Delenda est Carthago!

Hace aproximadamente 140 años, concretamente en 1862, Gustave Flaubert publicaba Salammbô. Tras la estela de esta obra de la literatura francesa y de un cómic también galo (Druillet 1980), llega ahora el videojuego. Los aventureros están de enhorabuena, hay un título nuevo, que siempre es de agradecer. Tampoco hay que emocionarse, "nuevo" no es sinónimo de "excepcional".

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La historia de Salammbô se desarrolla en el siglo III a.E. (antes de nuestra era) y está ambientada en la ciudad mediterránea de Cartago. Para los que se perdieron esa clase de historia merece la pena remarcar la importancia que esta ciudad tuvo en su día pues le plantó cara al Imperio Romano, no por convicciones extrañas, ni mitos, sino por algo más terrenal, como era el control del comercio en el Mare Nostrum. A lo largo de la vida de la ciudad hubieron tres guerras, las guerras púnicas, la última, supuso la derrota final para la ciudad y un suspiro de alivio para los romanos. Nosotros no vamos a ser testigos de dos de estas guerras, tan sólo del final de la primera, pues es entonces dónde comienza nuestra aventura.

Tampoco vamos a presenciar una reconstrucción minuciosa de la época, ni mucho menos, las molestias que se tomaron los chicos de Imperium en diseñar los trajes de los guerreros, no se las han tomado para crear el juego. Pero no hay que echarles la culpa a los creadores, sino a la base de la historia, fundamentalmente al cómic. Así, nos encontramos ante una aventura que toma como base unos lugares y tiempo históricos y construye, desde ahí, una historia de fantasía.

Salammbô es una aventura en primera persona, con un manejo similar al ofrecido por Myst, algo incómodo en opinión del que subscribe, sobre todo los primeros minutos de juego. Para los que no hayan visto una aventura con este manejo una breve explicación: lo que vemos es lo que supuestamente ve el personaje por sus ojos, podemos girar la cámara 360 grados y nos desplazamos al pinchar sobre una zona de nuestro campo de visión.

Nos ponemos al mando de Spendius un pobre desgraciado que trabaja como esclavo para los cartaginenses hasta que un día, harto de sufrir los castigos de sus guardianes, decide escapar por encima de todo.

Para lograr su objetivo dispone de la vista en primera persona, de un inventario, como en toda buena aventura, y de una interfaz muy simple pero eficaz. El cursor adopta tan sólo tres formas, además de la forma habitual que es una pequeña cruz blanca en el centro de la pantalla: en forma de mano apuntando, para indicarnos que podemos avanzar en esa dirección; una mano abriéndose y cerrándose, para coger objetos; y forma de engranajes, para hablar con alguien, tocar algo, en definitiva, para interactuar con el entorno. A lo largo de su viaje, además de resolver los puzzles que se plateen, encontrará pequeñas pruebas de habilidad fáciles de solventar.

En cuanto a los rompecabezas, no son de una dificultad excesiva, es relativamente sencillo entender qué es lo que hay que hacer en cada momento, puede que nos cueste recorrer todo el escenario y hablar con todo el mundo, pero al fin y al cabo, se trata de eso, es una aventura. Si nos quedamos atascados podemos recurrir al método clásico "probar todo con todo" y comenzar a hacer interactuar los objetos que tenemos con todo lo que se pueda. Como no hay muchos elementos interactivos en los escenarios, fácilmente se consiguen buenos resultados.

De todos modos, a pesar de que se puede avanzar rápidamente, hay ciertos acertijos que pueden detenernos un buen rato. Son aquellos en los que hay que alinear unas láminas siguiendo un orden concreto, mezclar algunos componentes en proporciones concretas y similares. Son este tipo de puzzles lo más complejo que puede tener el juego.

A parte de los rompecabezas del camino y las pruebas de habilidad debemos luchar contra otro gran enemigo, la muerte. Cuando alguien nos dice "Si pasas te mataré" no lo dice de broma y si metemos la pata en una conversación nos costará la vida, es decir, cargar partida anterior. Hay momentos en los que, tras realizar una acción, tenemos un tiempo para huir del lugar, o realizar una determinada labor. A mi modo de ver ese toque de "acción" en el juego hace que se desvíe de lo que sería una aventura gráfica pura y no le hace ningún bien al juego.

La posibilidad de morir, de fallar en un momento dado, nos llevará a repetir algo varias veces, investigando todas las alternativas, probando todas las combinaciones de diálogos, en definitiva, nos lleva a perder el tiempo. He crecido con la filosofía de las aventuras de Lucas, donde lo importante es salir de las situaciones y no estar pendiente de meter la pata.

Gráficos y sonido

La acción se lleva a cabo sobre fondos prerrenderizados, sobre los que podemos girar libremente en todas las direcciones, no es nada nuevo. Cada vez que Spendius lleva a cabo una acción final de un puzzle, aparece un breve vídeo mostrándonos el acto. Otras veces, para resumir algunos hechos, aparece una voz en off contándonos lo que ocurre acompañada del texto que lee y de unas viñetas que condensan los sucesos.

Enlazando con la calidad de las conversaciones mencionada en el punto anterior, hay que resaltar el sincronismo que existe entre las voces y los movimientos de la boca. Ojalá se pudiera decir lo mismo acerca de la expresividad de sus ojos. Es posible que sea debido a que lo que hemos probado sea una versión beta, pero el caso es que los ojos de los personajes aparecen rellenos de un color, amarillo, verde, rojo,... en los primeros planos es como si les faltara el globo ocular.

Pero a parte de estas características que hoy en día a nadie sorprenden está el diseño de los personajes. Ya se ha comentado que el juego es en sí mismo una gran licencia histórica, eso le permite total libertad a la hora de representar los lugares y los personajes. Los diseños son obra de Philippe Druillet, quien ya participó en el videojuego Ring.

Su banda sonora no pasará a la historia, desde luego, tampoco lo harán sus efectos de sonido y las conversaciones. Respecto a la banda sonora hay que tener en cuenta que sobre lo que se apoya este análisis es sobre una beta del juego, donde es posible que ciertas cosas no estén totalmente completadas. Se oyen unas notas cuando obtenemos un objeto importante o cuando realizamos alguna acción que pudiera ser relevante, ayudando al jugador a introducirse de nuevo en la acción.

Por otro lado destacar las voces. Es una lástima que no las hayan doblado al castellano, pero es admirable como, cada vez más, los diálogos de los videojuegos se interpretan de forma seria y no es simplemente una lectura de unas cuantas líneas de conversación. No hay que entender que los diálogos de Salammbô sean lo mejor del mercado, pero sí que merece la pena llamar la atención sobre la calidad de ellas.

Jugabilidad

Hacerse con el control es cuestión de segundos, el ratón es tu vista, como si de un Unreal o Quake se tratara y al pasar el cursor sobre un objeto o persona, cambia de forma y nos indica qué acción podemos realizar.

La única pega que le podemos sacar en este apartado es por culpa del modo "primera persona" y es que como ocurre en otros títulos de similares características, al no tener una vista general del escenario por donde nos movemos, es fácil perder la orientación y no saber cómo salir de un lugar o, simplemente, no recordar cómo se llegaba a un punto determinado. Un pequeño "radar" podría haber solucionado este problema.

Guión

Sin lugar a dudas uno de los puntos más fuertes de esta aventura. Encarnamos a Spendius, un hombre de mundo que es capturado para trabajar como esclavo en Cartago, sus ansias por escapar le llevarán a involucrarse en una historia de amor y a influir en el destino de Cartago.

Al escapar de la prisión se encuentra con Salammbô la sacerdotisa de Cartago, quien le revela su amor por Matho, jefe de los mercenarios que acampan fuera de la ciudad esperando cobrar por los servicios en la guerra contra Roma. Desde ese momento Spendius se encarga de conducir la historia, alternando su labor de cupido con sus tareas para lograr la libertad y de paso convertirse en alguien importante.

Comparándolo con...

Como fan de las aventuras de Guybrush Threepwood me cuesta mucho dejar de lado sus juegos en esta comparación, a pesar de eso haré un esfuerzo y no me entretendré más de lo necesario con ellos, lo resumiré en una frase: Salammbô no es un Monkey Island.

Con quien mejor se puede comparar este juego es con sus hermanos de manejo, los Myst y Riven, por ejemplo, que ya quedan algo atrás en el tiempo. Para ser sinceros no tuve el placer de jugar a la saga completa de Myst ni a Riven, pero por lo que pude ver en el fin de semana que alquilé Myst (de esto hace unos añitos), Salammbô no decepcionará a quienes disfrutaron con este juego, principalmente porque estarán familiarizados con su perspectiva en primera persona.

Por supuesto que también puede compararse con las dos aventuras de Ring, y con cualquier aventura que comparta su perspectiva y un guión propio de la literatura fantástica.

Lo que está bien

Lo que no está tan bien