Las dos caras del príncipe

Revisión con carácter

Dos años después de su lanzamiento original, Rival Swords llega a Wii con una versión adaptada al particular control de la consola de Nintendo, y con ausencia de cualquier otro añadido. Con una aventura que mezcla exploración y combate a partes iguales, el principe deberá librar una intensa batalla en su tierra, mientras esta sigue siendo destruida por fuerzas enemigas. Por otro lado, siniestros acontecimientos llevarán al príncipe a descubir una nueva personalidad en su interior.

Así, con el príncipe desarmado y recién llegado a sus dominios comienza el último capítulo de la historia. Debemos superar multitud de trampas, combates y laberínticos escenarios si queremos llegar a descubrir el final de la interesante trama. Armados con el Wiimote y el Nunchuck, y con un príncipe más ágil que nunca, es hora de recorrer las calles de babilonia.

Gráficos

Ampliar

El trabajo de animación sobre el príncipe es simplemente fantástico, lo que hace que destaque enormemente sobre el resto de elementos del entorno. La gran cantidad de animaciones del protagonista resultan muy satisfactorias para el espectador, existiendo movimientos de todo tipo para el combate, la esquiva y las acrobacias. Los enemigos, aunque mucho más limitados en sus animaciones, también realizan esquivas y contraataques contra nuestro héroe. A pesar de que la paleta de colores está bastante centrada en los tonos ocres y marrones, se echa en falta más viveza en la presentación de los colores, tan solo destacando el efecto dorado de las arenas del tiempo.

Los escenarios, inteligentemente diseñados para aprovechar al máximo las habilidades del príncipe, ofrecen normalmente una única ruta de avance. Incluso estando plagados de elementos en los que colgarse o por los que desprenderse, resultan demasiado fríos y carentes de elementos móviles salvo en los limitados puzzles que deberemos solventar. Los objetos del escenario tampoco resultan más que meros obstáculos que podremos destruir si nos place, algunos escondiendo una limitada cantidad de arenas para rellenar nuestro marcador. Los efectos visuales van en consonancia con lo mostrado en los escenarios, resultando algo escasos aunque bien realizados y siendo el uso de los poderes que nos concede la arena lo más remarcable.

Sonido y Efectos FX

Ampliar

A pesar de que el sonoro no es el apartado estrella del juego, si que deja buenos detalles especialmente en las conversaciones del protagonista con su alter ego oscuro. Cargada de cinismo e ironía, la mitad siniestra del príncipe se convierte en el contrapunto ideal al noble carácter del héroe de Persia. Pese a no contar con un doblaje al castellano excepcional, el repertorio de voces resulta adecuado y el trabajo final es notable en todos los personajes. La ecualización del sonido está bien realizada, dejando los diálogos sonar sobre cualquier melodía o sonido de fondo.

En lo negativo, se echa en falta un mayor sincronismo en su activación ya que en ocasiones pueden sonar a destiempo, echando por tierra su cometido de aportar tensión al ambiente. Por último, el repertorio de efectos sonoros queda bastante reducido por la preponderancia de las voces sobre cualquier otro sonido. Los efectos de las armas al golpear, el sonido del príncipe al deslizarse por las paredes o al balancearse son de lo más llamativo en un apartado bastante simplificado.

Jugabilidad

Tras el trabajo dedicado a este aspecto podemos decir que si bien el catálogo de movimientos del personaje es enorme, el nuevo control no consigue resultar satisfactorio al cien por cien. La gran cantidad de ataques requieren pulsaciones combinadas de varios botones a la vez que accionamos en el aire el mando o el nunchuck, resultando nada intuitivos. En contraposición con esto, la variedad de acciones que el principe puede realizar nos permiten desde desarmar a los enemigos hasta ejecutarlos acrobáticamente mediante apoyos en paredes o columnas. La curva de aprendizaje para dominar el control es más inclinada de lo deseada y lleva horas conseguir que nuestro héroe reaccione como queremos.

Los controles están dispuestos de forma bastante lógica, utilizando el stick analógico para controlar el personaje y la cruceta digital para mover la cámara. Ésta también se puede rotar mediante la rotación del Wiimote sobre su eje longitudinal, aunque este tipo de giro resulta mucho menos preciso que el realizado con la cruceta. Los botones A y B realizan el grueso de las acciones, desde rodamientos a saltos y balanceos sobre las barras del escenario. En combate, el botón Z nos permite acceder a técnicas algo más sofisticadas en combinación con el movimiento de ambos mandos. Por último, el botón C se reserva para activar los poderes de las arenas del tiempo.

Una vez descubiertos los controles y habituados al manejo del personaje en los compases iniciales, que hacen las veces de tutorial, entablaremos combate y descubriremos las llamadas matanzas veloces. Esta acción sigilosa permite acabar con los enemigos de forma silenciosa y limpia, mediante una aproximación por su espalda o cayendo sobre ellos y ejecutándolos con un par de golpes. Resulta una idea interesante y que ahorra tiempo, existiendo un gran número de oportunidades de ponerla en práctica. La IA del juego nos pondrá las cosas fáciles, siendo los enemigos previsibles incluso en los más altos niveles de dificultad. Así, en los combates múltiples no deberíamos tener mayores problemas si conseguimos dominar el indómito control. 

El papel del príncipe oscuro es un elemento interesante, ya que podremos acceder a un arma en forma de látigo con la que balancearnos en barras lejanas o tirar de los bloques preparados a tal efecto. En combate, este personaje dispone de ataques mucho más potentes con esta arma, con la que el control cobra algo más de interés al tener que agitarlo en el aire circularmente, por ejemplo. Para aquellos que se lo pregunten, el movimiento de las armas no es libre y se puede decir que los golpes se activan al realizar un movimiento brusco con el mando.

Ampliar

Ampliar

Ampliar