[GC] Fallout 3
Se ha dicho mucho sobre Fallout 3. No son pocas las veces que, en estas mismas páginas, hemos comentado las virtudes de un título llamado a ser juego del año. En concreto, hace un año que comentamos nuestras primeras impresiones desde la GC de Leipzig. Las cosas parecen no haber cambiado mucho dentro del juego, que sigue siendo tan espectacular como siempre; pero no nos cansaremos de sentir en nuestras propias manos todas las sensaciones que este asombroso título está ansioso por transmitirnos.
Se ha dicho mucho sobre Fallout 3. No son pocas las veces que, en estas mismas páginas, hemos comentado las virtudes de un título llamado a ser juego del año. En concreto, hace un año que comentamos nuestras primeras impresiones desde la GC de Leipzig. Las cosas parecen no haber cambiado mucho dentro del juego, que sigue siendo tan espectacular como siempre; pero no nos cansaremos de sentir en nuestras propias manos todas las sensaciones que este asombroso título está ansioso por transmitirnos.
El mundo de Fallout 3 es enorme, gigantesco, inmenso. Todo adjetivo que indique gran tamaño se queda corto para describir lo que nos hemos encontrado en nuestra visita a este mundo post-apocalíptico. De hecho, pese a partir desde el mismo punto inicial, de todas las partidas que se jugaron durante la feria, no hubo dos iguales. Cada pequeño avance, cada giro diverso, cada acción diferente todo influencia el desarrollo de nuestra aventura, y las posibilidades son infinitas.
Tras salir de la tan famosa Vault 101, el sol nos ciega. No en vano, nos hemos pasado toda nuestra vida encerrados bajo tierra en dicho búnker, y nuestros ojos no están acostumbrados a la luz natural. La vista, según la recuperamos, es desoladora: ante nosotros se expanden hectáreas y hectáreas de terreno yermo y edificios destruidos a lo lejos, un desierto arisco consecuencia del desastre nuclear acontecido hace muchos años.
Avanzamos lentamente, acercándonos hacia alguna de esas zonas anteriormente civilizadas con el fin de encontrar algún tipo de superviviente de la superficie; en concreto, nos acordamos de la ciudad que nos mostraron un año antes, que rendía culto a aquella bomba que no llegó a explotar, e intentamos encontrarla. Los primeros pasos son bastante sencillos, acercándonos a las primeras casas destruidas.
Casi de improvisto, unas criaturas salvajes nos atacan, pero logramos deshacernos de ellas no sin algún que otro problema. El siguiente paso es registrar buzones y casas, en busca de objetos útiles para nuestro avance. El famoso artefacto ojo-bola volador es nuestra única compañía por la zona, aunque lo cierto es que está centrado en su propia ruta y no nos hace mucho caso. La sensación de estar solos en el mundo se hace cada vez más patente.
Unos cuantos pasos más para allá, oímos un extraño ruido que atrae nuestra atención, y vemos a través de una verja movimiento humano. O, más bien, eso es lo que pensábamos, ya que al llegar allí descubrimos que son mutantes, personas que han sufrido las peores consecuencias del desastre nuclear y cuentan con rostros desfigurados, asemejándose más a zombies que a los humanos que algún día pasado habían sido.
La conversación con ellos es corta, ya que no nos proporcionan mucha información sobre lo que nos interesa; eso sí, se muestran muy agradecidos por no haberles matado, ya que parece ser que los demás habitantes del mundo exterior no tienen mucho aprecio a su especie. Tras conseguir alguna indicación en el mapa, seguimos nuestro camino, que nos lleva por caminos tortuosos plagados de enemigos.
Se hace evidente que las mutaciones han afectado a los habitantes de distinta forma y a distintos niveles. Algunos conservan sus formas humanas; otros son, directamente criaturas amorfas que se arrastran en un intento por sobrevivir. La mayoría de los seres que nos encontramos muestran ser violentos, atacándonos sólo por invadir su territorio sin querer. Los hay que tienen formados pequeños campamentos entre los escombros, en donde masacran seres humanos.
Nuestra pequeña andanza nos lleva hasta las alcantarillas; la curiosidad, junto al encontrarnos en una zona muy peligrosa donde nos atacan tras cada esquina, nos ha empujado a buscar refugio bajo tierra. Lejos de lo que esperábamos, no será aquel un lugar tranquilo, ya que también estará poblado por criaturas más aterradoras, si cabe, que las que nos topábamos en el exterior. Desgraciadamente, el tiempo que tuvimos no fue suficiente para investigar tanto comos nos hubiese gustado; de hecho, el tiempo se nos pasó en un suspiro y fue una sorpresa, dolorosa, tener que dejar el mando en su sitio.
Sobra decir que Fallout 3 es una obra maestra, capaz de enganchar al jugador y sumergirle de lleno en su mundo, provocando que el tiempo pase mucho más deprisa a su alrededor. Son tantas las cosas por hacer, tantos los lugares por investigar, numerosas teorías por poner a prueba, que, hasta cierto punto, los centenares de finales que se prometieron para el juego se antojan hasta escasos. La experiencia de cada jugador con este título será muy diferente a la de sus amigos.
La lucha por la supervivencia en Fallout 3 se desarrolla por todas partes, pero por suerte contamos con un importante arsenal de armas, que iremos recogiendo a nuestro paso, así como munición. Tendremos armas de fuego y otras de combate cuerpo a cuerpo, por lo que las opciones para defendernos son abundantes. Destacar en este punto que el sistema de combate, con sus dos variantes, es excelente.
Pese a lo que pueda parecer, es perfectamente posible compaginar los turnos y el combate en tiempo real. De hecho, según avancemos, iremos perfeccionando nuestras tácticas según el tipo de enemigos, en parte gracias a que conoceremos mejor sus puntos débiles, lo cual supone una importante ventaja. Todo el sistema de combate es muy dinámico y agradable, una auténtica delicia jugable que, con unos pocos botones, nos hace casi creer que somos el propio personaje.
Uno de los elementos a destacar en este aspecto es ese curioso y muy útil artefacto con el que accedemos al menú. Desde allí podremos cambiar de armamento, utilizar objetos, cambiar nuestro atuendo, accederemos a nuestras habilidades, etcétera. Los objetos los podremos encontrar investigando buzones y cajas, pero también los cadáveres de los enemigos; algunos estarán infectados por la radiación, lo cual nos pasará factura pese a los beneficios que puedan suponer (por ejemplo, la comida radiactiva, recupera vida pero aumenta el nivel de radiación).
Al subir de nivel, podremos subir diversos atributos de nuestro personaje, tanto de sus características físicas (fuerza, defensa, agilidad, etcétera) como de sus habilidades particulares (talante al hablar, mecánico, médico ). Las opciones son numerosas, por lo que es posible crear personajes muy personalizados, completamente a nuestro gusto, y que no se parezcan a nada que ningún otro usuario haya creado. A esto también contribuye la vestimenta que portemos, algo que será visible con la vista en tercera persona.
Fallout 3 es difícil de describir en palabras. Podríamos jugar decenas de veces y contar decenas de historias diferentes; esa es su gran virtud, la de ofrecernos un mundo enorme por explorar, un mundo del que, al igual que nuestro personaje, no sabemos nada y debemos ir paso a paso. Pese a sus similitudes con Oblivion, también es completamente diferente. Fallout 3 es una experiencia en sí misma, un título que todo usuario debería probar en algún momento de su vida.
- RPG