Pirates of the Burning Sea
- PlataformaPC8
- GéneroRPG
- DesarrolladorFlying Lab Software
- Lanzamiento24/01/2008
- TextoEspañol
- EditorSony Online Entertainment
La vida pirata la vida mejor
Con el género de los MMORPG en plena ebullición, cada vez es más frecuente encontrar títulos que buscan algo más que repetir las glorias de los juegos ya establecidos. Pirates of the Burning Sea presenta una sugerente aventura para los que buscan algo más que elfas en minifalda.
Que el MMORPG es un género en expansión es algo que no merece más comentario. La evolución del género se está realizando a pasos agigantados y cada uno de esos pasos acarrea más problemas que el anterior. Era 'fácil' cuando todo era nuevo y cada proyecto tenía su propia dinámica y elementos que ofrecer, pero poco a poco se están copando diferentes espacios, algunas temáticas comienzan a parecer gastadas y no hay que olvidar que sigue siendo un tipo de juego muy arriesgado y muy exigente en todos los sentidos, tanto técnicos como creativos -ya hay una larga lista de 'cadáveres' que pueden atestiguarlo-.
Por eso es reconfortante encontrar un título como Pirates of the Burning Sea. Ya de entrada, el hecho de encontrar un MMO que no está ambientado en un mundo fantástico es todo un triunfo; el escenario está ambientado en el Caribe, en la época en la que las grandes potencias europeas se establecieron en las islas americanas. No es un título que tenga un contexto histórico real ni mucho menos, hay mucho de idealización y simplificación en la forma en la que se ha levantado este escenario, pero sí se puede decir que se ha buscado reproducir el ambiente de aventura y búsqueda de enriquecimiento que alimentan muchas de las historias entorno a este contexto.
El resultado es de lo más satisfactorio, Flying Lab Software ha sabido tomar elementos de títulos como Eve Online y crear sus propias ideas, que dan forma a un universo rico, vasto y complejo, movido por una economía que depende única y exclusivamente de los jugadores. Las posibilidades son muchas y las cortapisas muy pocas; aquellos que deseen vivir como comerciantes pueden hacerlo -aunque siempre hay que tener en cuenta que hay muchas aguas peligrosas en las que navegar y que los mejores comerciantes son aquellos que arriesgan más y ganan la apuesta-, otros pueden concentrarse en los esfuerzos de guerra, en la producción de todo tipo de bienes, o en la exploración de un vasto mapeado con muchos secretos; sin contar aquellos que quieran un poco de todo, algo que también es perfectamente posible.
Piratas y corsarios
Como suele suceder en este género, todo comienza por crear un personaje, con una buena variedad de opciones disponibles, particularmente en lo que se refiere a ropa y complementos. Más adelante se podrá comprobar que la personalización del personaje va mucho más allá y hay una gran variedad de vestuario que utilizar, crear o comprar, lo que hace muy fácil crear un avatar propio y único.
A continuación hay que seleccionar la nación y el rol que se quiere jugar dentro de ella. La nación es un elemento importante que hay que tener en cuenta al crear un personaje, de partida porque esa selección afecta a todos los personajes que se pueden crear en esa cuenta -no es posible crear personajes de diferentes bandos dentro de un servidor-. Hay cuatro posibilidades: Piratas, Españoles, Ingleses y Franceses. Cada una de las facciones tiene sus puertos y capitales, pero este microverso virtual es dinámico y los puertos pueden cambiar de manos según las acciones de los jugadores. Los bandos tampoco son estáticos y hay un sistema de reputación que permite a los jugadores limar las asperezas con otras facciones y visitar todo tipo de puertos, pero sometidos a enormes tasas a la hora de comerciar u operar.
Mientras que los Piratas no tienen funciones específicas y pueden operar a placer -e incluso asaltar y tomar barcos rivales- los nacionales deben seleccionar uno de los tres roles establecidos -oficial naval, corsario y librecambista-. Los oficiales navales se centran en el combate naval a las órdenes de su nación y tienen habilidades específicas así como acceso a algunos recursos únicos; los librecambistas son empresarios y su rama de habilidades presenta ramificaciones en el campo del comercio y la producción; por último, los Corsarios son similares a los piratas y tienen su misma libertad, aunque están al servicio de sus respectivas coronas y eso les impone ciertas limitaciones en sus actos de pillaje.
Hay que comprender que, una vez creado tu personaje, éste no es exactamente el verdadero avatar. Los verdaderos protagonistas de Pirates of the Burning Sea son los barcos, muy variados en cuanto a modelos y con enormes posibilidades de personalización, tanto en sus detalles estéticos como en su funcionamiento, manejabilidad, velocidad, potencia de fuego. En este juego, el elemento fundamental de interacción con el entorno es el propio barco, y es el principal aspecto al que prestar atención si se quiere empezar a ascender en la pirámide competitiva/cooperativa del juego.
Batallas por tierra y mar
Pero la verdadera profundidad en el combate está sin duda en las batallas marítimas. A medida que se ganan niveles también se ganan habilidades especiales a la hora de dirigir un barco y sus posibles acciones, siempre determinadas por el rol que se desempeña. Hay diferentes especialidades y se pueden combinar talentos de forma muy distintas, con habilidades tan curiosas como una dentro del rol de pirata en la que se suministra ron a toda la tripulación para hacer que trabajen más rápido durante unos valiosos momentos a costa de una reducción de actividad una vez finalizado el efecto.
Tener buenas dotes de mando y ser capaz de ejecutar complicadas maniobras es una parte de la ecuación. Para desarrollar perfectamente un combate en el agua hay que tener la embarcación adecuada y ser consciente de las condiciones ambientales. Es en la guerra marítima dónde se aprecia el gran trabajo de este estudio por realizar un juego con verdadera personalidad propia con respecto a otros títulos similares. A los detalles propios de cada barco -tamaño, resistencia, número de cañones, maniobralidad y una larga lista-, hay que sumar aspectos como la dirección en la que sopla el viento y su intensidad, el daño localizado -se pueden dañar directamente las velas para frenar la velocidad del rival, utilizar munición específica para acabar con la tripulación y facilitar el abordaje o bien usar artillería pesada para dañar el casco directamente-. Hay armas que están diseñadas para ser disparadas a larga distancia y mantener a los barcos más rápidos y maniobrables fuera del alcance de una posible y demoledora barrena de un galeón, pero también hay que tener en cuenta que circunstancias como un ataque nocturno merman la visibilidad.
No es un simulador de guerra naval de la época, pero sí es un sistema lo suficientemente rico como para ofrecer todo tipo de variantes tácticas que se multiplican cuando el jugador empieza a experimentar el combate multijugador -que puede ser entre grupos de jugadores o grupos de jugadores contra grupos controlados por la máquina-. Es emocionante ver una batalla numerosa con los barcos intentando obstaculizar los movimientos del contrario mientras se machacan mutuamente con los cañones -y por supuesto, hay dos lados y sólo se pueden utilizar los del lado que está correctamente alineado con respecto al rival, por lo que puede ser muy interesante intentar maniobrar para poder utilizar ambos lados en diferentes objetivos-.
Un vasto mundo por descubrir
La forma en la que está estructurado el mundo de Pirates of the Burning Sea es un tanto particular. Por un lado están los puertos en los que puedes andar con tu avatar humano, comerciar y aceptar misiones de todo tipo, incluyendo algunas puramente a pies. Pero el combate tanto a pie como naval está limitado completamente a instancias, es decir fuera del propio mundo. En el caso de aceptar una misión, para entrar de lleno en ella sólo que entrar al puerto correspondiente y pedir empezar esa misión, por lo que se 'salta' automáticamente a la situación en concreto -hay muchos tipos de misiones y son muy variadas, nada de los típicos 'elimina diez barcos ingleses'-.
Como ya se comentó al comienzo de este análisis, toda la economía está en manos de la comunidad, lo que incluye la materia prima y las instalaciones donde realizar el ensamblaje. En un juego en el que no hay un proceso activo de recolección, la forma de obtener recursos es crear las instalaciones adecuadas en los puertos adecuados. Por ejemplo, si es necesario un tipo de particular de madera, es posible ir a un puerto en la que exista ese recurso y ocupar uno de los espacios asignados para crear la infraestructura necesaria. Es un proceso de recolección automático, por lo que no hay que preocuparse de iniciar aburridas peregrinaciones por el mapa en busca del producto buscando.
Por supuesto, esta es la parte más básica, una cosa es recolectar materia prima y otra muy diferente hacer algo productivo con ella. Por ejemplo, los que quieran crear sus propios barcos encontrarán que el proceso es considerablemente costoso en cuanto a materiales e instalaciones. Aquí es cuando entran en juego las Sociedades, que vienen a ser los tradicionales clanes y que aquí tienen una importancia capital no sólo por la tradicional importancia en este género al juego cooperativo, sino también porque los recursos no salen mágicamente de la nada y están en cierta medida limitados, por lo que los jugadores deben colaborar entre sí si quieren tener posibilidades de crear y comerciar a gran escala. Incluso sin pertenecer a una sociedad, aquellos con un refinado instinto comercial buscarán acuerdos con otros comerciantes para intercambiar su producción sobrante.
Aquí entra en juego una de las principales y más espectaculares mecánicas de Pirates of the Burning Sea: la toma de puertos. Cada facción tiene sus propios puertos, pero puesto que los recursos e instalaciones están íntimamente relacionados con ellos, cabe la posibilidad de que un determinado recurso esté en un puerto rival, lo que implica un gran gasto en tasas e impuestos para tener acceso a él. La alternativa es iniciar un bloqueo, en el que se invitan a otros usuarios a sumarse al esfuerzo de guerra por asediar el puerto y comenzar una guerra para conquistarlo. No es una tarea nada fácil y es un proceso con varias fases, que acaba en un monumental 'Battle Royale' en que todos luchan contra todos por la oportunidad de establecer su dominio.
La belleza del Caribe
En el plano audiovisual, Pirates of the Burning Sea cumple muy adecuadamente con su cometido, aunque hay partes más convincentes que otras. Todo lo que concierne al mar, el mapeado y las batallas navales está realizado con un gran cuidado y eso se deja en ver en algunos momentos realmente impactantes visualmente, especialmente en condiciones atmosféricas particulares como tormentas. El grado de detalles en las embarcaciones es más notable y es posible acercar la cámara para ver qué con detalle los movimientos de nuestra tripulación. También es un gran detalle el poder ver los efectos de las batallas y cómo las velas -e incluso los mástiles- caen en pedazos ante los impactos de los proyéctiles.
Ya a pie, hay algunos detalles que no acaban de convencer, especialmente en las misiones, que no tienen la misma vistosidad que las batallas navales u otros MMO. Incluso World of Warcraft, que ya tiene unos años, presenta unas animaciones con más personalidad y algunos detalles mucho mejor acabados. Afortunadamente, esta parte del juego parece ser más bien accesoria, aunque a la hora de abordar un barco y ver la batalla entre las dos tripulaciones, vuelve a aparecer esa falta de impacto gráfico que sí puede verse en otras fases del juego.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.