Una vez más volveremos a tener el destino del mundo en nuestras manos... pero no para salvarlo, porque nosotros decidiremos si destruirlo o someterlo. ¿Quieres ver lo que nos traerá la segunda parte de Overlord?
Por alguna razón psicológica que me es desconocida, casi todos los usuarios obtienen tanto placer al tomar el rol del héroe en un juego como el de villano. Usando como ejemplo las novelas de caballería, podríamos decir que la gran mayoría de los jugadores disfrutan siendo el caballero que se dirige a rescatar a la doncella... pero tampoco le hacemos asco ninguno a la posibilidad de ser el voraz dragón que se zampe tanto a la moza como al de la espada.
El guión para el argumento del juego, de momento, sigue en manos de su responsable en el original, Rhianna Pratchett. Cualquier parecido entre este apellido y el famoso escritor Terry Pratchett... no es pura coincidencia, ya que la señorita es su hija. Además, entre sus trabajos encontramos los guiones de Beyond Divinity, Heavenly Sword, Viking, Mirror's Edge o Dungeon Hero (otro de los títulos que están por caer durante el presente año) por lo que su experiencia y buen hacer en este terreno no queda en entredicho. Esperemos que su trabajo en esta nueva entrega esté a la altura.
Porque Overlord II mantendrá la posibilidad de que el jugador decida mediante sus acciones el alineamiento de su personaje. Esta opción fue uno de los aspectos más controvertidos en la primera entrega, ya que la sensación de poder comportarse de forma realmente malvada quedaba lejos por el riesgo de perder completamente el respeto de nuestros vasallos y los regalos que ofrecieran. En esta ocasión no nos encontraremos frente a las elecciones bien contra mal, sino que nuestros actos nos guiarán a distintas formas de maldad, que serán la dominación o la destrucción.
Las diferencias entre estos alineamientos se verá reflejada en la obtención de beneficios e incluso en la capacidad para lanzar hechizos. La destrucción otorgará ventajas de forma instantánea, en forma de botines de guerras o la esencia de las almas de los muertos. Por otro lado, elegir una política de maldad basada en la dominación nos irá reportando beneficios de forma prolongada, y nuestros encantamientos reforzarán nuestra capacidad para someter a las masas. Como podéis observar, en esta ocasión no podremos realizar acciones realmente buenas, sino malas o peores.
Encontramos a los del tipo Rojo, quienes usaremos para atacar a distancia gracias a sus habilidades con el fuego. Además, en esta ocasión podrán ir montados en salamandras gigantes, que serán usadas a modo de dragón para escupir fuego contra todo bicho viviente. En último lugar nos encontramos con los Azules, donde no parece que vayamos a ver demasiados cambios respecto a Overlord. Su misión será la de atender las necesidades médicas de nuestros esbirros, y también destacan por ser los únicos capaces de cruzar ríos, arroyos o cualquier zona con agua.
Haciendo uso de un buen motor gráfico, Triumph Studios repetirá calidad gráfica. Prometen que las versiones para Xbox 360 y PlayStation 3 serán bastante parejas en aspecto visual y rendimiento, así como la versión de PC donde los gráficos son configurables. Se vuelven a esperar voces para todos los personajes principales, y esperemos que sean dobladas al castellano cuando llegue el momento, pero no se sabe quien podría poner voz a que criaturas o individuos. De momento sólo nos podemos ir haciendo una idea del apartado técnico gracias a las distintas capturas de pantalla.
¿Habrá conseguido Triumph repetir la fórmula? Hoy hemos ido repasando los ingredientes, que parecen haber sido mejorados respecto a la primera entrega, pero para llegar a alguna conclusión tendremos que esperar a ver algún lanzamiento jugable. De momento, todo apunta a que el trabajo realizado está siendo magnífico, y que con Overlord II pondremos a prueba nuestras habilidades más oscuras y malvadas... una vez más.
Triumph prepara la secuela de su videojuego de más éxito en estos últimos meses, Overlord. Los Minions vuelven a estar preparados para provocar conflictos.