Un resurgir a la altura

A principios de marzo de este mismo año, tuvimos el placer de analizar la segunda entrega de la Batalla por la Tierra Media, un notable título de estrategia en tiempo real que se inspira en las novelas famosas de Tolkien sobre El Señor de los Anillos y aprovechando el increíble tirón y popularidad que han ganado después de su adaptación cinematográfica. El Resurgir del Rey Brujo es la primera de las expansiones, que amplía la campaña para un solo jugador y ofrece algunas novedades incluyendo nuevas unidades y una nueva facción jugable.

Y decimos que tuvimos el placer porque tal y como apuntamos en su momento es bastante inhabitual encontrarse un juego basado en una película y/o novela que resulte atractivo; de hecho lo más frecuente es encontrarse con mediocridades que para aprovechar la punta de popularidad de un estreno, mancillan el nombre de la obra en la que se basan. El caso que nos ocupa fue de las pocas excepciones que confirman la regla y Electronic Arts publicó un trabajo bastante bien conseguido y completo que, por encima de todas las cosas, era muy divertido.

Como esencialmente tanto el aspecto técnico como la jugabilidad de El Resurgir del Rey Brujo son las mismas que en el juego original, pasaremos directamente a comentar las novedades que aporta esta expansión. Básicamente la historia gira en torno al enigmático líder de las fuerzas de la Oscuridad y segundo al mando de Sauron, el Rey Brujo (the Witch King, en inglés) y con respecto a los acontecimientos que sucedieron tras la derrota de Sauron a manos de la Última Alianza de hombres y elfos, con Gil-Galad y Elendil al frente, y con el golpe final de Isildur cortando el anillo único de las manos de su dueño.

Eso significa que el argumento nos sitúa alrededor de más de 2000 años antes de los acontecimientos relatados en La Comunidad del Anillo, en los que comprobaremos en primera persona como El Rey Brujo de Angmar evoluciona en sus maniobras para destruir a los antepasados de Aragorn, los Dunédain. Y al mismo tiempo eso significa que tendremos la posibilidad de controlar a esta nueva facción jugable que, a gustos personales del redactor que suscribe, es simple y llanamente impresionante.

Los Angmar tienen varias particularidades a tener en cuenta desde un punto de vista práctico; la más importante de todas ellas es que, bien llevadas, están ligeramente sobre-compensadas con respecto al resto de razas. Sus unidades son imponentes, el coste de sus ejércitos tiene la mejor y con diferencia relación coste - efectividad y, eso sí, necesita algo más de micro-manejo para sacarle toda su eficiencia. Lo cual, todo sea dicho, nos encanta. Los Angmar presentan una respuesta casi inmediata ante casi cualquier eventualidad, son tremendamente divertidos de llevar y además, para nuestro gusto, están diseñados de forma magistral.

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Aunque las huestes de Angmar son las mismas que engrosan las filas de Mordor, con sus trolls, orcos y hombres por igual, es formidable lo bien detalladas que aparecen en el campo de batalla. Las inmensas armaduras de las unidades de infantería más grandes o los efectos al invocar los lobos espectrales son sencillamente magníficos y de no ser por el todavía escaso número de unidades que pueblan la pantalla, la sensación de estar comandando un ejército imparable es sensacional.

La campaña para un solo jugador, infravalorada por la mayoría de jugadores que la ven como una excusa para lanzarse al multijugador, añade algunas misiones que si bien escasean en número aportan bastante frescura al sistema de juego. Y esto es así porque el juego original podía terminarse sin mucha dificultad a partir de atortugarse en la base durante la primera mitad del juego y dedicarse a invadir el mapa enemigo durante la segunda mitad. O bien a base de construir armas de asedio, claro.

Dichas armas de asedio son escandalosamente poderosas a lo largo del juego (y de la expansión) y dado que no existe una limitación propia en su construcción y gracias al amplio alcance que tienen, era posible ir avanzando hacia el enemigo solamente con este tipo de construcciones y con algunos escuadrones de defensa a corta distancia. Esta técnica, eso sí, solamente es factible cuando jugamos contra la Inteligencia Artificial que, a pesar de sus mejoras, sigue fallando en muchos aspectos. La experiencia contra jugadores reales es, afortunadamente, muy distinta.

Pero si queremos jugar de forma más honesta y liarnos a la batalla con las nuevas tropas observaremos la versatilidad de los Thrall-masters, capaces de invocar en combate a una legión de criaturas menores que, en grandes números, causan estragos entre cualquier clase de filas enemigas. O tal vez los poderosos hechiceros, que aunque sacrifican las vidas de sus seguidores para conseguir lanzar sus impresionantes magias, sus efectos son devastadores en la batalla si somos los suficientemente veloces para lanzarlas. Y además están muy conseguidos visualmente.

De nuevo, eso sí, requiere que el jugador tenga la suficiente paciencia para asignar teclas rápidas a sus unidades más importantes y la suficiente pericia para manejarlas con soltura, pero todo aquel que paraba invasiones Zerg con Altos Templarios y sus tormentas psiónicas estará acostumbrado a este tipo de situaciones. De todos modos eso es un requisito imprescindible para combatir con un mínimo de posibilidades en Internet donde, y es deber decirlo, el nivel es considerablemente alto.

Una vez terminadas las misiones de la campaña principal el entretenimiento primordial para un solo jugador sigue estando en la Guerra del Anillo, un modo de juego que aúna los elementos clásicos de un juego de tablero y estrategia por turnos con la estrategia en tiempo real. La versión de esta expansión es la versión mejorada de la que venía junto con la segunda parte que, a su vez, ya es de por sí la revisión de la primera. Y aunque parezca un poco lioso, lo importante es que el resultado es que se han corregido la mayoría de las situaciones extrañas que encontramos en el juego original.

Por ejemplo, uno podía construir unidades dentro de cada batalla en vivo pero al volver al mapa general éstas se perdían en el olvido, reflejando de forma inconsistente que nuestro trabajo 'de campo' no servía para nada; esto ya no sucede, pues todas las unidades que consigamos (o perdamos) pasan al turno siguiente. Los ejércitos pueden moverse ahora dos territorios siempre y cuando pasen por terreno aliado (o dos veces por turno), ya que se entiende que no es lo mismo mover tropas por terreno amigo que por zonas hostiles. Los héroes ya no son inmortales y pueden ser eliminados del mapa sin son encuadrados en una esquina, por ejemplo, con lo que se abren nuevas posibilidades estratégicas que la máquina no siempre aprovecha.

Siguiendo un poco con el tema, al leer los reanálisis a nuestro texto original comprobamos como los lectores daban mucha importancia al hecho de poder crear héroes de forma personalizada en el juego para luego usarlos a su antojo. Si bien es cierto que, al igual que ocurre con otras grandes sagas, el universo en el que se enmarcan es lo suficientemente amplio como para dar cabida a todo tipo de ídolos desconocidos, no siempre se utiliza esta oportunidad de la forma más 'rolera': la simple posibilidad de tener a Raistlin (el emblema de la Dragonlance) en un juego de Tolkien puede resultar ingeniosa para algunos… y hereje para otros.

Pero es cierto que en su momento contamos esta funcionalidad como otra particularidad más del juego, y es ahora menester comentar que ha sido mejorada ampliamente. Existe mucho mayor control sobre la creación de nuestros personajes, de forma que podemos decidir si crear héroes a largo plazo, más débiles al principio pero más fuertes al final, o ya partir de serie con unidades más desarrolladas que sin embargo tendrán mucho menos peso específico en combate más avanzada la campaña. En definitiva, hay mayor flexibilidad.

La inteligencia artificial de los enemigos ha sido mejorada, especialmente en las escaramuzas rápidas. La máquina sorprende en ocasiones adoptando distintas tácticas de ataque y defensa, si bien en la Guerra del Anillo todavía queda mucho trabajo que hacer y hay considerables variables y patrones de comportamiento que deberían ser pulidos con más cariño. En ocasiones se toman decisiones absurdas en cuanto a movimientos de tropas y ataques y retiradas que no forman parte del diario de mando de un general experto.

El juego alcanza la cúspide cuando tenemos la posibilidad de jugarlo con o contra un enemigo humano, y hasta 8 personas simultáneamente pueden disputar partidas rápidas que en ocasiones se viven con un ritmo casi frenético. En este sentido observamos también en nuestros foros que algunos lectores se sintieron molestos cuando argumentamos que ESDLA: Batalla por la Tierra Media II era un juego que probablemente no daría plena satisfacción a los jugadores de estrategia más exigentes. Lo cierto es que el título de Electronic Arts en conjunto es tremendamente divertido pero no goza de la misma complejidad de Medieval 2 en cuanto a turnos, por ejemplo, lo que no necesariamente es algo negativo.

Con eso queremos decir que con todo lo que aporta el juego y su expansión, con las nuevas unidades que reciben todas y cada una de las razas (caballería para Mordor, infantería para enanos, etc.), con la nueva raza jugable, con los afortunados retoques que recibe La Guerra del Anillo, la variedad de las misiones y demás ajustes que se han hecho al juego… con todo eso, el resultado final es bastante satisfactorio y estamos seguros de que puede gustar tanto los aficionados a la serie de Tolkien como a los aficionados a los ETR / ETT en general.

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