Prince of Persia II: Warrior Within (PlayStation 2)

Parece que Jordan Mechner le ha cogido el gusanillo a la nueva generación de consolas y su heróico príncipe regresa protagonizando un nuevo capítulo de una saga legendaria. Sus argumentos, una apuesta sin complejos por la acción y mucho del sabor a clásico del original.

Ya ha llovido bastante desde el lanzamiento de "Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo". Un título que logró triunfar y responder a las expectativas a pesar de la difícil papeleta de tener que satisfacer tanto a los amantes del original como a las nuevas generaciones de jugadores. Tanto, que UbiSoft, sabedora del tirón que tiene entre los jugadores, ha decidido sacar al mercado su continuación.

Jordan Mechner, el creador del Prince of Persia original, tendrá un papel mucho menos relevante en este nuevo juego. En el anterior "POP:LADT" ejerció de asesor, pero en éste se ha limitado a permanecer en contacto con el grupo de desarrollo, que en este caso ha sido la misma UbiSoft, para cualquier duda que les pudiera salir durante el desarrollo, además de para asegurarse de que se respetaran las premisas del clásico... Algo es algo.

Por fortuna, el príncipe no estará solo, por lo menos espiritualmente, pues los consejos de un anciano sabio le serán muy útiles. Gracias a él descubrirá qué la única forma de recuperar el control de su vida es dirigirse a dónde todo comenzó: a la "Isla del Tiempo". Así, para evitar que la Dahaka le siga persiguiendo tiene que ingeniárselas para volvera a viajar en el tiempo, dirigirse al lugar encantado y evitar que las Arenas del Tiempo se lleguen a crear. Lo de regresar a su tiempo presente una vez las Arenas del Tiempo hayan sido destruídas ya sería mucho pedir. ¿O no? O incluso es posible que al príncipe no le queden ganas de volver por culpa de alguien...

En cualquier caso estad preparados, porque si disfrutásteis de Prince of Persia: Sands of Time, seguro que esta segunda entrega os llamará poderosamente la atención. Argumentos no le faltan y a ellos vamos a referirnos en las siguientes líneas.

Pero el Dahaka, por desgracia, no será el único adversario al que deberá hacer frentne nuestro héroe. Enemigos muy poderosos le esperan para intentar convertir su búsqueda de las Arenas del Tiempo en una auténtica pesadilla...

Pero no todos los personajes de Prince of Persia 2 querrán ver muerto al protagonista. Uno de ellos será un anciano erudito, maestro del príncipe desde su infancia. A pesar que el Príncipe sólo hablará con él una vez (al principio del juego), sus palabras y su sabiduría "nos acompañarán durante toda la aventura". Esta declaración de los responsables del título nos hace pensar en que el príncipe tendrá diferentes flashbacks mediante los cuales recordará los consejos del sabio en los momentos en los que éstos sean especialmente de utilidad. Un recurso muy cinematográfico que le viene como anillo al dedo a esta segunda recuperación de uno de los clásicos más exitosos de todos los tiempos.

Además, en su periplo en busca de las arenas del tiempo, el príncipe conocerá a una misteriosa mujer cuyo papel en la historia puede llegar a ser decisivo...

Por ello, los principales cambios a nivel jugable en este nuevo Prince of Persia se han enfocado a potenciar la experiencia del jugador en los combates, e intentar que disfrute de ellos al máximo. Por ello se ha eliminado el respam (aparición de nuevos enemigos réplicas de los que se acaban de eliminar) automático, pero los creadores del juego avisan que el nivel de combate de éstos ha aumentado muchos enteros, antojándose muchos de ellos como auténticos huesos duros de roer. Sin duda se ha ganado con el cambio, porque hay cosas menos frustrantes para el jugador que el sufrir lo indecible para acabar con los enemigos de una estancia, abandonarla para acto seguido volver a ella y encontrarse de nuevo a todos sus adversarios en pie de guerra, esperándole para una injusta revancha que jamás debería tener lugar...

Por supuesto, los poderes del tiempo siguen estando presentes en la aventura, incluso han ganado protagonismo. Además, están enfocados especialmente a los combates y a maximizar el espectáculo. Así, se incluyen modos como "Más despacio" al más puro estilo Matrix gracias al cual podréis realizar auténticas diabluras mientras vuestros enemigos no tienen tiempo ni de tomar nota de la matrícula del camión que acaba de pasar por encima suyo.

Lo que desconocemos si en POP 2, al igual que en las producciones de Rockstar y de Microsoft Games Studios, será posible aprender nuevos estilos de lucha a medida que vayamos progresando en la aventura. Lo que sí que está confirmado es la posibilidad de ir recogiendo nuevas armas a lo largo de los escenarios, e incluso, al más puro estilo Halo 2, poder utilizar dos "herramientas" simultáneamente.

Por desgracia, la segunda arma tendrá un control de daños que hará que a la larga acabe quebrándose. Para compensar un poco ésto, la herramienta secundaria podrá ser lanzada contra los enemigos, actuando así como proyectil. Los desarrolladores han anunciado que a medida que vaya avanzando la aventura las armas a las que se podrá acceder serán más y más poderosas, y a fe cierta que las necesitaréis para poder enfrentaros a los adversarios de los últimos niveles...

Volviendo a los combates, decir que se ha implementado un sistema de Fatalities estilo Mortal Kombat mediante el cual el jugador podrá cortar en cachitos - literalmente - a sus enemigos. Decapitaciones, desmembramientos y serán posibles gracias al gran control de colisiones del motor gráfico. Para poder ejecutarlos, primero tendréis que repartir estopa al enemigo en cuestión. Llegará un momento en el que el adversario se encuentre como desorientado, instante que tendréis que aprovechar para ejecutar el ataque que acabará con su vida. Habrá muchas combinaciones diferentes, por lo que la espectacularidad está asegurada.

Aparte de las mejoras técnicas comentadas, a POP 2 se le ha lavado la cara, convirtiéndolo en un juego mucho más gótico que su antecesor. La paleta de colores vivos utilizada en la primera parte ha dado paso a una mucho más oscura, consiguiendose una ambientación absolutamente diferente al de la primera entrega. El príncipe también ha cambiado de look, ahora es mucho más enigmático que en la primera entrega, con un aspecto que nos recuerda al exhibido por el montaraz Aragorn antes de revelarse a los hobbits en la Taberna del Poney Pisador en la trilogía "El Señor de los Anillos". Mucho más maduro, y consciente de que de su aventura depende todo su futuro, el joven príncipe ya no es ese saltimbanqui despreocupado de POP: SOT, más por la labor de salir bien en las fotos que de cumplir la misión que le ha sido encomendada.

Está claro que el sector de los videojuegos no tiene nada que ver con el de hace más de 10 años, pero que las buenas ideas y, sobre todo, los grandes maestros deben seguir contando para las empresas multinacionales. Éstas, a la hora de dejarse asesorar por ellos, atestiguan que el dinero no proporciona necesariamente la calidad de un producto. Y es que parece claro la única diferencia entre los videojuegos de los años 80 y los de ahora son los impresionantes presupuestos, que rivalizan con los de las superproducciones de Hollywood, y que han convertido el crear videojuegos en algo muy elitista a lo que tan sólo se puede aspirar teniendo el apoyo total de una gran productora.

Pero las ideas, lo que realmente justifica un videojuego y lo que los convierte en leyendas o los condena al más estrepitoso de los fracasos sigue estando ahí. Los ingredientes mágicos a los que tan sólo gente como Miyamoto, Molyneaux o el mismo Mechner parecen tener acceso siguen siendo la auténtica salsa del mundo de los videojuegos. Y que estos tres genios sigan estando muy presentes en la industria, más que un estancamiento del sector, constituye una reivindicación de su gran calidad como diseñadores, ideógrafos o como gusten de autodenominarse. Lo importante es que sigan estando detrás de los juegos para que todos podamos disfrutar de ellos. Y si están doblados y traducidos al castellano, como esperamos que éste lo esté, pues mucho mejor, ¿verdad?