Tecnología y juego online

En las últimas semanas he tenido la suerte de poder probar las betas, tanto PvP como general, de Age of Conan. El juego promete darle batalla a WoW y, si no revolucionar, al menos remover un poco el mercado del género, bastante estático por el innegable éxito del título de Blizzard. El mundo de Hyboria promete nuevas sensaciones, un PvP profundo y atractivo, amén de un nivel técnico impensable para un título de estas características hace unos años. Sin embargo, esta ambición técnica tiene un precio, que se paga en requerimientos mínimos a la hora de jugar. Y es que, como os contamos en nuestro artículo de hace un par de semanas, el cliente de la beta general ocupa nada más y nada menos que 32 GB de disco duro. Si, habéis leído bien, no es una errata.

Más allá, la máquina necesaria para moverlo de forma satisfactoria tampoco es moco de pavo, y se salta los estándares habituales del género, con un listón bastante por debajo del que Funcom se dispone a imponer. Se choca frontalmente con la idea de un título más o menos modesto técnicamente, pero capaz de ofrecer una cantidad de contenido muy superior a la de una experiencia en solitario. En esta ocasión, y quizá por esto es tan llamativo, se ha buscado tanto la profundidad de contenido como un apartado gráfico de lujo. A tenor de lo visto en las pruebas, están consiguiendo una sinergia satisfactoria y fiel a lo que se ha buscado desde el principio. Desde luego, el proyecto es cuando menos ambicioso. 

Pero volvamos al tema central de mi reflexión, los requisitos técnicos. Como jugador de PC me veo envuelto habitualmente en la vorágine de productos que se lanzan continuamente para mejorar, ya sea nuestro rendimiento o el de nuestro PC. Tarjetas gráficas, mejores procesadores, memorias más rápidas o periféricos de alta calidad son solo algunos de los ejemplos necesarios para sacarle el jugo a los títulos punteros del mercado. Ciertamente, nunca pensé que el género online, del que me considero aficionado abiertamente, caería en esta espiral tecnológica. La progresión técnica ha sido evidente desde los tiempos de Ultima Online, pero quizá hay límites que no deberían sobrepasarse tan a la ligera.

Digo esto por que me parece simple y llanamente una burrada el nivel de exigencia técnica que se ha fijado para disfrutar de Age of Conan, y además creo que se sienta un mal precedente para el futuro. Se ha demostrado con el tiempo que no es necesaria una potencia exagerada para que un título triunfe en el mercado online, que a día de hoy posiblemente sea el más cargado de juegos bidimensionales. Teniendo en cuenta sus características, está claro que el juego de Funcom no se destina al jugador ocasional de universos online, lo que quizá podría justificar las decisiones técnicas que se han tomado. Desde luego, esperar un perfil de jugador diferente del de aquel exigente y que tiene al día su máquina para disfrutar de lo último que sale al mercado me parecería un error por parte de la compañía.

Desde este escéptico punto de vista, todavía no tengo claro si Age of Conan será capaz de arrebatar una gran cuota de jugadores a World of Warcraft y al inminente Warhammer: Age of Reckoning. Si algo ha hecho exitoso al MMO de Blizzard es la facilidad para adaptarse a su sistema de juego, incluso para alguien totalmente ajeno a la mecánica de los universos online. Así, me asalta el interrogante de cómo Funcom intentará atraer jugadores hacia Hyboria, si de buenas a primeras les golpea en la cara con unos requisitos mínimos alarmantes. Seguramente, el jugador que desconoce estos detalles y que consigue un pase para la beta se hará las mismas preguntas que yo me hice en su momento. ¿De verdad son necesarios 32 GB para una beta? ¿Si una versión inacabada ocupa esto, cuando ocupará la versión final? ¿Por qué necesito tanto disco duro para un juego online, si los otros que he jugado ocupaban alrededor de la décima parte que este?

Esto choca frontalmente con la idea de la distribución digital que parece ser el futuro del género y, en general, del mercado del videojuego. Quizá llegue el día en el que se nos suministre la aplicación ya instalada en una memoria o disco duro USB. Desde luego, la progresión en este sentido parece no tener límite, y día a día, me sigue sorprendiendo. Aunque pueda parecer lo contrario, espero con ansia el juego para ver si la versión final consigue plasmar todo aquello que se ha dejado ver, ligeramente, en las betas. Lo que puedo confirmar desde ya, es que el título funciona sólidamente en mi PC, y que seré uno de los afortunados jugadores que disfrute de la historia de Conan en el mundo persistente más ambicioso creado nunca. Lo único que lamento es que mucha gente se quede fuera por no disponer de un ordenador capaz de ajustarse a los mínimos fijados por la galopante tecnología. Nos vemos en Hyboria.

Esta columna es una opinión personal del autor que no representa necesariamente la de MeriStation.