En el segundo día de conferencias del E3, antes de que la feria se abra al público, Nintendo y Sony salieron al escenario con todas las miradas encima tras la gran bomba que soltó ayer Microsoft. No se puede decir que la conferencia de los de Redmond haya sido espectacular ni especialmente brillante, pero estuvo muy bien acompasada, supo en todo momento el terreno por el que se movía, y trajo consigo una gran sorpresa final que será recordada durante mucho tiempo: Final Fantasy XIII para Xbox 360.
Todos nos esperábamos una reacción, sobre todo por parte de Sony, a la cual afectaba de forma más directa el golpe de su rival. Sin embargo, la cosa ha estado más bien floja y ninguna de las dos compañías consiguió estar al nivel que se espera de las grandes citas y de las grandes de la industria.
La primera en llegar fue Nintendo, y resulta sorprendente la sensación que nos ha quedado de que ha pecado de novata, pese a los años de experiencia de la compañía de Kyoto en este tipo de eventos. Tenía cartas, pero no ha sabido jugarlas, y como consecuencia, su conferencia acabó siendo demasiado larga para lo que se presentó, pero demasiado corta para lo que había por mostrar.
No era necesario recurrir a grandes anuncios ni bombazos para haber mejorado esta conferencia; sí, Kid Icarus, Mario o Zelda serían grandes noticias, pero a priori no tenían obligación de hacer acto de presencia. Sin embargo, sí que eran de aparición obligada tres grandes exclusivas de la máquina de Nintendo como son Castlevania Judgement, Project Zero 4 y Madworld. Y que una gran noticia como es el nuevo GTA para DS no sea más que un logo que pasa de forma casi esporádica por la pantalla, causa más desconcierto que otra cosa.
Sin duda, estos juegos se escapaban del target de audiencia al que intentó llegar Nintendo, posiblemente demasiado violentos. Precisamente, el gran error que han cometido en su conferencia: todo su trabajo para romper la barrera entre usuarios, con juegos como Animal Crossing, se viene abajo por la propia clasificación que nos hizo Reggie entre juegos casuals y hardcore. No en vano, nos topamos al Reggie más apagado de los últimos años, y a un Miyamoto mucho menos apasionado de lo que es habitual en él.
Para Sony, las cosas no han ido mucho mejor. Su maestro de ceremonias empezó con bastante énfasis, pero poco a poco se fue apagando hasta resultar monótono y anodino. De todas las maneras posibles de vender un producto, la de Sony ha sido la peor, ya que daba la sensación de que ninguno de los que salían al escenario creía de verdad en su producto. Atrás quedaban las bromas, las risas y los guiños de las conferencias de Microsoft y Nintendo; por mucho que cambiasen los colores del escenario, el color predominante ha sido el gris.
¿De verdad era necesario repasar toda la historia de PlayStation? ¿Recordar los grandes éxitos del pasado? La gente esperaba ver los éxitos del futuro, y apenas se han llegado a saborear. Muchos monólogos insustanciales anunciando exclusivas, grandes sorpresas, títulos para recordar, pero pocos hechos. De hecho, ha dado la sensación de que PS2 está en mejor estado de forma que PSP, de la cual un pequeño vídeo nos mostró los pocos títulos planificados para ella, haciéndose patente el escaso apoyo de las third parties.
Resistance 2 está lejos de ofrecer su mejor cara, y God of War 3 no ha sido más que un vídeo bastante tópico que deja volar nuestra imaginación pero sin que podamos darle ninguna forma concreta. El tedio predominaba entre los asistentes a una conferencia a la que, la calidad de algunos de sus vídeos, no conseguía resucitar e insuflar nueva vida para llegar hasta el siguiente anuncio.
En definitiva, Sony y Nintendo han protagonizado dos de las conferencias más decepcionantes de los últimos años. Ya no valen excusas: el mercado está en momento complicado, en pleno cambio. Microsoft así lo ha hecho ver en su conferencia, buscando atacar todos los frentes. Nintendo y Sony dan la sensación de estar mucho más perdidas, lejos de la maestría que se esperaba de ellas. Esperemos que su virtual ingenuidad no les pase factura.