The House of the Dead: Overkill
Jarabe de plomo
Hace algo menos de un año, SEGA lanzaba un globo sonda con House Of The Dead 2 & 3: Return en la actual sobremesa de Nintendo. Dadas las buenas ventas, la compañía del Erizo Azul optó por desarrollar una entrega específica con el Wiimando por bandera. El resultado es Overkill, o lo que es lo mismo: Acción, sangre, humor negro y frenesí de tiros con sabor a arcade clásico para goce y disfrute del jugador tradicional
Y es que parece mentira que hayan pasado ya casi trece años desde que esta saga aterrizara en los salones recreativos de medio planeta, coincidiendo con una época dulce en el mundo del videojuego, donde las consolas de la por entonces generación de los 32bit entraban en los hogares a un ritmo vertiginoso, y mientras las máquinas arcade rebosaban de calidad y cantidad en todo su esplendor. Y uno de esos días, nos encontrábamos con un mueble en el que una enorme pantalla nos invitaba al son de 'Insert Coin' a sufrir el terror por partida doble: en nuestras carnes y en nuestro bolsillo. Un pistolón en la mano derecha y una dorada moneda de cien pesetas en la mano izquierda eran suficientes para degustar un juego de excelente factura técnica, terriblemente adictivo, y un argumento con toda la profundidad que puede dar de sí un título de semejante corte y características. Rogan y su misterioso compañero G, integrantes de la organización AMS, se adentraban en la Mansión Curien para descubrir los oscuros secretos que entrañaba.
Bien entrado el 2003, avanzamos cronológicamente casi veinte años al futuro donde un envejecido G y Lisa, la hija de Rogan, asaltan un laboratorio secreto para rescatar a su padre y a Daniel Curien, el hijo del doctor responsable de que los muertos se lleven levantando desde 1996. Una vez más pudimos disfrutar de un gran arcade con el añadido de que esta vez no usábamos una magnum para disparar, sino una escopeta de gran calibre y considerable tamaño para transformar putrefactos engendros en toneladas de carne picada. Por último en 2005 apareció la cuarta entrega, cuya cronología se encuentra entre la segunda y tercera parte, con regreso a la ciudad de Venecia, subfusiles automáticos como armas, y conflicto nuclear en la trama incluidos.
Un jovencísimo G completamente desatado y su violento compañero Isaac descubren los experimentos del Dr. Caesar, un científico chiflado decidido a crear un ejército de criaturas purulentas con la ayuda de su hijo superdotado lisiado, 'obligado a ejercer el mal para proteger a su hermana'. Mientras Caesar se vanagloria de sus logros y pretende encargar comida china para celebrarlo (en serio), su hijo se rebela contra él inyectándose una dosis extra de líquido mutógeno en el momento en que lo más duro del AMS irrumpe en escena. Con un prólogo tan disparatado, podéis imaginar cómo se desarrolla una aventura de tipos duros que vuelan cabezas de zombi a golpe de magnum sin despeinarse.
La forma de conseguir dinero en el juego se puede dar de dos maneras diferentes; la primera de ellas es disparando a fajos de billetes que nos encontraremos a lo largo de cada fase, y la segunda si cumplimos una serie de condiciones al final de la misma, por ejemplo si conseguimos mutilar al menos setenta piernas pútridas y tumefactas, al completar el nivel se sumarán 250$ a nuestra cuenta corriente. Por otro lado y volviendo nuevamente a la armería, podemos invertir modestas cantidades de dinero en mejorar atributos de las armas adquiridas, tales como retroceso, cadencia, tamaño del cargador, daño producido y tiempo de recarga. Por supuesto no cuesta lo mismo aumentar el cargador de la escopeta que de la magnum por dar un ejemplo, pero seguro que ya os lo habíais imaginado.
Continuando con las opciones disponibles en el inicio de cada nivel, seleccionaremos el volumen de mutantes a abatir, lo que en cualquier juego sería la elección de dificultad normal y difícil, en Overkill se presenta como un icono en el que cambiaremos de pocos a muchos bichos saliendo a nuestro encuentro. Para aquellos jugadores más experimentados recomendamos encarecidamente empezar desde un principio con muchos zombies, ya que de otra manera puede llegar a resultar bastante sencillo. Por último antes de comenzar elegiremos las armas, y solamente podremos llevar dos de todas las que ya hayamos comprado, lo que le aporta un puntito estratégico a la hora de superar el nivel y sobre todo para incrementar el marcador de puntos, durante la partida pulsando los botones 1 ó 2 cambiaremos de equipo en un instante.
Pero donde realmente ha puesto SEGA toda la carne en el asador ha sido en el diseño artístico. El juego rezuma a retro y años ochenta por los todos sus poros, se ha implementado además un filtro que le da aspecto como si estuviésemos visionando una película de la época, con grano, cortes, marcas y topos característicos de un rollo de metraje que se ha pasado decenas de veces por el proyector, haciéndonos sentir como si estuviésemos en un autocine de verano disfrutando de un film gore para adolescentes de hace dos décadas, queda muy bien y además sirve para tapar defectillos técnicos. También el juego está plagado de guiños no sólo al cine de aquél entonces, sino a la propia saga e incluso a clásicos de SEGA de la época, y para muestra un botón: en uno de los niveles cruzaremos una sala repleta de máquinas recreativas, y a nada que nos fijemos podremos ver arcades tan míticos como Out Run o Space Harrier II. La banda sonora no se queda atrás en este constante homenaje con temas de rock setentero, jazz psicodélico, rhythm 'n blues, gospel o drum 'n bass que amenizarán cada nivel, resultando uno de los aspectos que más destacan en el juego y que sin duda hará las delicias de los jugadores con una edad más que respetable.
Se han incluido además dos ítems que podremos utilizar disparando sobre ellos cuando aparezcan en el juego, el más socorrido es una especie de cadena de ADN verdosa que ralentizará el tiempo unos segundos, ideal para centrarse en disparar a la cabeza aumentando nuestro combo o solucionar una situación bastante peligrosa. Por otro lado están las granadas de mano, si disparamos a una de ellas aparecerá como un icono en la parte inferior de la pantalla, lista para ser usada en alguna concentración de enemigos particularmente densa.
Por lo demás el juego sigue el esquema clásico habitual del género: disparar, disparar y disparar, con los clásicos monstruos que aparecen en primer plano para poner a prueba nuestros reflejos, o el típico que aparece en la lejanía lanzando objetos (por lo general afilados y punzantes) que podremos evitar haciendo fuego sobre ellos antes de que impacten contra nosotros. Clásicos son también el resto de elementos, tales como el torpe superviviente al que debemos salvar de uno o más zombies que le acosan antes de que sea presa de sus garras, o los jefes de final de fase. Por desgracia dichos enfrentamientos antes de finalizar un nivel no están a la altura de lo que la saga nos tiene acostumbrados, siendo la mayoría de estos jefes de un tamaño bastante discreto y con unas rutinas de ataque demasiado sencillas.
A pesar de todo SEGA ha añadido algunos minijuegos para alargar la vida del título, y si bien el modo historia podremos completarlo junto a un amigo, en los mentados eventos otros dos colegas más podrán unirse multiplicando la diversión. Las pruebas disponibles recuperan escenarios del modo campaña para proponer desde enfrentarnos a hordas de zombies cada vez más numerosas, hasta proteger a una ingente cantidad de supervivientes con nulo sentido de la supervivencia, valga lo redundante de la expresión. Un detalle a tener en cuenta es que además de ponerse a la venta la edición normal y coleccionista, se podrá adquirir con un zapper imitación de la pistola del juego. Recomendamos encarecidamente usar la opción de calibrado incluida en las opciones del propio juego si vamos a acoplar este periférico al mando, y a su vez huir del zapper oficial de Nintendo, que resulta muy incómodo en esta ocasión.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.