Creatividad para todos

Las ideas de Will Wirght, fundador de la saga Los Sims, empezaban a atascarse. Nada menos que siete años llevamos jugando al simulador de vida y todas sus expansiones y adaptaciones. Ahora, y sólo para las consolas de Nintendo, la franquicia se reinventa buscando unas nuevas ofertas jugables absolutamente diferentes de las características principales que la hicieron grande.

En My Sims tendremos que reconstruir una ciudad abandonada, llenar de vida cada una de las casas e instalaciones de un pueblo fantasma decorando y creando todos los detalles, muebles, objetos y colores que se nos ocurran. En su versión para Wii, My Sims encuentra su máximo exponente creativo al dar al jugador la posibilidad de fabricar de todo a base de piezas, como si de un juguete de construcción tipo LEGO se tratase.

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Arquitecto cabezón

Todo comienza con la llegada de nuestro personaje a un pueblo con nombre ya elegido por nosotros. La apariencia del personaje es variable y dependerá de cómo salga de un, hay que decir que demasiado flojo, editor. Eso sí, siempre será cabezón y de corte desenfadado. Podremos elegir entre varias vestimentas prefijadas, peinados, ojos, etc. y colocar algunos accesorios como gafas o gorra. También podremos ajustar la agudeza de su voz y poner nombre a este personajillo, que nos servirá ya para toda la partida y no cambiará.

La alcaldesa nos recibe en el Ayuntamiento y comienza un tutorial sobre cómo construir nuestra casa, un garaje para la creación de piezas y nos enseña el uso de las esencias. A partir de aquí comienzan muchas horas de construcciones y personalización de nuestra villa, pero nada de alimentarse, dormir, ir a trabajar con regularidad o entretener a nuestro personaje. El concepto clásico de Los Sims desaparece por completo en pos de una nueva jugabilidad enfocada a la creación y el diseño.

Color sólido

Gráficamente, My Sims no alcanza un nivel notable. Sus texturas son sólidas, todo parece de juguete y no encontramos fisuras de poligonado o formas, pero es que la apariencia gráfica es tremendamente simple. Los personajes apenas muestran animaciones o gesticulación y los entornos apuestan por un estilo redondeado pero poco detallado o sorprendente a nivel visual. Eso sí, el color y las formas de juguete son la clave de su apariencia estética, infantil y risueña.

Pero pese a tan poco trabajo técnico para Wii, My Sims está continuamente leyendo su disco insertado en la consola. Los tiempos de carga y las ralentizaciones son constantes perdiéndose en gran medida la posible velocidad o dinamismo que pueda coger un juego que ya de por sí tiene una mecánica lenta y pausada. Su apartado sonoro roza lo plano musicalmente. Melodías suaves, repetitivas y sin demasiada armonía o variedad de instrumentos. Acompaña, pero pasa mucho más desapercibida que en otras entregas de la franquicia.

Jugando al montaje

Y llegamos a jugar. Nuestra casa y taller están listos, y la alcaldesa nos recomienda que empecemos a hablar con los pocos habitantes del pueblo, a plantar algunos árboles y a mover todo lo que queramos de sitio, sea en nuestra casa o no. Somos los arquitectos y los decoradores de una ciudad entera y sus pocos habitantes confían en nuestras labores para llenar de vida el municipio.

La construcción de las casas y demás edificios se presenta sencilla, apta para cualquier persona que no haya jugado antes a videojuegos, lo que respeta en gran medida el ideal de Wii sobre los jugadores ocasionales. Con el puntero siempre en pantalla como si del cursor de un ratón de PC se tratara, tocaremos las piezas que queramos mover o transformar y las colocaremos, todo ello a simple toque del botón A. Así, cogeremos bloques prefijados para construir los edificios, les añadiremos ventanas, puertas, chimeneas y tejados. El taller funciona de manera parecida, pero siempre nos dejará mucha libertad sobre cómo colocar las piezas, pudiéndonos salir de los modelos todo lo que queramos. De esta forma, no es difícil fabricar objetos extraños, con apariencia artística y totalmente personalizados.

Pero de nuevo, como en el editor de personajes, sorprende que en un juego en el que es tan importante la personalización y creación, se den pocas opciones para estas tareas. En la construcción de edificios podremos elegir entre cuatro tejados distintos, pocas ventanas y puertas, y 2 chimeneas. Por suerte, estos accesorios de construcción irán en aumento a medida que avance el juego y diseñemos nuevos modelos. También, existe un botón de pintado con el que podremos dar uniformidad a nuestras construcciones eligiendo entre varios estampados prefijados.

La casa que construyamos tendrá siempre un mismo interior. Apenas se adapta la apariencia interna a su aspecto por fuera. Siempre habrá varias camas, sillas, una mesa… etc. Poco a poco, iremos llenándola de muebles creados por nosotros mismos en el taller, e igual sucederá con las casa de los vecinos. Éstos no pararán de pedirnos decenas de piezas y accesorios para sus fincas. Podremos hablar con ellos y nos recompensarán con nuevas esencias y bocetos para construir más y más cosas.

Las esencias son la clave de My Sims para Wii. Las podemos obtener de muy diversas formas, plantando árboles frutales en el jardín, hablando con gente, realizado tareas específicas, etc. Con ellas matizaremos la construcción de objetos, les daremos una estética determinada según qué esencias utilicemos en su creación. Se dividen en grupos tales como Esencias Deliciosas, Terroríficas o Esencias Tristes, y dependiendo de si usamos continuamente unas u otras la ciudad irá adquiriendo un aspecto determinado.

Los nuevos habitantes empezarán a llegar a medida que nuestra ciudad se personalice y se llene de objetos creados por nosotros mismos. A los nuevos visitantes, un cocinero, una tendera muy exótica, un DJ, etc. los podremos recibir grata o maleducadamente, dependiendo de hacia dónde queramos guiar la media de población de nuestro municipio. La alcaldesa nos dejará total elección en todo ello y las esencias guiarán nuestro camino hacia una ciudad de cinco estrellas, fin último del juego: conseguir la máxima calificación para nuestra ciudad.

Para todos

My Sims es el capítulo de la saga más intuitivo y sencillo. Por primera vez en la serie desaparecen aspectos que lo hacían más duro, como el dinero, el tener que buscar un trabajo, los niveles de socialización, alimentación, higiene, etc. o las restricciones para la construcción. En My Sims todo es fácil, no hay problemas casi y cualquier jugador puede disfrutar del título a su ritmo, sin agobiarse por nada. A esto se le suma un manejo sencillísimo, basado en los botones A y B del mando, el puntero, y el joystick del Nunchuk.

El sensor de movimientos hará acto de presencia en ocasiones, para ciertas tareas concretas, como puede ser sacudir un árbol para que caigan sus frutas. También la cruceta tendrá un uso ocasional para mover y rotar las piezas en la construcción de casas y objetos. De esta forma, encontramos un control tremendamente intuitivo en un juego plagado de tutoriales, ayudas y de un nivel de dificultad por los suelos, apto para todo el mundo e ideal para los más pequeños.

Conclusiones

El giro de 180º grados que se ha dado en My Sims es sin duda de agradecer. La saga ya empezaba a estancarse demasiado y un capítulo con una jugabilidad alternativa como la que nos muestra éste nunca debe ser mal visto. El problema viene cuando las cosas no se hacen del todo bien y existe un conformismo desmesurado en cuanto a opciones de creación, modos de juego o apartado gráfico simplemente. My Sims podría haber sido mucho más si se hubieran pulido aspectos como el engrandecimiento de los catálogos de piezas para la construcción, cuidar ciertos detalles visuales, evitar tantos tiempos de carga, etc.

No obstante, es un juego ideal para los casual gamers, especialmente los más pequeños. Desarrolla la creatividad y las perspectivas físicas. El montaje de objetos y de casas, así como la personalización tan extrema de prácticamente todo, lo hacen curioso y divertido a su vez, presentando un manejo y dificultad extremadamente sencillos. Estos Sims ya no tienen hambre o sueño, ahora sólo quieren construir y fabricar, viven para ello.

Lo peor: