El zorro cazado

Aurora Watching fue el nombre elegido para este ambicioso proyecto; el juego llega directamente desde las frías tierras de Polonia. Su precuela es Gorky Zero, programado por el mismo equipo hace un año y que pasó sin hacer apenas ruido por nuestro país. Aurora Watching llega con un sello que le marcará indefectiblemente -y seguramente para mal-: fue llamado a ser algo así como el Metal Gear Solid europeo. La sombra de la creación de Kojima es demasiado alargada, y os puedo anticipar que cualquier comparación con las aventuras de Snake perjudicaría seriamente al juego que hoy nos ocupa.

Ampliar

Descarga el último vídeo de Aurora Watching desde nuestros compañeros de GamePro TV

Los centinelas que protegen la base enemiga tienen una vista de lince y dan la impresión de estar mucho más cualificados que Cole Sullivan, el protagonista, al que parece que tanto beber whisky estos últimos años le ha afectado demasiado: sus movimientos son demasiado lentos y en las distancias cortas, donde se dice que uno se la juega, lleva siempre las de perder.

El juego se centra en el modo de un jugador, así que sus posibilidades se agotan cuando consigamos terminarlo. Las escasas opciones que ofrece a la hora de resolver los niveles no contribuyen a su rejugabilidad, pecando de una linealidad que no encaja nada bien con el tipo de juego que quiere llegar a ser.

Gráficos

Frías estepas, nieve y hielo por todas partes y entornos industriales. El motor del juego cumple sobradamente con la tarea de mover todo lo que vemos en pantalla con total fluidez, aunque bien es verdad que no veremos nada espectacular, pues los efectos de iluminación dinámica son bastante simples, y las texturas utilizadas durante todo el juego no son nada del otro mundo.

El diseño de los personajes no es nada original, y aquí tengo que mencionar algo que me ha hecho bastante gracia; y es que desconozco si en Metropolis Software hay muchos fans del Inspector Gadget, pero si examináis las capturas que incluyo en el análisis, podréis ver al cerebro de las operaciones malvadas como una copia descarada del Doctor Gang, con gato y mano de hierro incluidos.

La física corre a cargo del motor Renderware, que se comporta bastante bien. Lástima que sea un trabajo incompleto, pues las leyes de la física que implementa dicho engine sólo se aplican a los enemigos -muñeco de trapo o ‘rag-doll' bien conseguido- y a unos pocos objetos, mientras que la gran mayoría son inamovibles y limitan mucho el camino a seguir.

Parece como si el diseño de los niveles se hubiera hecho levantando barreras invisibles que nos marcan el camino, haciendo que la tarea de buscar caminos alternativos para sorprender a los centinelas sea toda una quimera. También se me antoja imperdonable no poder destruir objetos como bombillas y lámparas para que nos aportasen sombras en las que ocultarnos.

Ampliar

Sonido

La banda sonora que acompaña al juego no resulta demasiado variada, pero acompaña bastante bien a la acción, subiendo de tono cuando hacemos saltar alguna alarma o llamamos la atención de los guardias.

En el apartado de efectos de sonido, sobresalen el conjunto de voces que podremos escuchar. En esta ocasión no han sido dobladas al castellano, pero tanto los centinelas como nuestro héroe Cole poseen un acertado énfasis en cada diálogo; mención especial para Cole, que hereda la fina ‘ironía' de su colega Sam Fisher, riéndose en más de una oportunidad de cada situación.

Ampliar

Guión

Un submarino ruso, el Komsomoletz II, se ha hundido en el mar de Barents. El estado mayor de inteligencia militar recibió información según la cual el submarino había partido de un cementerio para navíos en la región Franz-Joseph. Se localizó la base militar tras minuciosa búsqueda, existiendo constancia de que guarden conexión con Jacek Parecki, un brillante científico pero con la mente algo perturbada, capaz de realizar los experimentos con ADN más horrendos que se hayan visto jamás.

El cuartel general de la OTAN toma la decisión de responder rápidamente, llamando a su especialista en infiltración y sigilo, el Zorro Blanco. Por desgracia, el soldado Cole Sullivan lleva unos dos años inactivo y bebiendo whisky una noche sí y otra también. La primera misión será conseguir algo para calmar la resaca…

Jugabilidad

Jugar Aurora Watching resulta, en líneas generales, frustrante. Y te digo porqué, aunque para empezar, su interfaz es bastante sencilla y directa: mención especial para el acceso al inventario, implementado de forma ejemplar mediante la tecla ALT y el ratón. Además, tenemos el típico radar que nos indica los enemigos más cercanos y su estado de alerta; también disponemos de dos tipos de vistas: tercera persona, y una vista cenital al más puro estilo Metal Gear Solid. La tercera persona será la más usada, ya que la vista aérea carece de profundidad y en muchas ocasiones no nos percataremos de la presencia de enemigos, ya que ni el alcance del radar, ni dicha vista serán capaces de avisarnos.

El planteamiento del juego falla en el diseño de la acción. Aurora Watching pretende darnos sigilo y acción a partes iguales, pero lo cierto es que no satisface a la hora de implementar ambos aspectos. Nuestro héroe las pasará canutas para no alertar a sus enemigos, los cuáles tienen muy buen oído y una estupenda vista. El único parapeto que podremos usar será el mobiliario que encontremos, y no siempre. A veces el enemigo parece tener superpoderes y nos detectará a través de los objetos. Bien es verdad que la IA raya a buena altura: los soldados nos rodearán o huirán para protegerse de nuestro ataque… así pues, no entiendo el porqué de esta ayuda tan 'tramposa' que, ciertamente, desvirtúa el juego.

Como ya os dije antes, olvidaos de aquello de 'ocultarse en las sombras'. El Zorro Blanco -nombre en clave del soldado- debería jugar un poco más a Hitman o Thief para aprender a pasar desapercibido. Así, en contadas ocasiones podremos ejecutar un plan de infiltración para avanzar sin tener que noquear o asesinar a los enemigos.

Esto nos lleva al siguiente plano jugable en liza: la acción. Muchos enemigos y muy pocas balas, como dice el refrán. El arsenal de nuestro colega anda bastante escaso y habrá que maximizar la munición para lograr avanzar. Es vital aprovechar el poder ofensivo a larga distancia, con el rifle francotirador y algún ‘gadget' que otro, como el gas paralizante móvil o el señuelo. No son la panacea, pero es que Zorro Blanco se comporta de forma bastante torpe a media y corta distancia. La velocidad de reacción del protagonista es mucho más lenta que la de los enemigos, y nos freirán una vez tras otra en la confrontación directa. Se echa en falta un poco más de agilidad, ya que movimientos tan vitales como cubrirse de espalda a la pared-girarse-apuntar-disparar, son extremadamente lentos.

Así pues, el juego suele limitarse a un continuo ensayo-error para aprender las posiciones de los enemigos y así poder tener posibilidad de acribillarlos sin convertirse en un colador. Es cierto que hay varios tramos en algunas fases en los que poder sacar a relucir nuestra habilidad combinando el sigilo y el disparar a quemarropa. Pero no será la norma general, por desgracia.

Por último, destacar la aparición de minijuegos para resolver situaciones, puzzles o el uso esporádico de vehículos, como el de la moto de nieve en un circuito que habrá que completar dentro del límite del tiempo; también resultará curioso el cambiar por unos instantes de protagonista a mitad de juego, ya que controlaremos a una fémina que otorgará un poco más de variedad. Aunque no logran convertirse en sólidos pilares que sostengan el planteamiento del juego.

Ampliar