[E3] Assassin's Creed, Impresiones

Bajo la atenta mirada de Jade Raymond hemos probado durante casi una hora uno de los títulos más importantes de este fin de año. Vagamos por la Jerusalén de las Cruzadas para dar muerte a un traficante de esclavos. Te contamos en exclusiva nacional online lo que hemos visto en nuestra experiencia con Assassin's Creed.

En las conferencias de Microsoft y Sony Assassin's Creed estuvo doblemente presente. No en vano es uno de los títulos multiplataforma más deseados, igualmente por usuarios de PS3 como de Xbox 360 y la auténtica estrella del potente fin de año que prepara Ubisoft. Esta mañana hemos tenido la ocasión de jugar a esa misma demo que Jade Raymond mostró durante la conferencia de Microsoft el martes. Ha sido en el hotel Loews, donde la compañía gala tiene su centro de operaciones, y casualmente, también bajo la mirada de la atractiva productora, con quien hemos coincidido.

Antes de comenzar a probar la demo se nos ha dado ocasión de escoger la versión de Assassin's en la que ésta correría, a lo que nos hemos quedado con la de PlayStation 3 por una mera cuestión de disponibilidad -las de 360 estaban las dos máquinas ocupadas-, aunque por lo que hemos visto, gráficamente ambas son idénticas y no existen diferencias. La demostración tenía lugar en una Jerusalem en avanzado estado de desarrollo, un total de 15 veces mayor que la Ciudad Santa de la demo del E3 del año pasado. Desde las alturas, Altair, miembro del clan de los asesinos, observa su devenir.  Hoy tiene una misión que cumplir dentro de su guerra santa para conseguir detener los tiempos oscuros que se ciernen sobre su hogar; eliminar a Talal, un conocido criminal, traficante de esclavos.

Nos familiarizamos con el interfaz. Arriba a la derecha aparece una leyenda con las diferentes acciones que Altair tiene disponibles, que varían según el momento y que están asociadas a los diferentes botones del mando. Miramos hacia abajo y localizamos un carro con paja, por lo que presionamos X y nos dejamos caer desde las alturas, amortiguándose en él la caída. En la esquina inferior derecha, el radar, con el que podremos guiarnos respecto dónde se encuentra nuestro objetivo, que aparece como una cruz.

Antes de dirigirnos a cumplir la misión, decidimos dar una vuelta por la ciudad para comprobar el trato que se le ha dado en cuanto a rigor histórico y a comportamiento de sus habitantes, uno de los elementos en los que mayor tiempo han invertido en el estudio; más de 300 modelos únicos de personajes han sido creados, además de un sistema que vela por que el mismo individuo no aparezca dos veces en la misma situación. Podemos comprobar cómo hay mujeres que pasean a sus hijos, que transportan aceite en vasijas, hombres charlando, mercaderes ofreciendo sus productos, ancianos, guardias que trabajan en el mantenimiento del orden, monjes, e incluso, mendigos que nos persiguen pidiendo limosna.

Altair se desplaza caminando, pero puede correr, esprintar y empujar para apartar a la gente, ideal para moverse entre la masa. Para escalar una pared, únicamente es necesario coger carrerilla y manteniendo el botón X presionado, el asesino caminará por ella, cogiendo impulso para agarrarse a un saliente. El resto se realiza más fácilmente, sólo requiere pulsar arriba, izquierda o derecha para escalar o desplazarse horizontalmente por la pared. Resulta práctico e intuitivo, al igual que las secciones de plataformas, que no tienen la complejidad de Prince of Persia, ni tampoco sus piruetas espectaculares, pero que ofrecen libertad y practicidad suficiente para saltar entre tejados, escapar en las persecuciones o infiltrarse, por ejemplo.

El modo combate se activa con L1. Pulsándolo una vez Altair desenvainará el arma que tengamos seleccionada; la espada, las dagas, la hoja del asesino -el arma especial que utilizan los de su gremio y que ya ha sido mostrada en varios trailers- y pelear con las manos desnudas. Automáticamente se iluminará el enemigo más cercano, junto con la aparición de unas extrañas letras, de corte futurista. Probamos el sistema con un guardia. Desenvainamos ante él y su reacción primera es advertirnos: "envaina esa espada inmediatamente", a lo que hacemos caso omiso. Al continuar con nuestra posición amenazante empuña su espada y se dirige a nosotros.

El botón de ataque es el cuadrado, con él propinamos diferentes golpes y ejecutaremos los combos dependiendo de la pulsación y la velocidad. Si mantenemos pulsado R1, Altair se cubrirá, bloqueando los ataques que reciba mientras que no sean por detrás o más de uno a la vez, algo que romperá su guardia. Una de las cosas más interesantes del sistema de combate es que se pueden realizar contraataques si pulsamos el botón cuadrado en el momento exacto.

Dependiendo del enemigo y del tipo de movimiento, las maniobras serán diferentes y muy cruentas, acabando siempre con el enemigo muerto, atravesado por el acero, o rematado en el suelo, junto a un charco de sangre. Dependiendo de qué botón se pulse -excepto el triángulo- para el golpe final, la ejecución del guardia será diferente. El botón de presa es el círculo, algo que los enemigos también podrán utilizar. Para evitarlo existe una contra-presa. También es posible eludir las espadas enemigas con rápidos movimientos de fuga. La IA se aclimata a nuestro tipo de lucha. Si utilizamos un perfil conservador, como lo fue en nuestro caso, cubriéndonos y buscando el momento justo para contraatacar, su opción será venir a por nosotros en grupos de dos enemigos o rodearnos para cazarnos por la espalda y utilizar presas o empujarnos contra la pared.

Seguidamente ponemos a prueba las reacciones del entorno social ejecutando a un civil, una pobre indigente que se atreve a acosarnos pidiendo limosna. Automáticamente un grupo de la gente que ha presenciado el acto, huye, todas las mujeres, sólo algunos hombres se quedan a una distancia prudente, mientras que los gritos de la multitud horrorizada atraen a los guardias. Desde ese momento, toda la ciudad conocerá nuestros actos y tendremos que escondernos de los guardias en todo momento por el crimen cometido en público.

Una vez hemos aprendido a manejarnos con el combate, estamos listos para avanzar en el interior de la ciudad, hasta ajusticiar al que se lucra comerciando con la libertad de otros. Utilizamos la visión de águila, una habilidad de Altair, para poder explorar la zona en busca de pistas y enemigos a los que evitar. Las pistas aparecen como puntos azules, los enemigos como rojos. Alcanzamos los aledaños al edificio donde se oculta el mercader.

Está fuertemente custodiado. Notamos, observando desde la azotea de una casa contigua, que sería posible acceder a un callejón posterior si conseguimos burlar la vigilancia de un grupo de tres guardias. Vemos cuatro monjes caminando por la calle contigua, dirigiéndose al lugar. Bajamos a toda prisa y nos unimos al grupo, pulsando el botón círculo Altair imita su pose, agacha la cabeza y junta las manos en posición de orar. No nos detectan.

Damos la vuelta por el callejón y aparece un guardia más, de espaldas. Tenemos la opción de esquivar su mirada si escalamos un toldo y cruzamos por él despacio, o lo que finalmente hacemos, seleccionar las dagas y quitarlo del medio con una ejecución silenciosa; apareciendo desde atrás agarramos su cabeza dejando su cuello al descubierto, y lo seccionamos. Apenas ha tardado Altair dos segundos, tras los que se separa de su víctima, que aún se tiene en pie unos momentos antes de desplomarse hacia atrás. Tenemos vía libre al interior del edificio, por su parte trasera, y en él entramos. Pero apenas unos segundos explorando el interior de lo que parece un almacén de jaulas, una reja se cierra tras nosotros, dejando claro que es una trampa.

Antes de que nadie deje claras sus intenciones exploramos la zona y vemos a hombres hechos esclavos, apresados en minúsculas celdas, otros en el sótano, intentando agarrar nuestros pies al paso, con claros síntomas de inanición. Assassin's Creed está conducido por unas secuencias cinemáticas in-game que el jugador puede escoger cómo visionar; los acontecimientos ocurren, pero se da la libertad de contemplarlos bajo la cámara sugerida por Ubisoft o por el contrario dejar que sea el jugador quien decida cómo vivirlos. Para adoptar la cámara recomendada habrá que presionar el botón X cuando un halo azul rodee la pantalla, esa será la señal. Haciéndolo se pueden apreciar mejor detalles estéticos, como por ejemplo y en esta estancia, realizar un primer plano de los esclavos.

Seguidamente aparece nuestro captor, casualmente, quien debía ser nuestro objetivo. Alguien nos ha vendido, y no como esclavo precisamente. Equipado con un arco, nos da la oportunidad de tener una muerte digna, ante lo cual, acto seguido, aparecen seis de sus guardaespaldas personales, ataviados con unos trajes negros en lugar de las corazas de los guardias anteriores, y comenzamos un nuevo enfrentamiento. Apenas tenemos problema para acabar con todos ellos  -algunos utilizando el lanzamiento a distancia de dagas, que también funcionan como proyectiles- y salir al exterior, al tejado, en busca de quien debe ser asesinado.  Nos recibe con flechas, pero ágilmente las esquivamos y en tres saltos alcanzamos su posición, ante lo que huye, bajando a la calle y entremezclándose con la gente.

Comienza aquí una espectacular persecución; el enemigo corre por su vida mientras nosotros, con la hoja del asesino en la mano derecha, vamos en su búsqueda para ejecutarlo. Las calles de Jerusalén son testigo de esta carrera mortal, y también sus habitantes, que en pleno mediodía, abarrotan sus calles. El gentío juega en esta ocasión claramente en favor del enemigo, ya que nos impide correr a la máxima velocidad, nos entorpece y nos hace perder momentáneamente la pista del objetivo. Pero apartándolos y virtud a la mayor velocidad de Altair, podemos finalmente darle caza, justo detrás de una esquina; al ir en carrera y pulsar triángulo, nuestro personaje salta en una espectacular maniobra y clava su fría hoja en la espalda de Talal.

Aparece una escena donde, en sus últimos momentos de aliento, el traficante de esclavos revela importantes detalles sobre el guión y la historia de Assassin's; cómo ya en el año 1119 y en plenas Cruzadas, ya existía gente que utilizaba pretextos religiosos para lucrarse. En una secuencia muy limpia, con eco en la voz del asesinado y el vacío hecho entre la gente, Altair lo remata tras pronunciar sus últimas palabras, rebanándole el cuello.

Pero lejos de terminar, el nivel todavía no finaliza; es necesario que alcancemos el punto de extracción, situado en una tienda. Habiendo asesinado a un conocido mercader con importantes contactos políticos, pronto acuden guardias a la zona. Nos damos cuenta que aparece en pantalla un indicador que refleja la situación de alerta de los guardias en varios niveles; rojo, amarillo, azul y blanco. Ahora mismo marca rojo. Debemos salir corriendo, subir a un tejado y refugiarnos en una pagoda con cortinas que encontramos a mano. Allí la alerta, tras un par de minutos, se reduce al tercer nivel, pero se reactivará instantáneamente si nos vuelven a detectar.

Jugando con las habilidades de escalada de Altair, con su habilidad para no levantar sospechas y con el radar, conseguimos evitar levantar desconfianzas a pesar de pasar delante de uno de los guardias, que nos espeta que le "parecemos familiar". Una vez alcanzamos la tienda y su interior, damos por finalizada la demo, aunque aún parece haber más contenido detrás de esta versión que se ha presentado. Ha sido una hora casi la que hemos pasado con Assassin's Creed, que nos ha servido para volver a convencernos de que el título es uno de los imprescindibles de la temporada, una historia de justicia en un mundo corrompido por dos religiones y que curiosamente, es un asesino quien la imparte.