La idea de jugar en cualquier parte es un concepto que se está explotando hasta la saciedad gracias al público masivo al que está dirigido la máquina de Nintendo. Por ello, no sorprende encontrar propuestas que ofrezcan pequeños clásicos de todo tipo conocidos por todos, de fácil adaptación para el usuario poco experimentado con los que podemos echar una partida rápida en cualquier lugar sin problemas.
No sorprende entonces que aparezcan títulos como éste TouchMaster, que, a través de 23 minijuegos divididos en tres categorías, promete pequeñas dosis de diversión ya sea en solitario o contra gente de todo el globo a través del infraestructura WiFi. Por desgracia todo queda en una promesa puesto que, salvo meritorias excepciones, lo ofrecido resulta carente de interés pasadas las primeras horas usando nuestro stylus.
Aspecto Técnico
De presencia discreta, observamos unos gráficos de poca calidad, dejando unos menús algo pobres y una demasiado discreta disposición de algunos juegos en concreto. Aunque no resulta determinante a la hora de probar un producto de estas características, comprobamos cómo visualmente no llama la atención.
En lo referente al sonido, no existe nada más allá de unos pocos efectos puntuales y alguna que otra melodía para ambientar. Es de esperar, puesto que dada la naturaleza del juego no se puede pedir mucho más en éste aspecto.
Jugabilidad
Los 23 juegos que componen TouchMaster están divididos, como comentábamos anteriormente, en tres categorías: naipes, con 9 juegos; y destreza y puzzle, con 7 juegos cada una. Éstas divisiones, sobre todo las últimas dos, resultan bastante generalistas puesto que encontramos juegos bastantes diferentes entre sí en ellas.
En la sección para las cartas tenemos bastantes clásicos, como el típico S olitario, así como alguno menos común e igualmente interesante como Target 21, que consiste en hacer puntuaciones de 21 -algo así como en el Blackjack- en cinco columnas diferentes; o Go Wild, cuyo mecanismo se basa en ir reuniendo cartas en tres montones a toda velocidad ya sea por compartir número o palo.
Aquellos englobados en la categoría de destreza resultan más cautivadores. Por ejemplo, tenemos una jugosa caracterización de las típicas damas con simpáticas ranas como protagonistas, una sopa de letras o un acertado trivial, entre otros. Sin duda, es la zona más interesante y donde pasaremos más ratos delante de la pantalla
.
Por último la sección de puzzle contiene el típico Mah Jong -juego chino de hacer parejas con fichas-, una especie de ahorcado con estética a lo La Ruleta de la Fortuna llamado Wordz o Pairs, que funciona -como su propio nombre indica- haciendo parejas con bolas de billar.
Desgraciadamente, pese a lo atractivos que puedan resultar, terminan aburriendo al poco rato puesto que no existen ni premios por batir récords, ni ningún aliciente a que superemos nuestra marca. Por otro lado, algunos resultan demasiado breves incluso para su naturaleza. Se terminan jugando a tres o cuatro incondicionales, ignorando al resto.
Añadámosle a esto que existen varios juegos que no son más que pequeñas variaciones de otros, dejando una clara sensación de bulto. La traducción a nuestro idioma es otro handicap, sobre todo en el juego Trivial cuyas preguntas nos encontramos en perfecto inglés, dejando uno de los mejores sólo a mano de aquellos que controlen el idioma de Shakespeare.
El multijugador, ya sea por conexión ad-hoc o en linea, por desgracia, no es mucho mejor. Es necesario que ambos usuarios tengan su cartucho, aunque muchos se pueden utilizar por turnos. Via WiFi podemos, como siempre, jugar contra cualquiera cuyo código de amigo tengamos. También existe una opción de Torneo, algo más interesante, pero demasiado engorrosa a la hora de pasar menú tras menú para finalmente poder echar una partida.