Brave: A Warriors Tale
- PlataformaWii4
- GéneroAcción, Aventura
- DesarrolladorCollision Studios
- Lanzamiento18/09/2009
- EditorSouthPeak Games
No tan guerrero
La sobremesa de Nintendo no deja de recibir extrañas adaptaciones de juegos que en su día apenas sobrepasaron el regular en PlayStation 2. Si hace unos meses teníamos el placer de comentar los pormenores de Rogue Trooper, que después de todo mantenía un mínimo nivel de calidad, hoy presentamos la enésima reedición que no llega a buen puerto a manos de Brave: A Warrior's Tale, que en Wii no sabe encontrar el camino para convertirse en ese título recomendable para todos los públicos.
Bravo es el guerrero que aprende, que lucha, que sabe escuchar a los mayores con sus historias, que nunca piensa saberlo todo -muy al contrario de lo que sucede hoy con la juventud, haciendo válido el comentario ajeno al texto-. Brave: A Warrior's Tale afronta con bravura su embiste en las consolas de nuevas generación en un port de la versión de PlayStation 2 que aparecía hace algunos años, recibiendo valoraciones dispares por parte de la prensa especializada. La base de la aventura se mantiene idéntica en esta adaptación a Nintendo Wii -obviando la de 360 y PSP-, con ligeros cambios en el motor gráfico que le permiten lucir una apariencia mínimamente más elaborada que la que mostró en 2005 -no hace tanto tiempo considerando la poca o nula aportación que hace al género de las plataformas-.
Brave: The Search for Spirit Dancer contaba con varios elementos a tener en cuenta que han hecho acto de aparición en las nuevas versiones. El factor más importante que debemos tener en cuenta es el argumento, que apenas cambia respecto al original. El jugador se mete en la piel de Brave, un joven aprendiz que inmerso en la cultura chamánica ha de aprender los valores que representa el hecho de convertirse en un guerrero. Para llevar a buen puerto su aventura cuenta con el apoyo de un anciano, líder de la tribu donde se aloja la historia, que recibe el nombre de Oso Gris. Él es -después del breve prólogo, en el que aparece el descendiente directo del héroe de turno- el encargado de mostrarle las habilidades básicas que ha de dominar para valerse por sí mismo.
Su aprendizaje es rápido, equivalente a la duración total de la que hace gala el título, que se termina fácilmente en menos de seis horas. La verdadera historia se levanta cuando Brave y una muchacha denominada Flor de la Pradera, que encuentra dificultades a la hora de superar a un oso pardo que duerme apaciblemente en su cueva. Tras pisar una rama el mastodonte despierta, provocando una auténtica avalancha feroz por parte del animal silvestre que sólo logran superar precipitándose por una catarata que les salva de lo inevitable. Oso Gris observa la acción desde lejos, pacientemente, hasta que el muchacho finalmente aparece ante sus ojos. La revelación no tarda en llegar: Brave ha de convertirse en un héroe, aunque para ello primero debe aprender las habilidades que le permitirán alcanzar este estatus.
Como era de esperar, el objetivo último de la aventura aparece a poco de comenzar a jugar, aunque de conocerlo se esfumaría de un plumazo el mayor atractivo del título: conocer un poco más sobre las tradiciones de esta tribu, en donde no se ha menospreciado incluir toda clase de información, así como de objetos secundarios que hablan por sí solos sobre el trabajo de archivo que ha realizado el estudio británico. SouthPeak distribuye el juego entre el público europeo -primero veía la luz en Estados Unidos, recibiendo palos por parte de la prensa especializada- con la firme seguridad de haber doblado prácticamente todos los diálogos de la aventura. Lamentablemente, y pese al esfuerzo realizado en este sentido -si bien forma parte de la edición de PS2-, los diálogos pierden en más de una ocasión toda coherencia. Por no hablar de la irritante voz que caracteriza a los chavales, realmente insoportable.
Es la parte negativa de una ambientación que pese a sus pocas pretensiones consigue ofrecer cierta sensación de aislamiento, siempre rodeados por toda clase de animales silvestres que pueblan los bosques de la zona donde transcurre la aventura. Personajes secundarios hay pocos; su papel es meramente anecdótico y apenas sirve para mejorar a grandes rasgos la línea que lleva el juego de principio a fin. No todo son pegas, no obstante, ya que en el apartado musical sabe hacer su trabajo sin demasiados elogios, cumpliendo la necesidad de aportar algo de variedad a la monotonía que supone terminar todos y cada uno de los escenarios obteniendo los tótems ocultos. Brave visita murales donde aprende nuevas habilidades, así como también información sobre las tradiciones de su familia.
El peor problema que arrastra el juego se encuentra precisamente en su jugabilidad, que en poco o nada acompaña al nefasto trabajo visual que acompaña al juego en todo momento. Es difícil asimilar que la cámara, a estas alturas, falle de forma ecuánime a una pistola de feria, que cada pared que aparece en pantalla se convierta en otro obstáculo que sortear pulsando incansablemente el nunchuk para corregir la posición de la susodicha. A veces los obstáculos desaparecen, otras veces sencillamente se quedan ahí con el único fin -imaginamos- de molestar al jugador. A la hora de combatir se echa en falta un bloqueador de mira de los que se estilan en tiempos modernos, lo que facilitaría considerablemente la tediosa labor de batallar con lo enemigos que aparecen prácticamente en cualquier rincón del mapa.
Como decíamos, no todo es negativo. El conjunto tiene su pase pese a que tanto la duración como la dificultad parecen estar pensados única y exclusivamente para un público carente de experiencia, ya que de otro modo no se explica la terrible sencillez con la que se superan todos y cada uno de los retos a los que tenemos que hacer frente. Tampoco existe nada para ampliar la vida útil del disco al margen de los tótems que antes mencionábamos, aunque por otro lado no nos parece suficiente añadido como para considerarlo un extra que sea capaz de motivar a los jugadores a la hora de buscar. La historia siempre se mueve en derroteros que poco van a sorprender al jugador, pero apreciamos el esmero a la hora de basar la historia en una cultura interesante.
Hay que pasar unas horas a los mandos de la consola para convencernos de que el wiimote pasa totalmente desapercibido, como también el sensor de movimientos. ¿Para qué se ha realizado un port si ni tan siquiera se han molestado en incluir una función sensorial en alguno de los minijuegos -por así llamarlos- que encontramos durante la aventura? No conocemos la respuesta. Desde luego no tiene sentido alguno cuando hablamos de una consola en la que ya han aparecido otras obras de la misma índole -el ya mentado Rogue Trooper- donde como mínimo han prestado atención a este aspecto.
Quizás es en parte un síntoma de que Brave: A Warrior's Tale no es un título llamado a ser amigo de todos los públicos, sino que de nuevo muestra sus preferencias por un público menos exigente, que sea capaz de divertirse con una aventura anodina que salvo el argumento poco o nada tiene que ofrecer a los poseedores de la consola de Nintendo, más aún en una época bastante prolífera en esto de lanzamiento originales, de producciones que realmente pueden llevar con orgullo la bandera de pertenecer a Wii. El problema es que, mientras sigamos recibiendo esta clase de productos, el catálogo de la sobremesa seguirá almacenado grasas no saludables, o dicho en otras palabras, videojuegos que apenas son merecedores de aparecer a estas alturas con la poca innovación que aportan.
Mediocre
Podía ser pero no ha sido y tras pasar unos breves minutos con él quedará archivado en la estantería para no jugarlo nunca más. No lo compres, no digas que no te lo advertimos.