Entre Caníbales y Vikingos

Antes de comenzar, espero que nadie piense, por el título del análisis, que hoy vamos a hablar de un juego basado en la novela de Michael Crichton, aunque ni a tan enrevesado autor se le podría haber ocurrido un argumento tan irónico como el que nos ofrece Tribal Trouble. Distribuido solamente a través de internet, nos encontramos ante un título que destaca por su tres eses: simple, simpático y con sentido del humor. Porque el juego, ante todo, nos hará pasar unos buenos ratos delante de la pantalla, disfrutando de los problemas vecinales entre los protagonistas.

Es momento de pronunciar los pertinentes avisos, dirigidos a aquellos que esperen encontrar en este análisis el juego de estrategia más completo de la historia, porque no podrían hallarse más lejos de su objetivo. Con la sencillez por estandarte, Tribal Trouble es un ejemplo de como se puede conseguir un desarrollo multiplataforma de calidad, puesto que tanto los usuarios de Windows, Linux o Mac, tendrán la posibilidad de instalar y ejecutar este juego en sus respectivos equipos informáticos. Un ejemplo a seguir que debería convertirse en el comportamiento general, y no en la excepción.

Supongo que, por necesidad, llegará el día en el que podamos omitir este tipo de comentarios en los análisis, pero aún no es ese día... Ventaja para los jugadores en red, que no tendrán que preocuparse por el sistema utilizado por su contrincante, porque el modo multijugador funciona perfectamente aún usando soportes diferentes. La guerra de los sistemas operativos se podrá llevar, por fin, al campo de batalla, pero representada por indígenas y vikingos. Tribal Trouble es un juego de estrategia en tiempo real con unos toques humorísticos que lo diferencian de los arquetipos en este género, y los responsable de su existencia son la casi desconocida empresa Oddlabs.

Sencillo, sí, pero quizás demasiado para el gusto de algunos, aunque no engaña con ostentosos alardes y prometedoras características. Tribal Trouble nos dará simple y llanamente lo que predica, y eso es una ventaja a la hora de comprar nuevo título para nuestras estanterías, conocer realmente lo que ofrece.

Dispondremos de dos modos de campaña y de la posibilidad de enfrentarnos en diversos mapas, ya sea en modo multijugador de hasta seis jugadores simultáneos, o contra la inteligencia artificial de la máquina, con lo que ello supone teniendo en cuenta la deficiencia en este campo hoy día. El manejo es completamente igual en ambos modos, de manera que, aunque el modo de campaña inicia de manera más parecida a un tutorial, el título es tan sencillo que podremos hacernos rápidamente con el control completo del mismo. Y con un argumento entretenido y original a partes iguales.

Una flota vikinga cargada, como no podría ser de otra manera, de vikingos muy juerguistas, sufre un naufragio por culpa de una serie de negligencias náuticas debidas al exceso de cerveza nórdica. Ya lo dice el dicho, si bebes, no navegues. Nuestros peludos amigos despertarán en una isla exótica después de una resaca digna de todos los dioses y valquirias, pero... ¿a quién no le ha pasado esto nunca?. Tras mandar a explorar al vikingo menos perjudicado, es decir, el único que consigue andar dos pasos sin caerse, descubrirán que la isla está habitada por una tribu local, a los que no les causan muy buena impresión tras haber finalizado el botellón en su preciosa e inmaculada playa. La cosa acaba a voces para concluir arreglando sus problemas a hachazos y lanzazos. Ya seas vikingo o indígena, tu labor será aplastar a la tribu contraria. Un divertido argumento para un título de similares características.

Una vez que no hayamos decantado por un modo de juego, y tras haber deliberado lo suficiente como para escoger sabiamente la facción que queremos controlar, es momento de disponer las herramientas para salir victoriosos en esta confrontación. La teoría es tan básica que casi es más rentable comenzar directamente llevándola a la práctica, pero lo intentaremos igualmente. Tanto vikingos como indígenas componen sus unidades en dos tipos, guerreros y peones. Hasta aquí nada que no ocurra en la mayoría de los juegos de estrategia en tiempo real, pero es que en este caso no se trata de una burda simplificación, si no de la pura realidad.

Los peones, como todos los veteranos estrategas habrán supuesto, se utilizarán para construir edificios y recoger recursos, pero en Tribal Trouble, además, serán los encargados de fabricar armamento, transportar nuestras posesiones de un edificio a otro y hasta serán entrenados para convertirse en soldados. La cantidad de edificios diferentes que podemos construir será tres, ni más, ni menos. De cada tipo seremos capaces de hacer todas las reproducciones que deseemos, pero sólo hay tres edificios distintos. A saber, el primero de ellos, el barracón, donde los peones de nuestra tribu, ya sean indígenas o vikingos, irán apareciendo para ser reclutados. Su funcionamiento es simple, un marcador irá indicando cuantos peones tenemos disponibles, y la cantidad de peones se incrementará en uno periódicamente.

El siguiente edificio en importancia es la armería, allí será donde se almacenen los recursos y donde se fabrique y guarde el armamento. Los recursos serán de cuatro clases: madera, piedra, hierro y, el más escaso de todos, pollos. No, no penséis que me he vuelto loco, porque nuestros amiguitos han descubierto como utilizar estas pacíficas aves en sus mortíferas herramientas de aniquilación. La madera se usará para construir edificios y en la fabricación de armas, y es el recurso más básico de todos.

Construir armamento de piedra, que en el caso de los vikingos serán hachas arrojadizas, y en el de los indígenas, lanzas con el mismo fin, será solamente posible si disponemos de piedra y madera. Las armas de hierro usarán este material, además de piedra y madera. Por último, las destructivas armas de pollo, que harán uso de pollos, hierro, piedra y madera. La sección estratégica la encontramos en decidir que cantidad de cada tipo de arma deseamos construir, por lo que nos veremos obligados a destinar peones a su recolección en la proporción apropiada.

Por supuesto, el tiempo de fabricación depende de la potencia del arma y de la cantidad de peones que tengamos destinados en la armería para encargarse de esta labor. Luego, también en el mismo edificio, tendremos la posibilidad de entrenar peones libres para que cumplan la función de soldados, siempre y cuando tengamos suficientes peones establecidos en la armería y suficiente armamento para dotar al soldado de la equipación necesaria. Los soldados serán de piedra, hierro o pollo, según el arma que porten. Las armas de piedra son las más básicas y las de hierro son un poco mejores, pero las de pollo consiguen golpear, y nunca mejor dicho, dos pájaros de un tiro, porque rebotan de un objetivo a otro.

El último edificio es la torre de vigía, donde si apostamos un soldado como guardia será capaz de atacar desde lo alto a los enemigos incursores. Eso sí, si la torre es destruida, ésta se derrumbará con soldado y todo. Como veis, para jugar a Tribal Trouble es mejor olvidarse de herrerías, serrerías y minas, como estamos acostumbrados en otros juegos. Tres tipos de soldados y tres tipos de edificios nos dan todas las posibilidades necesarias para entretenerse durante un buen periodo de tiempo. ¿Se echa en falta mayor variedad?. La respuesta corta es no. La larga es un sí, con un gran pero... Habría que decidir si estamos dispuestos a sacrificar ciertas virtudes del juego en función de nuevas características, y cuanto de útiles serían las mismas dentro del argumento.

Una vez conocidos los detalles, lo que resta es proteger nuestro asentamiento de los soldados enemigos, y devolver el golpe para evitar perder esta batalla. Una y otra vez las misiones consistirán en establecer una base, construir tropas, defender los edificios y peones y, finalmente, lanzar nuestras fuerzas contra el poblado enemigo. Alguna fase de la campaña tiene alguna variación de este argumento, como rescatar o proteger aliados, o recorrer la fase sólo con soldados, sin necesidad de construir la base, pero básicamente el juego consiste en lanzar ataques y repeler los del oponente. Como en realidad casi todos los RTS tratan de lo mismo, no estamos contando nada nuevo. En Tribal Trouble la única fuerza realmente definidora es el número de tropas, y realmente veremos en pantalla una gran cantidad de soldados en el fragor de la batalla, hasta 1500 unidades a la vez, más de 200 por facción. Pero nos tendremos que olvidar de aspectos puramente tácticos, excepto aquellos que traten sobre la recolección y administración de recursos.

Gráficos

Uno de los aspectos muy bien tratados en el juego son los gráficos. Los escenarios, todos ellos muy parecidos, puesto que se trata de diferentes islas tropicales o nórdicas, están muy bien definidos. Encontraremos riscos y acantilados, desniveles y colinas, posiciones mejor o peor defendibles. Los recursos se representan de manera apropiada, perfectamente diferenciados en el mapa, y se regenerarán periódicamente una vez se han agotado. Todo ello con un aspecto irreal, que no mal definido, sino más bien caricaturesco.

Un ejemplo básico son las unidades, cuya representación es realmente divertida, tanto que en seguida nos encariñaremos con los carismáticos protagonistas. Los vikingos serán barrigones y peludos, como un arquetipo sacado de cómics de galos y pociones mágicas. Los indígenas no son menos simpáticos que sus enemigos, con sus máscaras y ropas tribales. Por supuesto, los edificios de cada facción están creados completamente acorde con la misma. Los de los vikingos serán de madera, con ese aspecto nórdico tan característico, mientras que las chozas indígenas parecen sacadas de cualquier tribu amazónica. Expresándolo en otros términos, los gráficos tienen consistencia y no destacan errores graves. El manejo de las cámaras nos permite rotar para observar cualquier punto cuya apreciación no fuera posible por culpa de elementos del terreno.

Otro aspecto interesante es el número de tropas en pantalla, donde más de doscientos personajes de cada facción pueden aparecer simultáneamente. Sin tenemos en cuenta los tamaños de las islas, la cantidad es más que considerable. Ver desfilar a los peones de un edificio a otro, o recolectando recursos, recuerda a juegos como los Lemmings o Baldies, por lo simpático de los protagonistas.

Los efectos visuales, tales como fuego o humo, también están muy bien trabajados. Quizás el agua, que  juega un papel importante, porque rodea la masa de tierra en la que nos ubicamos y está presente casi continuamente, tendría que haber sido trabajada más concienzudamente. Incluso los elementos que porta cada personaje están completamente diferenciados, de manera que las tropas con armas de piedra son completamente diferentes de las que blanden armas de pollo.

En el caso de los vikingos, las unidades que llevan armas de esta índole visten un yelmo con la cabeza de este animal, y un uniforme más colorido que el resto de sus compañeros. Todo un deleite para la vista. Que nadie piense en altísimos requisitos gráficos para poder disfrutar al completo de Tribal Trouble, porque estos son bastante reducidos teniendo en cuenta la vertiente actual. Ordenadores portátiles con gráficas integradas o incluso equipos que ya pasaron de ser tecnología punta hace un tiempo, pueden disfrutar a pleno rendimiento del juego en su totalidad, incluso cuando se reúnen en pantalla todas las tropas disponibles no veremos ralentizado, de manera apreciable, nuestro equipo. Una ventaja necesaria, porque un juego tan sencillo en el planteamiento y en la jugabilidad no podría pecar de exigir las características de otros títulos que hacen gala de todo tipo de complicaciones y elaborados efectos visuales. Hasta en este punto Tribal Trouble se mantiene consistente, y hay que resaltar que es una característica que no es tan común como debería ser. No sería la primera vez que un juego que no ofrece demasiadas ventajas solicita un equipo de última generación para poder disfrutar del mismo. Esto se merece una felicitación, como mínimo, al desarrollo.

Sonido

Durante todo el juego, músicas tribales o étnicas se dejarán oír como banda sonora nuestro andares y desventuras por las diferentes islas. Como casi siempre, la música acompaña, pero no destaca por su genialidad. Peca, como en tanto otros títulos, de repetitiva, pero se adecua a la perfección con el entorno y la situación, de manera que seremos capaces de aguantar el bombardeo musical sin necesidad de usar tapones para los oídos. La duración de las partidas y las ligeras variaciones en la banda sonora ayudan bastante a que el efecto no se presente como agobiante.

Los sonidos referentes a acciones como ataques, recolección o construcción de edificios también son adecuados. Los jefes tribales harán sonidos característicos al usar sus capacidades especiales, e incluso seremos alertados por una estridente bocina cuando nuestras tropas sufran ataques del contrario. Los efectos sonoros no se dejan escuchar fuera de lugar y solamente serán apreciables si nos acercamos a la unidad que está llevando a cabo la acción, aumentando la intensidad de manera inversamente proporcional a la distancia que nos separa del foco de sonido. No es nada excepcional, pero muchas veces, los juegos de pequeños desarrolladores suelen perder credibilidad en el apartado sonoro.

Tribal Trouble sigue, en este aspecto, la línea que lo caracteriza durante todo el análisis, y no pierde ni un ápice de la consistencia que hemos venido recalcando durante el texto. Se echan de menos, como no podría ser de otra manera, voces que dieran más vida y simpatía a los personajes del juego. No puede uno dejar de imaginarse esa voz ronca de vikingo, con un acento grave, cada vez que el jefe de dicha tribu bambolea sus bien entradas carnes por la isla. Esperemos que una futura versión pueda incluirlas, siguiendo con el rumbo marcado hasta ahora por los desarrolladores de Oddlabs, y de manera que el juego no pierda ni una pizca de la simpatía actual.

Jugabilidad

Respecto a la jugabilidad, y dejando de un lado la sencillez patente en Tribal Trouble, hay que decir que los controles son altamente intuitivos. No es necesaria demasiada experiencia en el campo de la estrategia en tiempo real para manejar el juego como un profesional en el mínimo de tiempo. No sólo por la simplicidad en opciones de construcción o acciones, si no porque sigue todos los patrones que se utilizan hoy día en la mayoría de los títulos de este género.

Seleccionaremos tropas con el botón izquierdo del ratón, y con un doble clic haremos lo mismo pero con todas las tropas de dicho tipo en la pantalla. El botón derecho nos permitirá marcar la acción, ya sea de ataque, recolección o movimiento. La interfaz de usuario es agradable, completamente visible y se presenta con naturalidad en la pantalla, complementándose con el mapa del juego.

Cada acción, ya sea de tropa o de edificio, tiene asignada un atajo de teclado, y, una vez dominados estos, seremos capaces de controlar nuestra tribu como el mejor de los gobernantes. Quizás alguna vez la selección de tropas cerca de elementos del mapa, tales como edificios o árboles, se hace engorrosa, pero un giro de la cámara, de manera suave y bien realizado, nos permitirá acceder a la unidad sin más problema.

Las pantallas de presentación no son espectaculares, pero sí bien elaboradas y vistosas, de nuevo en la línea del resto del juego. Quizás lo más importante a este respecto es que Tribal Trouble se encuentra completamente, y hasta lo que un servidor ha podido leer, correctamente, traducido al castellano. Cuantas empresas con gran capital no han sido capaces de producir títulos con tal calidad lingüística, de manera que el usuario sea capaz de dudar si el juego ha sido desarrollado en España o en el extranjero. Todos y cada uno de los textos los encontraremos, si lo deseamos, en el idioma de Cervantes.

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