Lionheart (PC)

Lionheart  es un proyecto que nació en los estudios de Reflexive, y ha sido apadrinado por Feargus Urquhart, presidente de Black Isle. A Remedy debemos títulos como Star Trek Away Team. A Black Isle, series como Fallout o Icewind Dale. Tanto una como otra compañía, por lo tanto, nos ofrecen un currículum más que decente, sobre todo, si el objetivo es lanzar al mercado un nuevo juego de rol.

Para el invierno de este año, los chicos de Black Isle tenían previsto lanzar al mercado Torn. Pretendían combinar las reglas y virtudes del Fallout con unos gráficos en 3D, pero la cosa no siguió adelante, y la compañía apostó entonces por Lionheart. Un proyecto técnicamente más modesto, y por lo tanto más barato, pero ese no es un dato que deba preocupar a los buenos aficionados al género de los RPG's. Lo interesante es reencontrarnos con un juego que recupera todos los elementos que hicieron grandes a la primera y segunda parte del Fallout, enriqueciéndolos con toda la experiencia obtenida en el desarrollo de Icewind Dale y BG: Dark Alliance.

Remedy Entertainment apuesta por un motor gráfico de factura propia, el que emplearon en Away Team y Zax. Hablamos pues de gráficos en 2D. Los cuales, a la vista de las imágenes, están a la altura de títulos semejantes, como Arcanum o la mismísima saga Baldur's Gate. Una ventaja adicional de este tipo de engine, son los requisitos que necesitarán para funcionar. Casi ridículos, para los tiempos que corren. El juego se conformará con un procesador de 300 Mhz, 64 Mb de RAM, y una tarjeta gráfica de 8 MB.

Lionheart retoma el sistema S.PE.C.I.A.L (sigla formada por la traducción en inglés de Fuerza, Percepción, Resistencia, Carisma, Inteligencia y Suerte). Creado para el primer Fallout,  dicho sistema nos permite configurar el personaje a nuestro antojo, repartiendo puntos de desarrollo entre las características mencionadas o las cerca de 30 habilidades derivadas de aquellas. Nos volveremos a encontrar también con los "perk" y los "trait", que podríamos describir como virtudes o defectos particulares de cada personaje. Un ejemplo, para que nos entendamos, podría ser Fuerza Bruta: con ella aumenta el daño que hacemos cuerpo a cuerpo, pero se reduce nuestra precisión.

Una sensible diferencia entre Lionheart y sus antecesores (léase, una vez más, Fallout), es el sistema de combate empleado. Aunque se echa mano de un sistema de reglas muy desarrollado, que contempla toda suerte de modificadores, incluyendo cálculos de daño según la zona del cuerpo que reciba el impacto, se ha apostado por resolverlo todo en tiempo real, al estilo Baldur's Gates o Icewind Dale. Para combatir sin aburrirnos se han previsto alrededor de cincuenta tipos de enemigos, sin contar variaciones de los mismos.

Al empezar la partida, podremos elegir entre cuatro razas: Humanos Puros, Slyvants. Feralkins y Demokins, cada una de las cuales tiene unas características especiales. Los humanos, por ejemplo, centran sus habilidades el terreno de la física, mientras que los Slyvants confían más en la magia. Así mismo, como vamos a explicar cuando tratemos el argumento del juego, la raza afecta a nuestro prestigio. Los humanos puros son bienvenidos en todas partes, mientras que los Demokins, una raza alterada por la magia y de naturaleza salvaje, son despreciados y aún perseguidos. Hablando de prestigio, como ya vimos en Fallout o Arcanum, nuestras acciones determinarán el concepto que cada pueblo tenga de nosotros, y su reacción positiva o negativa.

Lionheart tiene por escenario la Europa del siglo XVI. Una Europa muy diferente a la descrita en los libros de Historia. Un fenómeno conocido como la Disyunción lo alteró todo. Un cataclismo de naturaleza mágica que entregó al mundo entero al capricho de feroces criaturas de leyenda, y lo hizo caer en una Era Oscura, aún más negra que todo el periodo precedente.

El responsable de la Disyunción fue Ricardo Corazón de León, de ahí el nombre del juego. En pleno siglo XII, se prepara para invadir Tierra Santa en una nueva Cruzada, contra las fuerzas comandadas por Saladino. Y toma una terrible decisión: emplear un poderoso artefacto sagrado para someter a sus enemigos. El ritual tiene consecuencias imprevistas y devastadoras: todo el continente es sacudido por un espantoso terremoto, que levanta nuevas tierras y hunde a otras en el mar. Se abre una fisura entre el mundo natural y el mundo mágico, y los habitantes de éste (los "espíritus") invaden la Tierra. Dichos espíritus tienen la capacidad de formar una simbiosis con las formas de vida terrestres, alterándolas en el proceso. Fue así como se crearon nuevas razas, tanto humanas como animales, tanto benignas como malignas. Es el espíritu quien concede a su huésped la capacidad de emplear lo que nosotros llamaríamos magia.

El juego empieza en el siglo XVI, en un escenario post-apocalíptico que tiene muchas semejanzas con el de la saga Fallout. En concreto, nuestro punto de partida es Nueva Barcelona, la capital de España, que a la sazón, es la potencia hegemónica del mundo civilizado. Parte de su poderío militar descansa en la Inquisición, una sociedad aún más despiadada que su equivalente histórico, porque los demonios que persigue existen de verdad. España prohibe cualquier tipo de magia, y aplasta a todos sus practicantes. Inglaterra, en cambio, la tolera y le da amparo, estableciéndose un clima de extrema tensión entre ambas naciones.

Como habrán adivinado ya muchos lectores, somos descendientes del buen Richard Lionheart, y nuestro papel consiste en enmendar las faltas de nuestro ilustre antecesor. Una aventura que podremos resolver en solitario, o bien prendiendo de nuestras faldas a cualquier personaje entusiasta.

Se prometen muchas zonas a visitar por esa reformada Europa, muchas búsquedas, y un estilo de juego que no se centre sólo en el combate, sino que permita poner a prueba otro tipo de habilidades, como la persuasión o el subterfugio. En total, unas sesenta horas de juego para resolver el argumento principal, sin contar las misiones secundarias. Así mismo, se incluye la posibilidad de jugar online en modo cooperativo.