Ya desde la época de SNES recuerdo leer en las distintas revistas especializadas debates acerca de por qué no aparecían todos los juegos traducidos al castellano. Y es que si echamos la mirada hacia atrás, juegos como Ilusion of Time o Secret of Evermore fueron revulsivos gracias a la completa adecuación al castellano que ambos sufrieron; suponía un auténtico regalo para los aficionados. Hoy día las cosas han cambiado y criticamos prácticamente cualquier juego que no aparezca en nuestro idioma, hecho que confirma diversas cosas. Lo más destacado es sin duda que las cosas han cambiado. El mercado, los videojuegos, todo ha cambiado. España es hoy día uno de los principales referentes en lo que a ventas y alquiler de videojuegos respecta, aunque no se nos valora como tal. No sólo nos vemos sometidos a largas e injustificadas esperas con respecto a otros países europeos; muchas veces recibimos títulos con textos en inglés cuya traducción es esencial para al comprensión del mismo. Pagamos el mismo precio que otros países, ¿por qué no recibimos el mismo trato? Este tema, que a priori parece simple, se complica cuando entran en juego títulos poco conocidos, con un presupuesto muy alejado a los 'blockbusters' y, lo que es más importante, muchas veces desconocidos para la mayor parte de los aficionados. Estos factores son condicionantes a la hora de que las distribuidoras decidan si traducen tal o cual juego, algo que lógicamente implica un gasto tanto temporal como económico. Por desgracia estos casos se suelen zanjar dejando el producto en inglés, limitando de esta forma a los usuarios que no comprendan dicho idioma. Así es como el complicado Xenosaga 2, el genial Shin Megami Tensei: Lucifer's Call o el desconocido Magna Carta: Tears of Blood - por mencionar tres de una lista casi interminable - han aterrizado en el idioma de Shakespeare, recibiendo duras críticas por ello. Nosotros, como buenos y justos españoles, demandamos que estos se traduzcan, aunque seguimos comprando los juegos cuesten lo que cuesten para poder disfrutar de ellos. Pero, ¿qué es más importante, disfrutar del título o que, para evitar estos problemas, las distribuidoras decidan no traerlo a nuestro país evitando así los costes de traducción? Es en este punto donde se dividen todas las opiniones. Por un lado todos los aficionados queremos que los juegos que más nos gustan lleguen a nuestras tierras; por otro que lleguen completamente traducirlos para comprenderlos como es debido, en ningún caso quedarnos sin ellos. Así, se nos plantea una cuestión ridícula; ¿es preferible no jugar a Disgaea a hacerlo en sajón? Lejos de responderla yo formulo otra, ¿por qué las distribuidoras no se marcan como objetivo traducir TODOS los juegos que llegan a España? Es descabellado pensar en un producto aparecido en Francia que no esté en francés, como en Alemania en germano. Ahora, hablar de castellano es casi una utopía. Lo más curioso es que hablamos de traducciones que no llegan a costar más de seis o siete millones y un mes de trabajo. Si se plantea la cuestión desde un punto de vista equivocado como muchos sectores se empeñan en hacer, nunca resolveremos nada. En cualquier caso somos nosotros los consumidores los que tenemos potestad para elegir qué queremos. Con el popular caso de ICO ya vimos un ejemplo de que a veces, muy pocas, algunas compañías se hacen eco de lo que queremos. Aún sin doblaje, traducir los diálogos o textos que aparecen en los juegos es un requisito en un mercado como el nuestro. Existen también otros puntos a tener en cuenta, ya sea el bajo nivel lectivo de inglés en los colegios e institutos o la tozudez de algunos usuarios a jugar en inglés. Con respecto a lo primero, hay otros muchos países europeos con un mercado a tener en cuenta que no consideran la traducción de los juegos algo a tener en cuenta. Este es el caso de Holanda, donde tuve el placer de hablar con el dueño de una tienda de videojuegos en una zona céntrica que me aseguraba que pocas veces un comprador se pensaba dos veces comprar o no un producto por no estar en su idioma natal. Con respecto a lo segundo no hay nada que comentar, ya que cada cual es libre de jugar en el idioma que más le guste. Comenzaba esta columna citando dos juegos que, como ya dije anteriormente supusieron un antes y un después en el mercado español. Esto es prueba de que sí, efectivamente hay un gran número de empresas que ignoran al consumidor, pero también es cierto que hay otras muchas que hacen un esfuerzo considerable por satisfacernos, léase Nintendo o Sony - aunque también hay excepciones -, como pudimos comprobar con el reciente caso de ICO. Quizás por eso son las que más videojuegos venden, y es que a fin de cuentas, todo juego, consola, periférico o lo que sea va siempre dirigido a nosotros, los 'tontos' consumidores.