Lost Odyssey, Impresiones

Lost Odyssey es un título de sobra conocido entre todos los usuarios de Xbox 360, el segundo de los grandes proyectos exclusivos de Mistwalker. Hironobu Sakaguchi nos presenta su nueva y prometedora epopeya...

Hay juegos que, desde el mismo momento en que revelan su existencia por primera vez, comienzan a labrarse una fama que en ocasiones puede derivar incluso en una expectación enfermiza. Juegos de los cuales cada nueva imagen o comentario de sus creadores refuerzan toda una leyenda que gira alrededor de promesas que, de cumplirse, dejarán huella en la historia de los videojuegos.

Cada nuevo año trae consigo, además de proyectos y metas por rebasar, esos 5 o 6 títulos tan esperados cuyos contornos comienzan a vislumbrarse en el horizonte. La niebla que se disipa paulatinamente nos deja apreciar retazos de una leyenda inminente. Este 2007 vendrá cargado de epopeyas, recogidas en una obra llamada Lost Odyssey, y encarnadas en los sueños y recuerdos de Kaim, un inmortal con 1000 años de memorias a sus espaldas.

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Xbox 360 será la elegida para ver nacer este año la aventura definitiva surgida de la imaginación de ese bardo contemporáneo que es Hironobu Sakaguchi. Lost Odyssey será su obra más personal y la culminación de todas las inquietudes que manifestó hace 20 años, cuando creó un Final Fantasy que le ha hecho merecedor de entrar a formar parte de la historia viva de los videojuegos.

Estamos a punto de cumplir casi 2 años desde que su estudio, Mistwalker, hiciese temblar los cimientos de la industria con el anuncio de dos JRPGs que aspiraban a calar hondo entre los jugadores. Ahora ha llegado el momento de comprobar, tras las buenas sensaciones dejadas por Blue Dragon, si Lost Odyssey se confirma como el proyecto que encumbrará de nuevo el nombre de su creador, esta vez entre las futuras generaciones de consoleros.

Qué lejano queda el día en que Takehiko Inoue mostraba el diseño de un personaje que parecía extraido de su manga Vagabond, pero que significaba su primera incursión en el mundo de los videojuegos de la mano de su amigo Hironobu. Ahora, después de que su nueva obra se haya renderizado y haya pasado la criba de dos grandes ferias como el TGS y la Jump Festa, es momento de que podamos disfrutar con calma de lo que depara la demo que sintetiza el trabajo que hasta la fecha se ha cargado a sus espaldas el equipo de desarrollo, Feel plus, comandado por estos monstruos del arte audiovisual.

La revista semanal Famitsu fue la que suministró la versión jugable de cerca de una hora con la que Sakaguchi pretendía dejarnos con la boca abierta. Si bien el juego ha sobrepasado el ecuador de su producción, la demo aún no integra muchos elementos que los creadores se están guardando en la chistera para ir desvelando poco a poco según se acerque la fecha de lanzamiento de este título, que sigue fijada para finales de la primavera de este año (en Japón, evidentemente). Sin más rodeos, veamos qué ha dado de sí este primer contacto con la que ya ha sido bautizada por muchos como el nuevo diamante en bruto del rol clásico japonés.

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El vídeo rebosa talento por los cuatro costados y muestra las dotes de dirección que tiene Sakaguchi, quien ya intentara sin éxito abrir nuevos frentes en el campo de la animación digital tratando de explotarla en cines. De vuelta a su hábitat natural, los videojuegos, con Lost Odyssey podrá sin duda resarcirse de los sinsabores del pasado. El segundo título de Mistwalker se perfila como una obra en la que conmovedoras escenas de vídeo salpiquen la trama una y otra vez, y cada uno de estos cortes promete ser una auténtica gozada.

En cuanto termina el vídeo que abre el telón a este titánico universo nos vemos inmersos sin comerlo ni beberlo en la primera batalla. Con ella comenzamos nuestro recorrido por las posibilidades que ofrece el sistema de combate creado hasta la fecha. Si bien vídeo y batalla están enlazados de manera soberbia, dificultando que podamos percibir cuando se pasa al tiempo real, lo verdaderamente sorprendente es el juego de cámaras que se produce cada vez que Kaim cambia de objetivo al que atacar, o simplemente cuando pensamos qué comando introducir. Los daños recibidos por los enemigos son visibles en el rostro y figura del héroe. De este modo, en pleno duelo contra un engendro mecánico observaremos con estupor cómo parte de nuestro rostro queda abrasado tras ser atacados con un cañón de fuego, por ejemplo.

Las batallas son tradicionales, es decir, se desarrollan por turnos y beben de la vieja escuela nipona, ya que son aleatorias. Este salto regresivo es herencia directa del estilo de los Final Fantasy, que Sakaguchi dirigió hasta que se vio obligado a dejar Squaresoft. Pero volviendo al sistema de turnos, vale la pena comentar que, tal y como ocurre en otros juegos, las decisiones que tomemos afectarán al orden de desarrollo de la batalla. Así, utilizar un objeto nos asegura volver a poder introducir un comando con relativa rapidez.

Recordemos que, al ser Kaim inmortal, nuestra aventura sólo terminará cuando nos cansemos de jugar. Sin embargo, que el héroe se alce cada vez que sea abatido no significa necesariamente que las batallas vayan a ser pan comido: de hecho, al resucitar cuentas con tan pocos puntos de vida que se corre el riesgo de entrar en una espiral en la que se muerda el polvo continuamente.

Los enemigos con los que llegas a combatir son, además de los soldados y las máquinas de la introducción, animales sinuosos y decrépitos que aparecen tras quedar el mundo reducido a cenizas. La degradación del planeta marca el inicio de la segunda fase importante de la demo, la cual está precedida de unos instantes muy tensos que se han encargado de dejar para la posteridad los tráilers que campean por la red desde septiembre. El campo de batalla donde todo comienza queda convertido en un mar de lava y muerte, exaltado con la impactante música de Nobuo Uematsu, que dicho sea de paso, con Lost Odyssey se desmarca de su estilo habitual para crear una colección de temas con denominador común: la soledad de la inmortalidad.

Según parece habérsele escapado al propio Sakaguchi, el sistema de crecimiento de personajes no se basará exclusivamente en subir niveles, sino en ir adquiriendo técnicas por medio de la absorción de habilidades de nuestros compañeros de equipo, que en teoría mueren al cederte sus poderes. De hecho, una de las claves de la historia radica en este sistema: la posibilidad de dejar que los aliados mueran para beneficiarnos de ellos planteará serios problemas morales al jugador, o al menos esa es la intención de Sakaguchi.

En el caso de que decidamos aprovecharnos de las habilidades de los mortales, se procederá a personalizarlas integrándolas con el resto de técnicas aprendidas con anterioridad por medio de menús, que también se echaron en falta en esta primera versión jugable. Pero la historia no termina aquí, ya que Sakaguchi asegura que otro de los puntos clave del juego que define su desarrollo se lo guarda para él mismo, aunque se espera que lo revele en los próximos meses.

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Lo que sí se aprecia durante el trascurso de los minutos jugables es el aura de pesadumbre y melancolía que destila el juego, reflejado con total maestría en la música y en el apartado técnico, del que brillan con luz propia los escenarios.

El mundo de Lost Odyssey se enmarca en la cúspide alcanzada por la revolución tecnológica que tiñe de colores metalizados los paisajes urbanos, y de colores apagados y marchitos los exteriores vistos hasta el momento. Sorprende, a pesar de tratarse de una obra fantástica, el paralelismo con la realidad que muestran algunas localizaciones, sobre todo las volcánicas, que recuerdan a entornos naturales como los de la península de Vunatu.

Con Lost Odyssey el azul de un cielo despejado dará paso al gris de las nubes de tormenta y el rojo fuego de meteoros fatídicos. La paleta de colores, a tono con el devenir de la historia, plasma a la perfección el mundo de roca, fango y carbón que tanto las catástrofes naturales como los humanos han contribuido a crear.

Vale la pena añadir que las animaciones de Kaim desplazándose por el escenario son un poco bruscas y robóticas, y para nada casan con la sensación de realismo que impregna el juego. De todos modos, la física parece ser que está muy bien implementada: si bien no alcanza el nivel visto en otros videojuegos que le sacan partido a Havok, la interacción con varios elementos de los escenarios, combinados con efectos de luces y gases, potenciarán el acercamiento a un mundo no tan lejano.

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Por otra parte, los guiños a otras obras de Sakaguchi son inevitables. Por un lado se muestra una realidad que recuerda a la relatada por Final Fantasy VI, y por otro el caos genera la aparición de engendros mastodónticos, algunos de ellos sospechosamente parecidos a las Armas de Final Fantasy VII... De todos modos, se espera la inclusión de más paralelismos con la conocida saga, evidentemente. Uno de ellos podría ser la gestión de magias. De momento sólo hemos podido comprobar que no será nada revolucionaria, y que seguramente se pueda equipar como si de armamento se tratase.

¿Cuál será entonces el punto fuerte de Lost Odyssey, a tenor de lo visto en la demo? Seguimos creyendo que lo más importante vá más allá de la toma de contacto con el sistema de batalla y la exploración por los escenarios. Queríamos saber más sobre un argumento del que no se ha desvelado absolutamente nada nuevo. Kiyoshi Shigematsu sigue creando la novela que relatará la larga historia de la vida de los inmortales y que veremos mediante flashbacks según avanza la trama. Esta odisea milenaria y la manera de narrarla constituyen la base de esta aventura.

Sakaguchi creó Lost Odyssey con un objetivo en mente: hacer sentir a los jugadores la amargura y el sufrimiento tan difíciles de experimentar en un videojuego, y tan habituales a su vez en las páginas de un libro, la sala de un cine, y cómo no, en los acontecimientos diarios de nuestras vidas. Si las lágrimas asoman en nuestros ojos, Lost Odyssey habrá cumplido su cometido. Recursos para hacernos llorar parece que tiene, y no sólo por su enigmático argumento...

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