Need for Speed SHIFT, Impresiones
Need For Speed plantea un cambio drástico en su franquicia por medio de SHIFT. Tras dos años de producción, EA nos muestra el aspecto que luce la renovación de una franquicia que esta vez aboga sin tapujos por la velocidad, dejando de lado las complejas tramas de anteriores entregas. Velocidad terminal y carreras de alto standing, esta vez más realistas que nunca.
Need For Speed plantea un cambio drástico en su franquicia por medio de SHIFT. Tras dos años de producción, EA nos muestra el aspecto que luce la renovación de una franquicia que esta vez aboga sin tapujos por la velocidad, dejando de lado las complejas tramas de anteriores entregas. Velocidad terminal y carreras de alto standing, esta vez rozando la realidad con la punta de los dedos.
Que EA se plantee seriamente renovar una de sus franquicias por antonomasia sólo puede ser signo de que ésta se está agotando. La sensación que percibe el público se refleja en unos beneficios que han ido de más a menos en los últimos años, de forma paralela a la calidad que han mostrado sus entregas más recientes. Es difícil hablar de Need For Speed sin caer en el sensacionalismo, analizando objetivamente los puntos a favor y en contra de una serie que ha sabido rehacerse a sí misma en multitud de ocasiones, siendo la primera su paso a la estética underground que con tanta popularidad sería acogida por los aficionados -después de probar fórmulas alternativas con Hot Pursuit y similares-. Si la propuesta original era la de ofrecer carreras realistas con deportivos de ensueño respetando en mayor o menor medida las leyes de la física, la primera vuelta de tuerca dio como fruto una experiencia arcade francamente divertida.
El siguiente paso pasaba por volver a los orígenes haciendo uso de la experiencia adquirida, toda vez que se aprovecha la potencia de la nueva generación para llevar a la pantalla una recreación fiel de las carreras deportivas de alto standing. Carreras que pasan de ser una práctica ilegal o una persecución contra la policía para ser albergadas en un circuito -real o irreal- en el que sólo cuenta nuestra habilidad para manejar el vehículo. Esta es la propuesta particular que ofrece SHIFT, muy en contra de lo que se ha prometido en la edición online -de la que hasta el momento se conocen pocos datos-, parte de la trilogía que EA prepara para reanimar la serie en 2009.
Dos años en desarrollo avalan el aspecto que lucía el juego en el primer vistazo que la compañía norteamericana nos ofrecía en Madrid, en una demo guiada del juego en versión PC, manejado además con un Xbox 360 Controller. Gracias a ello tuvimos oportunidad de comprobar cómo gran parte de la propuesta se basa, tal y como se anunció en su día, en una jugabilidad depurada donde la ausencia de elementos externos se torna imprescindible para comprender con qué clase de producto nos encontraremos a finales de año. La demostración nos pone rápidamente en situación, trazando las curvas del circuito Brands Hatch al volante de un elegante Zonda.
Desde esta perspectiva se ofrece una sensación notable de velocidad, que se va acrecentando a medida que transcurren las curvas del primer circuito. El viento rompe contra la carrocería formando pequeñas ondas a su alrededor: mientras, percibimos cómo cualquier maniobra se traduce en una nueva marca en el asfalto. El interior de la cabina presenta un aspecto realmente logrado, repleto de detalles -hasta las revoluciones del motor se indican que relativa precisión-, así como el comportamiento del piloto, una minucia que no deja de ser un simple ejemplo para comprender con cuánto esmero se ha tratado este apartado. Cuando la demostración cambia de tercio pasamos a un circuito urbano donde se pone de relieve el motor físico, dejando de lado el técnico.
El circuito urbano nos obliga a tener muy en cuenta las prestaciones del vehículo que estamos manejamos. Lejos queda la sensación de controlar un coche extremadamente ligero y salvaje, aquí los coches dejan entrever su peso ya que una leve equivocación se penaliza con un trompo o salida de pista, con todo lo que ello conlleva. Si la primera vez controlamos el coche, a la segunda comprobamos que el motor de colisiones ha sufrido una metamorfosis absoluta. Al mínimo roce que sufra el coche, bien contra un rival o un muro, el coche comienza a desgastarse meticulosamente, de forma correspondida con la zona en la que hemos impactado. Lo mismo sucede con los exteriores, con un césped que se estropea y deforma meticulosamente en función de lo que la trazada que hayamos realizado.
Si perdemos por completo el control del coche, las consecuencias serán terribles. Nuestro vehículo se amolda según el lugar que haya colisionado. La relación entre la velocidad y la fuerza del impacto se pone en escena de forma sencilla, desagradable a la vista por su enorme realismo, ya que prácticamente se puede mascar la tragedia -los coches llegan a volcar completamente dependiendo de la violencia de la colisión-. De nuevo la sensación de realismo se perfila como una constante del juego, aunque no por ello destroza la jugabilidad. Un accidente puede ser fatal en el plano estético, pero no necesariamente ha de traducirse en abandonar la carrera. La conducción es exigente pero no inaccesible, cuesta manejar el coche en los primeros compases, aunque es algo que se le achaca a su exigencia de cara a sacarle el máximo provecho a la jugabilidad.
El realismo es lo que prima, y bajo esta premisa gira en torno SHIFT, que recuerda a grandes rasgos a la que puso en liza en su momento Gran Turismo o Forza, cuyo mayor logro reside precisamente en aunar dos conceptos que pocas veces van de la mano en esta industria. Los jugadores que busquen diversión instantánea han de esperar a la experiencia que ofrezca Nitro'(exclusivo de Wii y NDS). No se puede decir lo mismo de las posibilidades multijugador, que pese a no haber sido mostradas en esta ocasión formarán parte inherente de la versión retail de este Need For Speed. Todavía habrá que esperar unos meses hasta comprobar cuál es el resultado del trabajo de Slightly Mad, aunque francamente parece que en esta ocasión las promesas van camino de hacerse realidad.
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