Nuevos desafíos, idénticos argumentos

El motor de física Havok que implementaba el juego debut de People Can Fly unido a la versatilidad y originalidad de las armas dobles que Daniel tenía a su disposición hacían que la constante acción del juego fuera bastante entretenida y consiguiera no caer en la rutina y la monotonía.

Gráficos y sonido

La expansión de Painkiller va a añadir un total de diez niveles, los cuales seguirán punto por punto las directrices marcadas en el original. La temática de cada una de las fases, sólo tendrán un punto en común, que no es otro que un marcado carácter gótico y oscuro; se tratan de lugares intoxicados por la atmósfera del mal, que aunque quede muy lírico, es un buen resumen. Desde un orfanato, hasta un parque de atracciones al más puro estilo Silent Hill 3, pasando por cuevas de piratas, coliseos romanos, ciudades en plena Segunda Guerra Mundial o en estado post-apocalíptico. En todos ellos nos encontraremos un buen festival de texturas de diversa índole y gran calidad, y un amplio bestiario que se ha visto bastante reforzado con respecto a la primera entrega.

Si ya en Painkiller destacaba el diseño de los niveles, en esta expansión vuelve a ser una delicia comprobar la complejidad arquitectónica que se marcan los diseñadores, con edificios y estructuras descomunales, y sobre todo, un diseño artístico que rebosa creatividad, tanto en las fases como en los enemigos. Aunque la conexión entre niveles sea mínima y no mantengan una coherencia argumental -en sí, el argumento no es nada coherente-, merece la pena comprobar que cada una de las diez fases es, visualmente, totalmente distinta una de otra.

Si bien es cierto que hay fases más brillantes que otras; las dos primeras, por ejemplo, resultan más cortas que las restantes, pero a mí parecer son las mejores del juego; sobre todo la segunda del parque de atracciones, donde tanto los clowns y marionetas que nos atacarán, como el diseño de las estructuras y el viaje frenético en montaña rusa definen perfectamente el término 'acción intensa'. Sólo por este nivel ya merece la pena jugar a BOOH.

El motor gráfico PainEngine sigue moviendo con soltura este espectáculo de vísceras, con texturas gigantescas y a grandes resoluciones. Es cierto que se queda un par de pasos por detrás de los gigantes gráficos del género, pero en conjunto no desmerece a ninguno de ellos.

Guión

Daniel Garner acaba de derrotar a su rival más encarnizado, Lucifer. El amo y señor de los infiernos yace a sus pies, pero varios centenares de criaturas diabólicas parecen buscar venganza. Entre ellas, alguien que se erige en el nuevo adalid del mal y el terror, Alastor. Nuestro protagonista no está dispuesto a que este demonio se salga con la suya, y en compañía de su compañera, la enigmática Eva, proseguirán la batalla contra los diablos, más allá de los infiernos.

Jugabilidad

El aspecto jugable de esta expansión es muy similar al del  juego original. El esquema de juego no ha variado un ápice, y la mayor diferencia que encontramos a la hora de jugar es una mayor dificultad a la hora de derrotar a los enemigos. En este caso se les ha dotado de más puntos de resistencia, y da la impresión de que están hechos de piedra, pues aguantarán estoicamente nuestras oleadas de disparos. Está claro que lo ideal hubiera sido añadirles unas cuantas variables que aumentaran su IA, pero no ha sido el caso, así que habrá que seguir reculando y girando en círculos mientras acometen contra nosotros y vaciamos nuestros cargadores.

Las nuevas armas que se han implementado son dos dobles, así que tendremos cuatro en total: rifle de asalto y lanzallamas por un lado, y lanzador múltiple de estacas -con mirilla de francotirador incorporada- y lanzador de granadas por el otro. No es que añadan demasiado al juego, pero siempre ayuda a que no nos invada la monotonía. Así podremos destruir enemigos de más formas, y eso, con el motor de física Havok del juego, siempre es una buena noticia.

A destacar el efecto gráfico del lanzallamas y todo lo referente al lanzador múltiple de estacas, que es como si cogiéramos el lanzador simple de la primera parte y le añadiéramos capacidad para disparar varios proyectiles a la vez, de forma automática y con más violencia si cabe. Además, gracias a su mirilla telescópica, nos servirá para acabar certeramente con enemigos a larga distancia. Sin duda, el arma que más usaremos en esta expansión.

El mayor hándicap de la expansión es que se nos hará bastante corta, ya que sólo tendremos diez niveles a nuestra disposición, algunos de ellos bastante cortos. Los jefes finales siguen exigiendo un patrón específico para ser destruidos -lo cual es un poco frustrante hasta que lo descubrimos- que nos hará pensar más de lo habitual, y el modo multijugador poseerá un par de modos más -Capturar la bandera y Último hombre en pie- que añadirán más variedad al asunto, pero que sigue sin enganchar ni la mitad de lo que logra enganchar el Single Player; se agradece que se haga un esfuerzo por aumentar el multiplayer, pero se encuentra bastante por debajo de lo que se espera, y no acaba de funcionar bien en lo que a código de red se refiere.

Lo que sí llega a fastidiar bastante es la carga de niveles. Ya hemos dicho que el motor gráfico es todo un ejemplo de rendimiento y potencia, pero el juego tarda demasiado en leer toda la carga gráfica de cada nivel, tanto que el término ‘Quickload' da un poco de risa. En esta expansión, dada la dificultad de ciertos pasajes, se nos hará eterna la espera.