Todo un clásico
Muchas son las expectativas que levanta el anuncio de la actualización de un título de esos que todos hemos oído hablar alguna vez y que sólo los más veteranos han tenido la oportunidad de disfrutar. Gauntlet es un buen ejemplo de este fenómeno, que arrasó allá por los ochenta en los salones recreativos y se convirtió en juego de culto para muchos.
En esta ocasión, Midway nos ofrece una historia que mezcla la codicia, la traición y el arrepentimiento. Todo ello para conformar una aventura Hack and Slash clásica, cuyo desarrollo consiste en avanzar saliendo airoso de los encuentros con los cientos de enemigos que salen a nuestro paso a lo largo de los diferentes niveles (repartiendo mandobles a diestro y siniestro, vamos) y la búsqueda de ciertos objetos esenciales como una llave mágica o el mecanismo que nos permita atravesar un puente levadizo para seguir adelante.
Los cuatro protagonistas de esta aventura, ambientada en un mundo medieval y fantástico, buscan la venganza frente a los seis consejeros que envenenaron la mente de su emperador y lo tornaron en un ser desconfiado y vil. Tras toda una vida de leal servicio, los cuatro inmortales observan cómo la actitud de su señor va paulatinamente cambiando hacia ellos, y lo que en anteriores épocas eran confianza y honestidad ahora se han convertido en malos pensamientos y temores frente al don de sus custodios. Para este cambio de actitud han sido decisivas las malas influencias de los consejeros imperiales, que codiciaban tanto el trono imperial como la inmortalidad de sus guardianes.
Sucumbiendo definitivamente a los oscuros vaticinios de sus asesores, el emperador decide desterrar a los cuatro héroes inmortales y condenarlos a la tortura eterna crucificándolos a un árbol en los confines del mundo conocido. Con los guardianes alejados del palacio, los seis consejeros se disponen a tomar por la fuerza el trono. Pero con su último hálito vital y dándose cuenta de la afrenta causada a los héroes, el emperador consigue liberarlos de su confinamiento y rogarles que destruyan a los usurpadores del trono imperial. De nosotros dependen el futuro del imperio y el del espíritu del emperador, que fue condenado a vagar eternamente a consecuencia de los pecados contra sus fieles defensores.
Los cuatro héroes inmortales
El guerrero Athalbrandr desciende de una familia campesina, pero nada más nacer los sabios del lugar les transmitieron a sus progenitores que estaba dotado de la bendición de la inmortalidad. Desde entonces, sus hazañas en combate no han hecho sino aumentar, habiendo ofrecido sus servicios a varios reyes antes de pasar a formar parte de la corte imperial. Devastador cuando empuña su hacha a dos manos, es capaz de realizar combos a los enemigos lanzándolos a dos alturas diferentes o de limpiar una zona con sólo blandir su arma de manera circular. Su alto poder tiene como contrapartida la escasa velocidad con que enlaza los golpes.
El elfo Idain es el más joven de los cuatro guardianes inmortales. Tocado también desde niño con el don, Idain proviene de una ciudad subterránea ajena a los problemas del supramundo. En su madurez conoció la obra civilizadora del emperador y decidió convertirse en su sirviente. Idain, como buen elfo, es eficaz en los ataques a distancia y también se maneja con habilidad en el cuerpo a cuerpo, siendo capaz de contraatacar rápidamente ante la embestida del enemigo.
La valquiria Ragneithur tuvo marcado su destino desde el nacimiento: al compartir la bendición de la inmortalidad con el guerrero Athalbrandr, le fue encomendada su custodia, así como el temple de su impetuoso carácter. Desde entonces combaten juntos, y también sirvieron juntos al mismo emperador que los traicionó y que ahora les suplica su redención. Su principal virtud es la rapidez de movimientos, que le sirven tanto para atacar como para defenderse.
Cuando comenzamos nuestra andadura tenemos a los cuatro personajes a nuestra disposición, pero sin ningún tipo de personalización adicional. Son héroes predeterminados, no susceptibles de cambios de apariencia o de reparto en sus puntos de características. Éste es el primer aspecto que da impresión de limitación en el título, y veréis que por desgracia no será el último.
Gauntlet: Seven Sorrows nos permite manejar al mismo personaje a lo largo de toda la aventura o cambiar de protagonista cada vez que cargamos partida. Es importante señalar que, además de nuestro avance, será posible guardar en un archivo independiente a nuestro héroe con las habilidades y experiencia conseguidas, pudiendo importarlo para cualquier partida o fase que hayamos desbloqueado previamente.
A medida que avancemos limpiando los escenarios de criaturas, nuestro personaje irá ganando experiencia que podremos canjear por puntos de atributo al final de la fase si subimos de nivel. Pero antes de que a los amantes de los RPG se os comience a caer la baba, es necesario apuntar que los atributos de los personajes se limitan a tres: fuerza, resistencia e inteligencia. En esta misma línea parecen también escasas las (tan solo) cinco armas y armaduras de las que disponen los héroes y que se desbloquean según atravesamos niveles.
Estamos ante un juego que rebosa espíritu arcade, y que incorpora pinceladas -sólo pinceladas- de RPG en forma de atributos y experiencia acumulada. De manera rápida, jugando a Gauntlet: Seven Sorrows probablemente nos vendrán a la memoria títulos como el gran Golden Axe más que obras como Diablo o Baldur's Gate. Es algo así como un Beat'em up medieval clásico, sin llegar en absoluto a la profundidad de desarrollo de personajes de juegos como los antes citados, y que son su principal virtud. Lo dicho, espíritu arcade puro y duro.
Otra manera de desarrollar a nuestro protagonista será invirtiendo las monedas de oro que encontremos en nuestro camino. De esta manera tendremos acceso al aparatado más positivo del juego, tanto por cantidad como por la sencillez en su ejecución: los combos. Cada personaje dispondrá de alrededor de quince combos diferentes con precios ajustados a su calidad. Mediante sencillas combinaciones de botones podremos ejecutar movimientos como golpes masivos, ataques de energía o cadenas de estocadas en el aire. Lo mejor de este apartado es la suavidad con la que enlazan unos combos con otros, de manera que no será raro alcanzar cifras por encima de los diez impactos seguidos.
Más pruebas del género clásico al que nos referíamos antes podemos observarlas en la existencia de haces de luz en mitad de las fases que actúan a modo de checkpoints, puntos desde los cuales comenzamos de nuevo si caemos en la batalla sin necesidad de reiniciar el nivel. Si habéis salido algo perjudicados tras un encuentro no esperéis recuperar vuestra barra de vida con pociones o míticos pedazos de Cram. Será mejor que busquéis rápidamente los pavos asados, patas de jamón y porciones de queso que algunos enemigos nos regalan de manera póstuma y que la verdad, escasean. ¿Alguna duda más acerca del espíritu a
La barra de magia baja paulatinamente a medida que utilizamos los ataques especiales con la cruceta del pad, y se va recuperando con el paso del tiempo. Si la tenemos repleta, podemos ejecutar una onda expansiva que limpiará todo el escenario cercano de enemigos, eso sí, consumiendo todas las reservas. No existen objetos para restablecer la barra mágica, pero también se rellena por completo (como la de salud) si subimos de nivel en medio del combate.
Debemos estar preparados para combatir sin descanso contra cientos de enemigos. Normalmente aparecerán en pantalla desde unos generadores que serán nuestro primer objetivo a destruir, ya que si conseguimos hacerlo los enemigos dejarán de brotar. El problema llega cuando nos encontramos con zonas amplias en las cuales se juntan cuatro o cinco generadores y los malos no dejan de acosarnos.
La tipología de los enemigos es bastante variada, nos encontraremos con caballeros humanos dotados de su armadura completa, bestias salvajes de diferentes tamaños, arqueros elfos o hechiceros que nos acosarán con sus ataques a distancia. Algunos de ellos se situarán en zonas inaccesibles para el jugador, por lo que habrá que destruirlos utilizando el ataque con proyectil del que disponemos, que será también útil para activar palancas a distancia.
Los jefes finales estarán evidentemente encarnados por los seis consejeros imperiales. Bastante extravagantes en sus diseños (desde un hombre de paja a un gólem) muchos de ellos requieren simples estrategias de guardia -ataque que no hacen necesario rebanarse demasiado los sesos, máxime cuando podemos estar todo el combate en contacto con ellos y leer sus inminentes embestidas.
Gráficos Lo primero que sorprende en este apartado es la ecasez de secuencias animadas. Tanto la intro como las presentaciones de las 16 fases se realizan con la narración del emperador sobre imágenes estáticas que desfilan por la pantalla y que nos aportan más detalles de la historia. Los pocos vídeos presentes son la puesta de largo de los jefes finales realizados con el propio motor del juego.
Mención especial para la sensación de perfecta tridimensionalidad que transmiten los escenarios, con zonas a distintos niveles de altura y profundidades muy bien conseguidas. Los travellings de la cámara que sigue la acción (de manera pseudolateral) potencian sobremanera está sensación, pese a que no tiene rotación libre. Recorreremos catacumbas, muelles y bosques, pero siempre por caminos predefinidos. Algunas fases como la inicial en una ciudad asediada o el asalto al palacio imperial son muy espectaculares para la vista.
Nuestros héroes están correctamente detallados, pero sólo correctamente. Tienen un tamaño aceptable, mayor que en títulos como Champioms of Norrath, pero con menor índice de complementos. Las cinco armas y armaduras no aportan la suficiente variedad visual ni personalización exigibles para este tipo de títulos, que deben sortear con este tipo de recursos su virtual monotonía.
Los efectos de luz no son especialmente espectaculares, pero esto probablemente tenga una razón: el combate continuo y sin descanso. Si estos efectos fueran demasiado recargados entorpecerían la lucha frenética en la que estamos inmersos, sobre todo si manejamos un personaje como el mago que depende de sus sortilegios y pirotecnias. Los efectos de luz, fuego o haces eléctricos cumplen sin entorpecer el desarrollo, que ya es bastante.
Sonido La única voz significativa que escuchamos en todo el juego es la del emperador, que nos narra cada una de las introducciones y nos avisa si andamos mal de salud. En nuestra versión sonaba en perfecto inglés, pero desde la distribuidora Virgin nos aseguran que llegará a nuestras tiendas traducido y doblado al castellano. En cualquier caso, como habréis podido adivinar, los diálogos no han sido considerados como un recurso esencial del juego.
La banda sonora orquestada de la Seattle Northwest Sinfonía acompaña la acción con temas propios del genero épico, pero podría decirse que sufre altibajos. En algunas fases se limita a servir de fondo inerte mientras que en otras supone una auténtica inyección de tensión y dinamismo, tal y como sucede con los temas realizados a base de coros en el nivel Elven Crossing.
Por su parte, los efectos sonoros adolecen de una variedad algo escasa. Los que están presentes gozan de buena calidad, como choques de sables y robustos escudos que soportan nuestras cargas de manera más que creíble. Pero los efectos de impacto limpio de nuestros golpes tienen casi el mismo sonido independientemente del enemigo, y el momento de recuperar vida con los items nos transporta varios años atrás en el género con un efecto sonoro de 'mordisco' a la vieja usanza.
Jugabilidad
Desde el inicio, el juego se nos presenta con cuatro niveles de dificultad para que cada jugador ajuste su partida a su experiencia en el género. Es especialmente irónico el nombre del nivel más alto, bautizado como 'Imposible'. Disponemos de cuatro vidas para atravesar cada fase antes de tener que volver a cargar la partida. Además, la presencia de checkpoints a lo largo de las fases agiliza bastante el avance evitando tener que comenzar cuando caemos ante el enemigo. Completar el juego por primera vez puede llevarnos alrededor de unas escasas diez horas, aunque la compra de nuevos combos es un buen argumento para comenzar otra partida.
Los controles por defecto son bastante cómodos, con los botones de acción del pad (A, B, X e Y en Xbox y círculo, equis, cuadrado y triángulo en Ps2) reservados para la ejecución de combos, los gatillos para la guardia, apertura de cofres y la onda expansiva, y la cruceta para cada una de las cuatro técnicas mágicas. El stick derecho activa un movimiento evasivo en forma de salto lateral que varía según el personaje, y que será útil cuando estemos rodeados de enemigos.
Las diferencias reales entre los cuatro héroes seleccionables se quedan algo justas. El personaje más atípico probablemente sea el mago con sus sortilegios a distancia, pero entre los otros tres protagonistas las diferencias se basan en pequeñas fracciones de velocidad o poder muy poco perceptibles para el usuario medio.
El modo multijugador tanto offline como on line para hasta cuatro personajes simultáneos es el verdadero motor de diversión del título. Acompañados disfrutaremos más de la explosividad de los combates, podremos comparar nuestra habilidad en el ranking de final de fase, y la consabida linealidad del género se hará más llevadera. Un nuevo héroe puede incorporarse en cualquier momento con sólo pulsar un botón en el modo offline, mientras que a través de internet podremos crear nuestra partida seleccionando lugar y nivel de dificultad o sumarnos a una que esté apunto de comenzar.