Como la vida misma...

Con mucho más retraso del que hubieran deseado todos los poseedores de GameCube, llega por fin al mercado español y totalmente traducido a nuestro idioma Animal Crossing. Atrévete a formar parte de su comunidad y vivir una vida paralela a la que llevas cada día.

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Parecía que nunca llegaría este día, pero por fin Animal Crossing ha llegado al planeta España y afortunadamente gracias al buen trabajo de Nintendo, completamente traducido a la lengua de Cervantes. Es tanta la pasión que este juego levantó en Japón y su siguiente salida en el mercado USA, que muchos aficionados ante la duda de si saldría o no en estas tierras, adquirieron su copia en el mercado de importación. Para los que no lo hicieron, esta es la mejor oportunidad de probar uno de los títulos más sorprendentes, imaginativos y, por momentos, divertido, del catálogo de GameCube.

Animal Crossing es una especie de "simulador de vida" que diría la publicidad. Como único humano del pequeño pueblo de la ciudad, comienzas creando tu personaje y construyendo un hogar para tu avatar. Y ahí empieza todo, con una ciudad que se abre a tus pies, animales con los que hablar y que nos irán encargando tareas, realizar labores cotidianas para el sustento corporal, relacionarse con el resto de la sociedad, coleccionar objetos, ir de pesca, buscar tesoros, decorar nuestra casa... La cantidad de acciones y opciones disponibles son enormes y, al ser la villa generada de forma aleatoria, cada partida que empecemos es distinta. Eso sí, quién espere acción, misiones alocadas y jugadores de gatillo rápido, absténganse de visitar la aldea: en este remanso de paz no habrá sitio para ellos.

Para no perderte ni una de ellas procura leer a diario el cartel de anuncios donde se da constante información sobre ello. Como en todo, existe un truquillo para ir raudos y veloces al día que se nos antoje, y no es otro que cambiar la fecha del reloj interno de la consola. Rápido, sí, pero te perderás el devenir diario y muchas otras aventuras en esos días intermedios. Animal Crossing es un juego que se puede jugar todo el año, día a día un ratito, para sacarle todo su jugo y potencial, para sorprenderte por los cientos de detalles que rebosa y que hacen que cada partida sea un mundo.

Sin embargo su peculiar look tiene un toque de encanto, de cuento de hadas, de tebeo infantil, como un libro de la selva animado. El uso de la paleta de colores, el curioso diseño de alguno de los animales, el verdor de los bosques y la luminosidad de los jardines... todo ello le da un aspecto de pequeño cuento de hadas, que si bien no apasionará a los más puristas, seguro que muchos otros se quedan atrapados por sus encantos.

Además, la cantidad de detalles que envuelve al juego, las múltiples localizaciones que podemos visitar, el ambiente rebosante de vida, lo hacen un juego alegre a la vista. Se le puede achacar sus texturas planas, que el personaje principal apenas goza de carisma en comparación con los animales de la aldea, el aspecto un tanto tosco y poligonal de los escenarios y un gran anacronismo visual que en los tiempos de Metroid Prime y Resident Evil Zero no parece tener cabida. Pero si pasamos por alto sus muchas carencias y nos dedicamos a admirar lo que se nos muestra en pantalla, muy pocos se sentirán defraudados.

Eso sí, su estilo es un tanto peculiar ya que no dice palabras, sino que canta las notas musicales. Un lujazo de fichaje para Noche de Fiesta. Sumémosle que en la cadena de música de nuestra casa podemos elegir canciones y por supuesto, coleccionar la tonadilla semanal de Totakeke, así que si uno de sus temas nos deja impactados podremos reproducirlo cuando queramos.

Podemos comprar objetos y muebles en nuestra tienda, visitar el museo al que podemos donar los fósiles que hayamos encontrado (aunque podemos siempre optar por vendérselos al bueno de Tom), plantar árboles y flores para hacer de la ciudad un lugar más atractivo a los habitantes de los pueblos cercanos y para que no suframos en nuestras carnes la emigración y el despoblamiento. La llamada Fuente de los deseos será el pulsómetro que nos indique el estado de nuestra aldea.

Pero la aventura no acaba ahí, ya que interactuar con el resto de habitantes y cumplir las tareas que nos manden será tan atractivo como buscar giroides tras los días de lluvia, salir de pesca, cuidar de los campos, cazar insectos, comerciar, decorar nuestro hogar...  El sentimiento de comunidad se acentuará cuanto más hables con el resto de habitantes. Eso sí, señalar que Animal Crossing no es un juego de rol al uso, ni propone retos constantes y aventuras sin tregua. No trata de eso. Sencillamente es una forma de disfrutar de una "vida paralela", de tener unas pequeñas mascotas dentro de nuestras consolas a las que puedes visitar a diario, ya que ellas estarán esperando para sorprenderte con algún pequeño detalle cada día.

Además, si introduces la tarjeta de memoria de otra persona en tu consola, los datos de su partida se cargarán en tu máquina, por lo que podrás visitar su ciudad (que puede ser sustancialmente distinta debido a la aleatoriedad en la generación de los escenarios), ver flora y fauna inédita en tu lugar, comprar objetos que nunca habías visto, importar alimentos para ganar un dinerito extra... como la vida misma, vamos. Cabe incluso la posibilidad de que conozcas a algún animalito que quiera irse a vivir contigo. Todo sea por aumentar la población.

Otra interesante opción para intercambiar objetos con algún amigo que no viva cerca de ti es por medio de códigos. Yendo a la tienda de Tom Nook, introducimos una serie de datos, el objeto que deseamos mandar a nuestro amigo y amablemente nos facilitará un código. Luego, tan solo tendremos que llamarle por teléfono o mandarle un correo electrónico con dicha clave para que consiga sin mayor dificultad ese sillón que tanto deseaba. Una forma imaginativa de resolver la ausencia de opciones en línea, que nos ayudará a participar con la gran comunidad de jugadores de Animal Crossing que están esparcidos por todo nuestro territorio.

La obra de Takashi Tezuka presenta por supuesto defectos, desde su aspecto gráfico y sonoro obsoleto hasta el excesivo número de menús y cuadros de diálogo que debemos pasar para hacer algunas tareas, como puede ser ceder un fósil al museo. También es normal tirar por la vía fácil y estar modificando constantemente el reloj de la consola. Si piensas así, es muy probable que Animal Crossing te defraude.

Sin embargo si juegas en familia o con amigos, si quieres formar parte de una amplia comunidad de usuarios de internet que comparten secretos y objetos de sus ciudades, si quieres regalar un videojuego sorprendente a tu hijo, sobrino, novia o novio, si te gusta disfrutar de un estilo de vida pausado y dejarte sorprender por lo novedoso y por los pequeños detalles de cada día, no lo dudes, es tu juego.

La cantidad enorme de horas de diversión que esconde, el sentimiento de jugar online sin hacerlo, los retos y sorpresas que guarda tu aldea cada día del año, los minijuegos y sus múltiples secretos son un aliciente para jugar un poquito cada día y sacar de su interior el jugoso fruto que solo los videojuegos con esa chispa, con ¡mojo! que diría el otro, saben destilar con maestría.

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