Battle Fantasia, Impresiones
Los creadores de la longeva saga Guilty Gear se acercan a la next-gen y las tres dimensiones con un título que pretende aunar RPG y lucha. Con una historia simpática e interesante acompañado de una estética cell-shading, Battle Fantasia apunta hacia la personalidad estética más que hacia la innovación. Probamos la versión japonesa y os contamos nuestras impresiones.
Los creadores de la longeva saga Guilty Gear se acercan a la next-gen y las tres dimensiones con un título que pretende aunar RPG y lucha. Con una historia simpática e interesante acompañado de una estética cell-shading, Battle Fantasia apunta hacia la personalidad estética más que hacia la innovación. Probamos la versión japonesa y os contamos nuestras impresiones.
Está claro que por mucho que las tecnologías avancen, que las mecánicas se mejoren, que el concepto de un juego se refine y haga más complejo, siempre habrá amantes de lo clásico. Tal y como ocurre en otras vertientes, la lucha no es una excepción. A todos nos encantan esos combos infinitos, los mapeados en tres dimensiones explorables, destructibles; o esa lucha simplificada con un entorno masivo, explorable incluso, con varios botones básicos y ahí se acaba la cosa. Pero cuando aparecen los grandes, enseñándonos su simpleza y la adicción que provoca, todos callamos y reverenciamos. Es imposible evitarlo, amamos lo clásico sobre todas las cosas.
Quizás eso pensaban los chicos de Aksys Games cuando se pusieron manos a la obra con Battle Fantasia. O bueno, pensándolo mejor, siempre fueron así. Llevaron la contraria a toda la vorágine de la lucha en tres dimensiones cuando comenzaron con su saga Guilty Gear para PSX, y ahí se mantuvieron en una saga que llego hasta PlayStation 2 y Xbox: haciendo unos sprites cada vez más detallados, moldeando cada figura como si tuviese más dimensiones que la vida real. Luego se pasaron a Nintendo DS, y el experimento no les salió muy bien con dos entregas algo irregulares, de forma que decidieron, haciendo una excepción, crear nombre nuevo y, de paso, adaptarse a las exigencias que la consabida next-gen nos impone. Pero no del todo.
La personalidad del juego que nos ocupa se nota a partir del primer segundo, y eso es algo que la desarrolladora sabe hacer. Intentando mantenerse dentro de los estándares actuales, pretende, sin embargo, dejarnos un poco más de esa lucha clásica, simple, pero no por ello menos disfrutable. Todo ello conciliado con un aspecto técnico encantador y algún que otro guiño a géneros ajenos con el objetivo de darle la personalidad que se perece. Para que así los jugones que buscan un sabor añejo lo encuentren, pero sin que los aprendices se sientan fuera de lugar. Con el pad en nuestras manos, viajamos a este mundo de ensueño donde los KOs no están fuera de lugar.
Existen, aun así, pequeños fallos que no dejan de ser motas de polvo en un pulido a conciencia de esta fachada técnica. La expresividad en la cara algunos modelados, todos ellos de gran colorido, brilla por su ausencia, algo que se acentúa cuando les hacemos moverse. Por otro lado, los escenarios, variados en concepción y presentación, no abarcan toda la variedad que uno podría esperarse. Por suerte, cuentan con efectos climáticos para día y noche que ayudan a suplir estas carencias que encontramos. Ciertamente destaca toda la cohesión que se otorga al conjunto técnicamente; ni falta ni sobra nada, y la lucha se integra perfectamente con el escenario.
De todas formas, es en los personajes donde se nota más el buen tino en la dirección artística. Todos ellos desbordan personalidad, siendo reconocibles al instante y en algunos casos apartando algunos tópicos muy manidos en el género. En algunos casos, como es el de Marco, un pequeño chico muy impetuoso pero que apenas puede sostener la espada de su difunto padre, hasta se permiten el lujo de jugar con ellos. En otros casos, no, como en el del enorme Donvalve, un estereotipo andante. Por suerte, es la excepción, y los cerca de 15 personajes que forman el plantel total se valen para diferenciarse los unos de los otros sin problema alguno.
Todos ellos cuentan con historia propia, y ahí es donde entra la influencia de otro tipo de títulos. Al contrario que con las historias que van al grano', en Battle Fantasia cada personaje se toma, con calma, su tiempo para ir dialogando con unos y con otros, para vagar por ese mapamundi imaginario resolviendo su conflicto personal y, de paso, al mundo. Algunas historias se irán cruzando, para mayor interés de aquel que quiera ver lo ocurrido en su totalidad, objetivo que le llevará cruzarse el plantel completo. Aún así, quizás en ocasiones el diálogo nos ha parecido algo monótono, desaprovechado en su potencial para desarrollar una historia cuya base se encuentra ahí, muy presente, deseando que el usuario la descubra.
Esto en la práctica se cumple, aunque su enfoque es demasiado tradicional. Más allá de unos cuantos movimientos gráciles de stick, el sistema de combate toma poco de nuevas influencias y se estanca, haciéndose muy fácil de dominar. Por lo tanto, la escala de dificultad es bastante suave; requerirá de nuestra habilidad conocer en qué momento recurrir a cada movimiento. También se nos da la posibilidad de ir rellenando una barra de nivel para luego utilizarla, tal y como ocurre en la saga de Capcom. En este sentido no hay nada nuevo bajo el sol, por mucho que los letales combos los ejecute un conejo mago con grandes habilidades de combate. Bien se podría haber tomado algún elemento real de la tan cacareada influencia. Las contras, o los movimientos extra cuando tenemos nuestra barra lo suficientemente llena, no son suficientes.
Porque de RPG, nada. O bueno, si contamos como algo tangible el hecho de ver indicadores numéricos acerca del daño que estamos infringiendo a nuestro oponente, algo. Pero en todo caso, muy poco. Es una idea mal aprovechada, de un uso meramente estético y que ni siquiera da una utilidad real durante los combates, puesto que estaremos en su mayor parte atentos a la barra de vida. Existen mil maneras de importar formas del JRPG, pero al final parece que el riesgo no les llamaba mucho la atención, así que han optado por dejar como mayor baza los eternos diálogos entre personajes. Algo que no es malo, pero sin duda nos deja algo desconcertados.
Los modos de juego que veremos recorren los más predecibles. Primero está el modo Historia, explicado anteriormente, donde podremos descubrir uno por uno los entresijos de este Battle Fantasia; segundo, el modo Arcade: nada nuevo bajo el sol, un enemigo detrás de otro y nosotros sudando para llegar a derrotar al malo malísimo de turno pasada la decena; práctica, supervivencia, y uno contra uno para hacer duelos algo más emocionantes, ya sea resistiendo hasta que no podamos más o compitiendo con algún compañero de pad; y por último, el modo online, donde podremos competir por la red y donde se nota más que en ningún sitio un buen balance entre los personajes, tanto por características físicas como por movimientos.