siguiente pantalla, procurando recibir el menor daño encadenando combos a medida que los enemigos van desapareciendo de pantalla. Los movimientos del héroe son bastante fluidos, ágiles, no requieren apenas curva de aprendizaje gracias a la soltura con la que comenzamos a repartir golpes sin apenas darnos cuenta.

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Durante los primeros compases se comenta, con un escueto tutorial, los principales movimientos que podemos realizar, destacando entre ellos la inclusión del denominado Z Target, que pulsando el botón correspondiente en el nunchuk nos permite acercarnos directamente a un enemigo para asestarle un golpe de gracia cuando éste haya perdido la consciencia o podamos encontrar un punto débil. Si en vez de atacar preferimos ir a la defensiva siempre exista la posibilidad de crear un halo de protección con la C del nunchuk, e incluso esquivar los ataques cercanos haciendo acopio de unos reflejos sobresalientes. No obstante y pese a las apariencias, en este Dragon Ball combatir no lo es todo. 

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Revenge of King Piccolo incluye en su contenido una fuerte vertiente de plataformas que nos obliga a tener que sortear obstáculos para poder acceder al punto en cuestión al que nos dirigimos. Cada episodio cuenta con 8 cofres ocultos que de ser encontrados nos recompensan con un suculento tesoro que el jugador debe descubrir por sí mismo (para no realizar ningún molesto spoiler). Los cofres esconden alguna de las piezas características de los personajes emblemáticos de esta época, incluyendo reminiscencias también a Dr. Slump (otras de las obras de Toriyama), que también encontraremos a lo largo de la historia en forma jugable. A grandes rasgos la mecánica depende de la correcta combinación de estos dos términos, sin llegar a retar al jugador más experimentado en ningún momento.

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La mayoría de las fases culminan con un enfrentamiento final ante alguno de los villanos que conocemos de sobra por los dibujos animados. Salvo el primero de todos, el resto hace acopio de una especie de halo que hemos de conseguir eliminar para poder infringir daño. Estos combates apenas nos quitarán tiempo de juego; son excesivamente asequibles y rara vez suponen exigencia alguna para el jugador. Además, encontrar la forma de derrotarlos tampoco requiere un gran esfuerzo por parte del jugador. Una vez hayamos logrado terminar alguna de las fases observamos cómo aparece en pantalla un pequeño marcador que registra el tiempo que hemos tardado en superar la partida, así como la energía que nos resta a final de cada escenario, etcétera. Del mismo modo hemos de tener en cuenta las posibilidades que ofrece el Z Target, que nos recompensa con objetos curativos o con dinero (con él también nos balanceamos en puntos determinados para saltar más alto), así como la posibilidad de activar determinados instrumentos con las habilidades especiales de los robots a los que fusilamos.

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La cantidad de caminos secundarios que podemos escoger para encontrar los cofres es el único elemento que ofrece algo de calidad rejugable al título, ya que de cualquier otra manera no encontramos motivación alguna (salvo obtener una puntuación más alta al finalizar cada escenario) para volver a vivir la historia. Por suerte, tanto a nivel gráfico como sonoro, con esa caricaturización al estilo tebeo, este Dragon Ball sabe brillar con luz propia. Tampoco perdemos de vista la poca definición de algunos personajes o la excesiva pixelación que registran algunos escenarios, pero como decimos son males menores que en cualquiera de los casos no afectan a la experiencia general, por suerte para el bienestar de la jugabilidad.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.