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Attack on Pearl Harbor

Attack on Pearl Harbor

El cielo no puede esperar

En la jungla de los videojuegos hay una amplia variedad de especies, y todas ellas deben triunfar en un apartado para sobrevivir: por encima de todo han de divertir al usuario. Attack on Pearl Harbor lo intenta a su propio estilo; sencillo y directo. Y creemos que lo consigue. Siempre claro que no pretendamos hacerlo pasar por lo que no es.

En la jungla de los videojuegos hay una amplia variedad de especies. Las hay dominantes por su multimillonaria producción, su amplia base de jugadores o su repercusión popular. Otras buscan un hueco con una base pequeña pero fiel de seguidores. Hay estirpes de éxito por su precio reducido o su sencillez de manejo. Pero todas ellas deben triunfar en un apartado para sobrevivir: por encima de todo han de divertir al usuario. Attack on Pearl Harbor lo intenta a su propio estilo; sencillo y directo. Y creemos que lo consigue. Siempre claro que no pretendamos hacerlo pasar por lo que no es.

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La vista de una portada con aviones y dos pilotos desencadena un conocido reflejo en el futuro comprador: ¡Simulador de vuelo! le grita su cerebro habituado a pensar en ángulos de incidencia, tasas de giro, sendas de planeo y entradas en pérdida. Pero en este caso nuestro reflejo falla. Attack on Pearl Harbor se basa en el combate aéreo, sí. Y lo sitúa en una etapa histórica bien documentada, la Segunda Guerra Mundial en el pacífico. Pero está tan lejos de un simulador de vuelo como Pac-Man de un simulador de carreras.

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Attack on Pearl Harbor se presenta como un arcade bien diseñado y eso no debería hacer que ningún simulador de pro lo mirase por encima del hombro. Mientras tengamos claro este enfoque no nos llevaremos sorpresas al iniciar nuestra relación. Está claro que un arcade como éste carece de la complejidad de títulos tan elaborados como los FSX, IL2 y similares pero eso no quiere decir que la diversión haya de ser menor. Si acaso lo que será menor es el esfuerzo necesario para ponerse a los mandos y empezar el combate.

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El guión
Con un nombre como Attack on Pearl Harbor no hay que esforzarse mucho para adivinar que nos veremos trasladados a los meses inmediatamente posteriores al inicio de la contienda entre Japón y Estados Unidos en Diciembre de 1941. Precisamente nuestras primeras misiones se localizan en el mismísimo Pearl Harbor durante el ataque japonés, bien como defensores, bien como atacantes. Pero a continuación nuestras actividades se irán ampliando a otros escenarios y situaciones, siempre dentro del teatro del pacífico.

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En el desarrollo del juego el rigor histórico tiene poca cabida. La contienda sirve como telón de fondo y justificación para las misiones de combate y poco más. De forma que podemos optar por encarnar a un piloto norteamericano o a uno japonés y de ello dependerá qué aviones podremos pilotar pero la historia es totalmente lineal y nuestras acciones no van a suponer ninguna alteración de su curso.

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Tanto se aleja Attack on Pearl Harbor de un enfoque histórico que la presentación de las misiones y los enlaces entre las mismas se hacen con viñetas de comic en toda regla. Aunque se les han incorporado voces que repiten los textos de los bocadillos. Y, por cierto, en español. Ya podían tomar nota otros editores de más renombre. El único pero habría que ponérselo al doblaje de los personajes japoneses. No me consta que la embajada haya protestado pero no me sorprendería enterarme de ello en el futuro.


Las modalidades
Hay tres opciones fundamentales de juego: Para un inicio inmediato podemos optar por la modalidad de duelo. Escogemos bando y avión y, ¡ale!, a la batalla. Mientras sigamos en vuelo irán apareciendo enemigos y como nuestra munición es inagotable (eh, esto es un arcade, ¿recuerdan?) va a ser nuestra habilidad a los mandos lo que determine la duración del combate.

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Si ya nos encontramos cómodos con el vuelo y las armas podemos pasar a las campañas. Son modalidades a largo plazo con misiones encadenadas que recuerdan muy vagamente a lo que sería la sucesión de acontecimientos de la 2ª Guerra Mundial. No se necesita ningún planteamiento estratégico ni planificación. A golpe de tecla despegamos y ya nos irán indicando qué blancos atacar. Y si nos despistamos disponemos de radar y de cursores en pantalla que nos indican donde se encuentran. No diré que infantil, pero al menos fácil en grado sumo.

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La tercera modalidad puede ser la que tenga más éxito a largo plazo: multijugador por red. Bien mediante red local, bien por internet podemos conectarnos a servidores (o iniciar uno) y enzarzarnos en batallas inmediatas sin distinguir amigo o enemigo. Todo derribo vale, colisiones incluidas. Como el manejo es tan sencillo no lleva más de unos minutos entrar en faena y empezar a contabilizar derribos. Es muy probable que rematadas las campañas, sea esta opción multijugador la que mantenga vivo el interés por este juego.

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El manejo
Los mandos son realmente fáciles de manejar. No hay más que dirigir el avión con ratón o joystick y disparar. La única regulación que tenemos sobre el avión es la del motor. Pero no deja de ser engañosa pues tan sólo disponemos de una tecla para acelerar y otra para frenar y, la verdad, se trata de un control muy basto. No hay forma de meter el avión en pérdida, ni de hacer un tonel, ni siquiera se puede aterrizar. Nada de acrobacia ni de maniobras de combate. Izquierda y derecha, arriba y abajo, apuntar a lo que se cruce y disparar. Total, las balas no se acaban. Hay también cohetes que, al menos, tienen la decencia de necesitar cierto tiempo para recargarse.

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En todo caso tendremos tres tipos de blancos a destruir: aviones, objetivos terrestres y embarcaciones. Los aviones se tratan como en tantos otros juegos: punto de mira alineada y a por él. Para los objetivos en superficie disponemos de un punto de mira que se desplaza por el suelo frente al avión. Indica el punto de impacto para las bombas en cada momento. Hace el bombardeo tan fácil que uno se siente algo culpable.

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Y tampoco hay mucha complejidad en el sistema de daños propios; un simple dial con una aguja que se va acercando a la zona roja a medida que recibimos impactos. Por si acaso el humo del motor no es bastante expresivo por si mismo. Llegado a la zona roja nos veremos sin potencia para seguir volando y caeremos a tierra.


Los gráficos
Por muy arcade que sea cualquier juego debe hoy día presentar unos gráficos convincentes. Attack on Pearl Harbor los tiene y por más que uno tenga los cinco sentidos en el enemigo no dejaremos de disfrutar de unos cielos muy llamativos con espectaculares puestas de sol. Por su parte los aviones están muy bien recreados, con texturas bien elaboradas y suficientes detalles como para hacerlos muy vistosos.

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En el terreno encontramos un desarrollo más sencillo. Cumple con su papel pero sin alardes. No tenemos la exuberancia paisajística de los simuladores ni su riqueza de elementos pero, lejos de ser un defecto, esa sencillez nos facilita las cosas. Hace que sea más fácil identificar los objetivos y aislarlos visualmente de su entorno. Incluso algunos objetos parecen estar a una escala errónea que hace que se tarde menos de lo debido en desplazarse de un objetivo a otro. ¿Error o decisión de diseño? Voy a votar por lo segundo.

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Los aviones
Es siempre delicado escoger qué aviones incluirá un juego. Los que gustan a unos desagradan a otros. No diremos si nos gustan los que Attack on Pearl Harbor incluye. Baste con decir que son un razonable repertorio de lo que se pudo ver volar sobre las islas del pacífico enzarzados en combates. Por ejemplo, era poco menos que inevitable que aparecieran el P40 y el Zero. Pero es una lástima que no esté el P38 bimotor. Para darle un punto de interés la aparición de más aviones depende de nuestros logros en las sucesivas misiones.

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Aunque una cosa es que veamos distintos aviones y otra que pilotemos distintos aviones. Porque ocurre que las diferencias de comportamiento entre distintos modelos son mínimas. Si alguien se sabe las características de vuelo del Corsair o los puntos débiles del Aichi ya puede ir a por otro juego porque en este no le valdrá de gran cosa. El pilotaje, por cierto, se realiza en tercera persona. O sea, que vemos el avión desde un punto ligeramente por detrás y por encima.  Puede que no sea el lugar de visión habitual de un piloto pero nos proporciona una buena panorámica de las inmediaciones y del terreno que sobrevolamos. La verdad es que no se echa en falta la habitual vista desde la cabina.

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En resumen
Un juego desarrollado sobre una idea sencilla y efectiva.  Sin la complejidad de otros juegos y, gracias a ello, con resultados inmediatos en términos de diversión y entretenimiento. Si le unimos gráficos más que dignos y una opción multijugador muy eficaz tenemos un coctel que satisfará, sobre todo, a quienes no estén por la labor de invertir horas y horas en aprendizaje antes siquiera del primer vuelo. Eso sí, luego no le vayan pidiendo simulación ni verosimilitud. Esta es otra división.

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  • Mandos sencillos con buena respuesta.
  • Partidas multijugador muy fluidas.
  • Precio ajustado.

Lo malo

  • Pocos aviones y escenarios.
  • Maniobrabilidad muy reducida.
  • Desarrollo muy básico de la trama.
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.