Super Mario Galaxy

Uno de los grandes títulos en el horizonte de lanzamientos de la nueva máquina de Nintendo. Esta nueva y esperadísima aventura lleva a Mario al espacio, con un aspecto gráfico excelente y una jugabilidad endiablada. Bienvenido al mundo de las estrellas.

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Nueve meses ha tardado Nintendo en volver a mostrar cómo avanza la demo de uno de los retornos más esperados. Mario es sin duda dentro de Nintendo el personaje que más juegos 'secundarios' ha encabezado. Kart, tenis, deporte, fútbol, baloncesto, RPG, Party… Pero desde que en 1.996 protagonizara Super Mario 64, en estos once años sólo ha protagonizado otro plataformas en consolas de sobremesa. Super Mario Sunshine resultó un gran título, pero lejos del referente que supuso el anterior.

El pasado E3 se filtraba horas antes de la conferencia previa de Nintendo información, entre la que aparecía un nombre: Super Mario Galaxy. Una vez dentro del Kodak Theatre, se confirmaba ese título, pero un segundo plano. Zelda y Wii Sports mandaban, y de Mario apenas unos segundos vídeos. La sorpresa: estaría jugable en el stand de la compañía en el Convention Center.

Tanto el juego protagonizado por Link como de deportes fueron las dos claves de Nintendo porque serían ambos títulos de lanzamiento de la máquina. Pero como muchas demos que se hacen a toda prisa para las ferias de este tipo, tenían demasiadas fisuras que con el tiempo se han mejorado. Pero, irónicamente, Super Mario Galaxy era la demo mejor hecha de los más de quince títulos presentes. Y digo irónicamente porque resulta cuanto menos curioso que el juego que más tarde llegará de todos esos sea el que mejor luzca.

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Esta máxima de que sólo Nintendo y sus second parties son capaces de sacarle todo el jugo a sus consolas es algo que llevamos escuchando desde los tiempos de Nintendo 64, pero que se ha acentuado, salvo excepciones, en Nintendo DS y Wii. Centrándonos en lo que nos concierne, que un juego como Twilight Princess que viene de una anterior generación sea de momento en mejor juego a nivel visual da una idea de lo infravalorado del hardware de Wii.

A estas alturas todos somos conscientes de las limitaciones de la máquina respecto a su competencia generacional, pero casi es más una muestra de pasotismo por parte de desarrolladores de lanzar juegos que requieran cierta elaboración. Super Mario Galaxy es la evidencia de que trabajar sobre el hardware da un resultado excelente, capaz de sacarle los colores al actual catálogo de Wii.

El equipo de desarrollo también ha sido inteligente en la concepción del juego. La apuesta por recrear una galaxia llena de pequeños planetas ayuda a que la máquina pueda centrar sus recursos de texturas, polígonos y efectos en lugares muy concretos, liberando al hardware de trabajar con superficies vastas. ¿El diseño como arma para disimular la limitada capacidad gráfica? Sin duda. Y cuando se hace tan inteligentemente como es el caso y con un resultado tan atractivo, Nintendo tiene una vez más mucho que enseñar a terceros.

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Los detalles de cómo llegamos a esta galaxia son por ahora desconocidos, pero sí conocemos dos tipos de estrellas con los que se vale Mario para viajar de uno a otro. Las primeras son doradas de un tamaño superior al de Mario, desperdigadas por todo el universo, con las que si Mario entra en contacto sale disparado hacia el espacio con un destino que inicialmente puede ser desconocido. Las otras estrellas son pequeñas, azules, y aparecen varias a la vez y muy juntas.

Para avanzar por ellas entra en juego el Wiimote y su sensor de apuntado. Si colocamos el cursor sobre una de ellas y Mario está lo suficientemente cerca, ejercerá un pequeño poder de atracción que lo hará levitar. Moviendo dicho cursor hasta la siguientes estrellas debemos conseguir que llegue sano y salvo al destino y no acabe perdido en el espacio cual basura espacial.

Aparecen opciones secundarias para conectar dichos planetas, como una manzana que golpeamos una protuberancia de un culazo y sale un gusano que nos lleva hasta la siguiente. O una pequeña planta que se convierte en una enredadera, sacándonos del campo gravitatorio de uno de estos microplanetas para entrar en el de otro. A priori resulta todo bastante complejo y un poco lioso, pero confiemos en el buen hacer de Nintendo para normalizar el aparente caos.

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El uso de las particularidades del mando de Wii serán amplias y necesarias en ocasiones tales como devolver ataques enemigos, girándolo para generar viento y planear agarrados de una flor, o para recolectar los trozos de unos cristales por ahora misteriosos pero que parecen fundamentales en el desarrollo del juego. Por supuesto, tendremos que recolectar monedas, y el clásico sonido que acompaña a esta acción desde hace más de veinte años sonará en esta ocasión a través del Wiimote.

Los planetas son, en su tamaño y concepción, de lo más variado e incluso surrealistas. Encontramos planetas pequeños y lisos, redondos, con forma de tubo, de piedra, de césped, metálicos, de madera. Hasta manzanas gigantes y naves espaciales. Hay fases acuáticas, de lava, e incluso sobre barcos pirata. Parece que haremos uso de agujeros negros para movernos de un universo a otro, hay muchas cosas todavía en el aire.

Los jefes finales siguen la tónica de ser desmesurados en su tamaño, mucho más grandes que el protagonista, algo inusual en un juego de Mario y más propio de un Zelda. Una araña gigante a la que buscar la manera de darle la vuelta, una especie de pulpo de lava al que no podemos atacar directamente o una enorme máquina lanza-balas por la que deberemos subir poco a poco hasta dar con su punto débil en la cabeza.

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En su apartado gráfico encontramos grandes resultados en la carga poligonal. Las texturas acompañados de un normal-mapping muy resultón dejan en pañales a lo que encontramos en los lanzamientos actuales. En la iluminación también se va un paso más allá en cuanto a transparencias, reflejos en superficies y sobre todo en las fuentes de luz, incluso simulando cierto HDR en una escena en la que Mario sale disparado desde una explosión.

Si los escenarios en el vídeo del pasado E3 resultaban bastante vacíos, en esta nueva aparición se encuentran completos y dinámicos. También se ha implementado cierto blur en los objetos más lejos en el horizonte, como si realmente estuvieran desenfocados. Las físicas y el motor de partículas son los aspectos más discretos del juego, quizá por la propia concepción y género del juego. No parecen un punto importante salvo en la simulación de gravedad, en constante cambio y alterable en cientos de ocasiones.

Queda mucho por descubrir sobre Super Mario Galaxy y los secretos que esconde su jugabilidad, cuánto uso hará de las posibilidades del mando y lo más desconcertante, su comentado juego cooperativo del que todo está en aire -incluso el que finalmente lo implementen-. Su fecha de lanzamiento tampoco suena a corto plazo, ni tan siquiera a medio. Juegos como Metroid Prime 3 o Smash Bros. Brawl, que deberían ser más inminentes ni tan siquiera suenan para este primer semestre. Si ambos acaban llegando más tarde a Europa respecto a Japón, y Mario salga en territorio nipón forzando el cierre del año, es probable que nos quedemos sin él hasta 2008. Confiamos plenamente en que esto no ocurra.

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