Safari lento, tardío y poco emocionante

Pensado inicialmente para GameCube, Donkey Kong: Jet Race tenía ya todo previsto para salir en aquella plataforma y utilizar como único método de manejo los bongos de la consola. Finalmente, Nintendo decidió guardarse el título hasta que pudiera darle una salida más masiva y que no requiriese poseer el exclusivo periférico. Ahora, dos años más tarde de su creación, Wii le da esa oportunidad adaptando el sensor de movimiento al manejo. Pero estas carreras por la jungla ya no son lo que podrían haber sido.

Una espera tan larga prometía un juego muy interesante, una jugabilidad que nos quitara en parte la creciente sed del nuevo Mario Kart de Wii y una puesta en escena a la altura de los mejores de la consola. Pero nada más lejos de la realidad, DK: Jet Race tiene aspecto de juego de presentación de la plataforma, de lanzamiento simultáneo al de ésta y no del todo bien pensado para un jugador que ya ha experimentado muchas sensaciones novedosas con Wii.

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Con la combinación de Wiimote y Nunchuk, el juego nos propone correr a través de enrevesados escenarios montados sobre unos vehículos propulsados por los bongos, recogiendo plátanos que aumenten nuestra, no demasiado elevada, velocidad y arrojándonos todo tipo de objetos que, casi siempre, serán prácticamente inútiles. A cambio, hay que reconocer al título la posesión de partidas para hasta cuatro jugadores, un aspecto visual preciosista y una duración considerable.

Gran Premio DK

Sin propuestas diferentes a la carrera clásica, en DK: Jet Race tendremos que competir contra los rivales en diferentes escenarios ambientados en las clásicas temáticas de la franquicia Donkey Kong. Las frondosas jungas, Egipto, minas abandonadas, playas tropicales, montes nevados o templos antiguos son algunos de los envolventes escenarios que nos esperan en cada uno de los circuitos presentados, que son bastantes.

Dentro de sus modos de juego, hay también bastante variedad aunque en definitiva todos tengan una jugabilidad común: contrarreloj, misiones, carrera rápida, Gran Premio… Éste último es el principal, puede ser jugado por hasta cuatro jugadores y es el que nos permitirá desbloquear casi todo el contenido del juego. Sus numerosas copas y sus tres modos de dificultad lo hacen lo suficientemente largo como para estar con él más de 10 horas.

Pero este modo tiene algunos aspectos imperdonables. Para empezar hay que destacar su explícita baja dificultad, no es difícil llegar a la meta en primera posición puesto que la inteligencia artificial de los corredores controlados por la consola es deprimente. Otro punto negativo es lo largas que son algunas copas, con muchos y largos circuitos que nos obligarán a pasar más de media hora delante del televisor sin poder guardar la partida entre uno y otro, sólo cuando acabemos la copa.

Sí es interesante, por otra parte, el poder jugar a este modo Gran Premio con amigos, como en sus tiempos ya lo propuso Mario Kart 64. Esto lo hace un juego multijugador constante, hasta en su modo principal. No obstante, otros modos como el de misiones, llamdo Desafíos de Candy o el tutorial de vuelo de Cranky sí que son sólo para un jugador. Las misiones son variadas y van desde acabar con barriles de un circuito en un tiempo determinado hasta recoger ítems y usarlos o acabar con un determinado oponente. Cada una de estas misiones se desarrolla siempre en circuitos normales y con la misma mecánica del resto del juego.

Uno de los aspectos que más se le echa de menos es un modo multijugador online. Ya hemos visto varias veces que Wii lo puede hacer muy bien en este sentido y es que a este DK: Jet Race le vendría como anillo al dedo para incrementar considerablemente su duración y posibilidades que, tras acabar el modo principal, parecen quedarse en carreras sueltas contra otros amigos a pantalla partida en un mismo televisor.

Una jungla vistosa aunque anticuada

Gráficamente, DK: Jet Race no es ninguna decepción aunque tampoco una alegre sorpresa. Los escenarios están bien diseñados, son coloridos, vivos y llenos de detalles. Las texturas no son excesivamente espectaculares pero también funcionan bien con el entorno. En lo que respecta a los personajes su diseño es sólo aceptable, las animaciones correctas y la expresividad adecuada. Es un apartado técnico bueno, pero de ninguna manera tan sobresaliente como podría haber sido en GameCube hace un par de años.

En su aspecto sonoro sí que nos encontramos con un problema mayor. Las melodías típicas de la serie empiezan a quedárseles pequeñas a Donkey Kong y sus amigos. Resultan demasiado simples y son un mero acompañamiento de la acción, sin intensificar ni hacer más profunda la experiencia. Son demasiado anodinas, al igual que los efectos de sonido, sosos y algo desfasados. Los personajes siguen sonando como siempre, algo que puede gustar mucho a los incondicionales del gorila pero que no terminará de encandilar a los más exigentes en este sentido.

Algo que sí hay que reconocerle a Jet Race en cuanto a sus efectos de sonido es que a cada personaje le sonarán los timbales de una forma dependiendo de los materiales con que estén hechos y aspecto de éstos en pantalla. Se puede apreciar perfectamente en el propio Wiimote, pues todo jugador oirá en su mando dos sonidos, uno si agita el Nunchuk y otro si mueve el propio Wiimote, como si de los bongos de GameCube se tratase.

Pero, como veremos después, el Wiimote + el Nunchuk no son los bongos de GameCube, y no lo serán, ya que manejar el juego con aquél periférico de la pasada consola de Nintendo no es posible. Éste es otro de los principales aspectos negativos de Jet Race, no se ha implementado su manejo mediante los bongos, que era lo que estaba pensado en un principio y que Nintendo nunca desmintió cuando se anunció el juego para Wii.

Timbales virtuales

Como si de dos baquetas de batería se tratase, el jugador debe alternar el movimiento del Nunchuk y el Wiimote para correr, mover sólo el Nunchuk para girar a la izquierda y sólo el Wiimote para ir a la derecha. Alzando ambos a la vez se salta y con A, B y el joystick realizaremos el resto de acciones. Así se mueve DK: Jet Race, aunque a veces, debido a la extrema sensibilidad de los mandos, el juego presenta un mal reconocimiento de los movimientos, lo que se ve especialmente reflejado en los saltos. Si, en vez hacer movimientos rudos hacia arriba y abajo, damos pequeños golpecitos de muñeca o acercamos y alejamos los mandos del televisor, también se reconocerán como toque de bongo, algo que le resta profundidad, realismo y diversión.

Por ello, jugar demasiado tiempo seguido puede resultar algo fatigoso, pues hay que estar casi continuamente en movimiento. Para que esto no fuera así, Nintendo pensó en establecer una "Velocidad Máxima" y una vez que se llegara a ella, permitir que el jugador deje de mover las muñecas. Pero es que esta Velocidad Máxima es en sí lenta, algo aburrida y sosa, lo que sumado a que las curvas las hacen los vehículos solos, hará que en muchos tramos estemos parados esperando a ver qué pasa.

Ése es el principal defecto del juego, puede ser aburrido y lento en montones de momentos. Dentro de los límites establecidos por los raíles, con nuestros movimientos a izquierda y derecha sólo tendremos que desplazarnos de un lado a otro de la pista, sin importar que haya curvas pronunciadas o zonas en zigzag, el juego ya hace todo eso por nosotros, como si de una vagoneta por unas vías se tratase.

No obstante, aunque no se traduzca en una diversión desenfrenada, la sensación visual de locura es indudable. Todos los escenarios están llenos de cosas que esquivar como barriles, panales de abejas y demás animales enemigos, rampas, bombas, trampas, etc. A esto hay que sumar la cantidad de ítems a recoger, como plátanos y globos con armas, la molesta presencia de los otros corredores y el interés por los caminos alternativos y los animales aliados en los que montarnos. A veces nos entrarán ganas de ponernos a saltar continuamente y recorrer así toda la pista para esquivar la incongruente cantidad de acción que hay abajo.

Pero como decimos, esa acción no supone un divertido desenfreno jugable. Es tanta, que acabaremos chocándonos con demasiadas cosas, recogiendo los ítems casi por casualidad y usándolos, con el gatillo B, de manera un poco indiferente, pues su efectividad no es excesiva ya que no son objetos muy devastadores: botellas que nos dan un brevísimo acelerón, barriles que colocar en los escenarios ya poblados de barriles, plátanos con los que rellenar nuestro medidor de turbo, o misiles para lanzar a nuestros enemigos. Son sólo algunos de los muchos objetos que podremos recoger en los globos, rojos y azules.

Con los plátanos, numerosísimos en las pistas, rellenaremos nuestro medidor de turbo. Una vez relleno, se nos colocará al lado una llama, pudiendo almacenar hasta cinco de éstas. Cada una supone un turbo que podremos realizar inclinando hacia atrás el joystick para recargarlo y soltándolo cuando queramos empezarlo. Este turbo será más o menos largo dependiendo de los enemigos, barriles y animales enemigos que nos llevemos por delante mientras lo disfrutamos. Así, habrá que buscar el mejor momento para emprender un turbo, por ejemplo ante una subida por la que caen barriles rodando o en un momento en el que haya muchos corredores juntos.

Independientemente de las armas, todos los personajes tienen un ataque propio, para golpear a competidores y animales enemigos. Este ataque resulta ser la mejor arma del juego, y eso que se puede usar en todo momento. Con sólo pulsar A nuestro personaje se quitará de en medio a quien le moleste y esté cerca, teniendo diferentes alcances según el corredor. En muchas ocasiones, nos daremos cuenta de que lo único que estamos haciendo es pulsar repetidamente el botón A y no parar de saltar, pues combinar ambas acciones resulta muy beneficioso en multitud de situaciones de caos en la pista. Por ello, se puede decir que quizá se han potenciado demasiado estas dos comunes acciones, algo que resta relevancia a las armas recogidas en los no demasiado numerosos globos.

Por otro lado, pese a que los personajes y escenarios son variados, no hay demasiada pluralidad ni diversión en la jugabilidad. Sí que hay algunos momentos, como cuando saltamos desde un barril elevado, en los que se nos proponen acciones diferentes con el Wiimote para obtener plátanos o más velocidad. También, como ya hemos dicho, podremos montar en vehículos alternativos, como trineos o vagones de carga, y en animales aliados, como los míticos rinocerontes y peces espada de la saga Donkey Kong. Montar en todos ellos supondrá un camino alternativo siempre mejor que el de la pista normal, lleno de plátanos que recoger y más rápido y despejado.

Conclusiones

Las esperadas carreras de Donkey Kong y sus amigos han acabado por ser un relajante safari poco emocionante y no del todo divertido. Su jugabilidad peca de sencilla en los tiempos que corren para Wii y sus continuos retrasos no se han visto compensados. De haberse estrenado junto a la consola, este Jet Race hubiera sido algo más comprensible, lo mismo que sucede con la imposibilidad de jugarlo con los bongos de GameCube para los que estaba pensado.

Su automatismo jugable lo hace lento, repetitivo y poco dinámico, siendo muy poco recomendable para los que querían una jugabilidad única y divertida. No obstante, estas carreras sobre bongos pueden ser un sencillo entretenimiento multijugador, una propuesta diferente mientras esperamos al gran rey de la velocidad de Nintendo, a Mario Kart. Y es que, desde luego, Donkey Kong no ha sabido ser todo lo rápido y frenético que esperábamos, los mandos de Wii no parecen haberle sentado del todo bien, quizá si volviera a los bongos…

Lo mejor: