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Bully: Scholarship Edition

Bully: Scholarship Edition

Repitiendo curso

El alumno más irreverente de la academia Bullworth toma las riendas de nuevo en esta conversión para la consola de Microsoft. Esta versión, a pesar de mantenerse muy dignamente con el motor gráfico remozado, los logros y su precio reducido, se ve desmejorada a comparación de su homónima en Wii.

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Es ya costumbre por parte de las desarrolladoras nutrir al catálogo de algunas consolas con ports de las generaciones pasadas. Le ocurrió a 360, cuyos seguidores se sintieron más que contrariados al ver que la next-gen aún  no había enseñado nada de su potencial, y le está ocurriendo a Wii, quizás por el abismo tecnológico que tiene frente a sus competidoras o porque aún los desarrolladores buscan cómo hacerse hueco en el terreno virgen que explota. De un modo u otro, ya hemos visto en juegos como El Padrino o Scarface -y lo veremos con Okami- que no siempre se debe rechazar una conversión si se le presta la atención necesaria.

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El caso del rebautizado Bully -después de litigios interminables por el polémico nombre- es especial por dos razones: la primera, porque es otro ejemplo como los ya expuestos, al que se la ha dedicado su tiempo para que encaje en todo su esplendor allí donde se le lleve; la segunda, porque después de mucho tiempo Xbox 360 recibe un imprescindible del catálogo de PlayStation 2. Tanto en un caso como en otro hay que sopesar las razones por las que revisitar -los que más, no lo olvidemos- la obra de Rockstar.

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A pesar de que en un principio fuese más recordado por la temática de su argumento que por el contenido en sí, no tardó en destaparse como un soplo de aire fresco al género del mundo abierto que la propia Rockstar abandera. Para más señas, os remitimos al extenso y elaborado análisis que hicimos en su día, pero aún así pondremos al día a los rezagados: Jimmy Hopkins es un chico al que su madre, en un arrebato de responsabilidad, interna en la rígida academia Bullworth con la esperanza de no darla más problemas. Con lo que no contaba era con el microcosmos que se había formado tras esas cuatro paredes, con sus grupos -todos ellos muy caricaturizados sobre estereotipos actuales-, sus costumbres, sus reglas, y la ley del más fuerte imperando sobre todas ellas.

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Lo que diferenció al resto de abundantes propuestas en el género fue su lograda ambientación marca Rockstar, con su hilo argumental cinematográfico y sus diversas misiones secundarias, amén de la creación de una rutina en la que debíamos asistir -o no, a nuestra elección- a una serie de eventos obligatorios mientras el calendario escolar iba desarrollándose. Si a esto le sumamos los contenidos adicionales, que aunque moderados se agradecen, todos aquellos ávidos de una excusa para ponerse otra vez en la piel de Jimmy la han encontrado, y los que aún no lo han hecho están ante, simplemente, un imprescindible. Bienvenido otra vez a Bullworth, muchacho...

Viejos conocidos, varias novedades.
En nuestros primeros paseos por la Academia es inevitable llevarnos una sensación de déja vù; de nostalgia, incluso, dadas las numerosas y divertidas horas que pudimos disfrutar en su momento. El pequeño pueblo de Bullworth rebosa vida por todos sus poros, y el remozado que se le ha otorgado en ambas versiones sólo atenúa esta impresión. El caso de Wii es el de una máquina que se adapta a las bondades más modestas del original por razones obvias, si bien no se han privado de optimizar el motor sobre el que se sustenta. La línea del horizonte es más lejana, las texturas se han definido mejor y el escalado es impecable sin, por supuesto, sufrir las temidas bajadas de framerate en ningún momento.

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360, por su parte, podría generar opiniones contradictorias según el prisma con el que se mire. Sí, en efecto los efectos de iluminación están a años luz del de Wii, y la definición de sus modelados dignifica el esfuerzo hecho por el estudio para ello, pero no alcanza a arrancarnos esa sensación que nos recuerda a los primeros meses de vida de la consola, sobre todo en asuntos como la expresividad facial o el detalle de los escenarios. Aún así, el conjunto no desentona en absoluto, habiéndose solventado a su vez los problemas que contrajo la versión NTSC -esto es, parones a mitad de una partida sin razón alguna- y pudiendo desarrollar nuestra partida sin problemas. El único contra, casi imperdonable sabiendo qué consola lo mueve, son los tiempos de carga, invariables desde la versión de PS2 y que pueden llegar a desesperar hasta al más pintado.

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En el control también la 360 sale en detrimento. Este control, claramente clásico, simplemente se adapta del mando de PS2; utilizamos los gatillos para el apuntado/disparo, los botones para desarrollar las acciones como el ataque cuerpo a cuerpo, entre otras, y los sticks para mover la cámara y a nosotros mismos respectivamente. En contrapunto, con Wii usamos el nunchaco y los botones del mando para realizar dichos movimientos contextuales, teniendo que apuntar a la pantalla para lanzar proyectiles como tirachinas o bombas fétidas. Pero es en el combate donde Nintendo saca a relucir sus galones, teniendo que emular los puñetazos con ambas manos al más puro estilo de la adaptación del Padrino, pudiendo incluso enlazar distintos combos con un resultado muy dinámico.

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Los contenidos nuevos se desarrollan de forma paralela a la historia conocida, así que aquellos que ya jugasen no tendrán que esperar mucho para poder acceder a ellos. Existen varios grupos de misiones secundarias con personajes específicos, de no demasiada duración, y cuatro nuevas asignaturas -Música, Biología, Geografía y Lengua- que añaden variedad a las seis existentes para que se haga más llevadero el día a día. A pesar de que las comparaciones son odiosas, parece que han sido fabricadas expresamente para Wii dada la naturaleza de su jugabilidad; por ejemplo, en Biología diseccionaremos una serie de animales al más puro estilo Trauma Center mientras que Música toma como inspiración los minijuegos de baile de Raving Rabbids. En 360, por desgracia, estos pierden parte de su encanto.

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Por último, se ha agregado un apartado multijugador offline en ambas versiones, que consiste en pequeños campeonatos para dos jugadores con las clases y algún arcade listos para ser disputados. Por la parte de Wii lo vemos como un añadido casi anecdótico dada la amplia variedad de catálogo a estos efectos, y en 360 simplemente no tiene sentido dejarlo así de austero con las capacidades más que sobradas que tiene Live! de darnos tanto con tan poco -babeamos pensando en poder completar la historia entre dos compañeros-.

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Comparativa
A muchos de los propietarios del combo Wii 360 se les vendrá a la cabeza el eterno dilema si están decididos a hacerse con este título. En este caso, nosotros nos decantamos claramente por la de Wii debido a tres factores: unos gráficos más coherentes con la potencia de la máquina en la que corren, un control que está a años luz del original y el multijugador, escaso, pero más aprovechable. Para aquellos que degusten de cazar logros y de una mayor definición, 360 es su máquina -estando a precio reducido a comparación del resto de catálogo-. Al final, todo se reduce a una cuestión de gustos.

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7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.