Konami Krazy Racers
Konami Krazy Racer no es la antesala a Mario Kart. Es simplemente, Konami Krazy Racer
Cualquiera que se atreva a clonar a Mario Kart se arriesga a entrar en la peligrosa y a la vez odiosa tierra de las comparaciones, con una única respuesta posible por parte de los usuarios: "no le llega ni a la suela de los zapatos"
Aunque es algo que pocas compañías han acabado de comprender. Incluso Sega intentó dar un tímido giro borrando del mapa a los Karts y poniendo en el papel de cabezas de cartel a Sonic, Tails, Robotnick y compañía. Con todo, Sonic R posiblemente ha sido el intento más cercano a alcanzar la perfección jugable de Mario Kart, que ya es decir. Porque Crash Bandicoot, los Pitufos, los animalejos del canal de Nickleodeon y hasta las figuritas de Lego han probado suerte con mayor o menor fortuna.
De hecho, uno de los estudios con más relevancia estos últimos años, la británica Rare, ni siquiera pudo hacerle sombra. ¿Quién se acuerda hoy por hoy del irritante Timber? ¿Y de la ratoncita Pipsy de color amarillo-fluorescente-dolor-de-ojos? Lógico, la verdad. Aunque aportaba el siempre agraciado modo aventurero; un sistema de impactos dudoso (las avionetas eran exasperantes) y una dificultad extrema, le condenaron al temido segundo plano cuando tienes ante tus narices a toda una creación de Shigeru Miyamoto.
Ahora, le toca el turno a una nueva consola. Otro campo de batalla. Una vez más, con la potencia suficiente como para convertirse en el receptáculo de una lucha encarnizada. Sin embargo, por una vez, y sin que sirva de precedente, es Nintendo la que sale rezagada de la parrilla de salida y Konami la que se adelanta con un más que honroso golpe de efecto: unir a sus criaturas, dotarles de sus cualidades más privativas y bañarlas en su salsa. Una salsa de la que solo Konami conoce la receta.
Goemon: Protagonista indiscutible de la serie Mystical Ninja (por estos lares), Goemon constituye el héroe paradigmático de los comics japoneses: glotón, corto de entendimiento y muy gallardo. Es un corredor equilibrado, sin mucha velocidad punta pero con una aceleración más que notable. Sin duda, una buena elección para comenzar a familiarizarse con el control.
Pawapuro Kun: La principal diferencia con respecto a Goemon, es que Pawapuro tiene mucho más agarre, aspecto fundamental para tomar bien las curvas. Los que lo desconozcáis, este joven devoto del béisbol, acompañado por su inseparable perro, forma parte de una exitosa serie del deporte rey en el país nipón, Profesional Jikkyo Power.
Pastel: Tuvo su momento de gloria con la difunta SNES y el genial matamarcianos Pop'n Twinbee, en la que ella participaba como piloto de la nave rosa, la Winbee. En cuanto a características, es una fotocopia del ninja de los pelos de punta (leer arriba).
Nyami: Inédito en nuestro país, esta especie de felino con coletas es la integrante de la versión portátil de Dance Dance Revolution, llamado Pop'n Music, y que por supuesto no ha sido editado nunca en el viejo continente. Su gran aceleración es su cualidad más destacada, mientras que flojea por culpa de un agarre casi nulo.
Takosuke: Seguro que recuerdas Parodius, aquel escarnio de los matamarcianos que tuvo hasta tres entregas en SNES y que mezclaba a personajes de Gradius y Twinbee en una ambientación algo grotesca y salida de tono. Pues bien, Takosuke, representante de aquella serie, presume de un agarre fiable y se aqueja de una velocidad punta escasísima. Será por los tentáculos...
Dracula: El señor de la oscuridad ha sido reducido y azucarado con el toque personal de Konami. Ahora, del temible y cruel enemigo final de Castlevania solo queda su nombre, Dracula. Por lo demás, es una mole enormemente rapida pero con la aceleración de un tren de carga y el agarre de una hoja de papel.
Ninja: Enigmático secundario aparecido en Metal Gear Solid del genial Hideo Kojima, que ha sido bañado con un cambio de estética que le ha reducido su masa muscular y le ha convertido en un guerrero cibernético poco intimidatorio. Haciendo honor a su procedencia, Ninja acelera como una bala, pero cuando está en pleno rodaje, no mantiene la velocidad como debiera...
Moai: Dicen que las cabezas de la isla de Pascua las crearon seres de otros planetas. Y así lo confirmó Konami, cuando en la segunda fase de Gradius nos encontrábamos con Moais por todas partes que disparaban ondas electromagnéticas. Debido a su peso, esta masa de granito es veloz, pero lenta de reacción.
Aunque toda esta gente ya sirve como excusa perfecta para idear un juego de Karts con la personalidad suficiente como para hacer sombra al título de Mario, Konami ha incluido hasta 4 corredores escondidos que deberéis descubrir por vuestros propios medios. Sin embargo, para no aguaros la fiesta, sólo os diremos que uno de ellos es un fanático de las brochetas, otro un hacha en las pistas de baile, el tercero uno de los protagonistas de un incomprendido juego de lucha de Nintendo 64, y el último, posiblemente la gran sorpresa, la nave con más carisma de la historia. ¿Lo adivináis?, seguro que sí...
El modelado de los personajes tiene algún que otro altibajo. Los bordes no están del todo bien acabados, y por alguna extraña razón no todos han recibido el mismo trato. Drácula, como muestra, se contempla la mar de nítido, mientras que uno de los personajes escondidos (de color verde) pierde tonalidad en los costados.
Sin embargo, lo que más gustará a los seguidores del género es que Krazy Racer no decepciona. Es increíblemente rápido, y tiene unos cuantos detalles que le alejan de la extrema plenitud de otras producciones. Asimismo, hay varios destellos como el rielar del agua, los cambios de tonalidad al vespertor y las transparencias en según que carreras que demuestran, una vez más, la versatilidad de Konami para adaptarse a cualquier plataforma en el menor tiempo posible.
m ú s i c a
Lo de Konami no tiene remedio. Tan solo enchufar el juego ya serás asaltado por una melodía con voces digitalizadas que gritan "Wai Wai Racing", hasta con unos cuantos contraltos para darle mayor viveza. Pero sin duda, lo mejor, se esconde en cada uno de los niveles.
Han cogido las partituras más prestigiosas de sus franquicias y les han lavado la cara para añadirlas a un repertorio que hará tumbar de espaldas al jugador más pintado. En Cyber Field oirás la tensa sintonía de Metal Gear, con un leve toque de remezcla, aunque esta sea la remasterización más desafortunada. En Magma Castle KCEK ha adaptado a la portátil el tema principal de Castlevania: Dracula's Curse, o Castlevania 3, que apareció en la NES de 8 Bits.
Sabiendo que cada uno tiene su partitura exclusiva, no terminamos por comprender el porqué de la supresión del tema de Gradius, cuando podrían haberlo añadido sin ningún tipo de problemas. Por ello, hay tres circuitos diferentes (dos con nombres opuestos) que usan la melodía de Parodius. Una pena.
s o n i d o f x
Los gritos de guerra característicos de cada personaje se reproducirán tanto en la pantalla de selección como en los rebasamientos, los golpes y los choques en plena carrera. Es decir, que tienes la posibilidad de escuchar una plétora de voces digitalizadas sin menoscabo alguno.
Además, hay los típicos FX de producciones de esta misma índole. Ya sea el constante y extenuante rugido del motor, los lanzamientos de los mísiles y el estruendoso ruido de un vehículo que se ha empotrado en una caja de metal. Muy buenos.
j u g a b i l i d a d
El juego comienza a formarse a partir de un e-mail que reciben los personajes más carismáticos de Konami para participar en una competición sin tregua. Vamos, que es un andamio sobre el que se monta un título de carreras corriente y moliente y que a duras penas afecta al desarrollo de Krazy Racers.
Dejando de lado esta frivolidad de argumento, el menú principal ha sido estructurado como si fuera el escritorio de cualquier sistema operativo, por lo que deberemos acceder desde ahí, y con una puntera como si de un "mouse" se tratara, a todas las opciones que hay embutidas en el cartucho.
La primera de ellas es la de las carreras propiamente dichas. Dentro, nos encontraremos con el clásico campeonato, la carrera libre, el contrarreloj, el versus y un par de "batallas" bastante curiosas. Por ejemplo, en una de ellos, denominado Chicken, deberemos arrancar a toda pastilla e ir por una recta de 400 metros para hacer el frenazo en el momento adecuado y quedar posicionado lo más cerca de la meta posible. Una prueba que en el famoso concurso televisivo Humor Amarillo se practicaba de sobremanera.
El otro, algo más clásico, se trata de evitar que te "pasen" una bomba que cada vez se va haciendo más grande y que al cabo de un tiempo termina estallando. Todos ellos, aunque no lo parezca, están pensados para el goce individual, por lo que no necesitarás a ningún compañero de fatigas.
No obstante, es en el campeonato donde centraremos todos nuestros esfuerzos. Primero debes tener en cuenta que se seccionan en cuatro copas con cuatro circuitos cada una, a las que, para poder competir, estarás obligado a pasar una serie de exámenes de licencia, a cual más difícil y pesado. Cuando tengas todo esto superado, tendrás a tu disposición hasta tres grados de dificultad, que, por contra a Mario Kart, apenas afectarán a tus resultados en el cartucho y en los puntos que vayas acumulando. Otro de los puntos flacos en este ámbito es que los tiempos que vas marcando en el "Time Trial" se borran cuando apagas la consola, aspecto que restará ese tono competitivo que se crea en torno a la superación de tus propios records.
La corta lucubración de KCEK a la hora de diseñar Krazy Racers fue, desde siempre, emular el control de Mario Kart, aspecto que han intentado plasmar con la mayor fidelidad posible en el resultado final. De hecho, el protagonismo del control se basa, fundamentalmente, en los saltos que realizamos a cada viraje, mientras que el "Power Slidding" de Nintendo 64 (aquella forma de tomar las curvas derrapando como unos descosidos) ha desaparecido. Aunque si puedas hacer pequeños chirridos con los neumáticos cuando estás encarando unas cuantas curvas criminales, a duras penas notarás como el coche responde y más de una vez te sentirás abocado a desacelerar (como en Maximum Velocity) para no acabar besando el arcén. Para terminar de agravar el sentimiento de impotencia en muchos de los cambios de dirección, el diseño de los trazados incluye virajes de hasta 180 grados entre vías frustrantemente angostas.
Durante cada tramo, Konami ha diseminado unas cuantas monedas que se recopilarán, única y exclusivamente, para mejorar las prestaciones de tu bólido adquiriendo varios items en la tienda correspondiente. Nada de aumento de la velocidad punta, como sucedía con Mario Kart SNES.
Lamentablemente, dentro del refinado control de Krazy Racer hemos encontrado un lunar que empaña todo el conjunto en general. El sistema de colisión está mal centrado, y es posible que más de una vez pases por las aristas de un puente y acabes sumergido en el agua, e, incluso, ver como las vallas de protección de algunas pasarelas son más gruesas de lo que en realidad pintan en pantalla. Una pena.
Los más avezados jugadores encontrarán en Krazy Racer un entretenimiento efímero. Tan solo 16 circuitos se pueden hacer cortos, y ni siquiera las adiciones de aquellas rarezas del "Battle" o el foro de rumores (que se resume en la anotación de tus progresiones) servirán para mantenerles pegados a la pantalla mucho más tiempo. Pasa eso, siempre puedes recurrir a las escaramuzas para dos o más jugadores tanto en un todos contra todos como contra la CPU. Lo agradecerás.
c o n c l u s i ó n
Konami Krazy Racer no es la antesala a Mario Kart. Es simplemente, Konami Krazy Racer. Sin similitudes que valgan. Konami ya sabía que estaría condenada a recibir un aluvión de cotejadas varias y a ver como su criatura recibía mil y una crítica por abusar de la inventiva de EAD, creadores del título del rechoncho fontanero. Pero en realidad nos encontramos ante un juego que puede valerse por si solo.
Y esto se ha hecho patente por la buena acogida que ha tenido tanto en EE.UU. como en Europa, y eso que KCEK temía por las consecuencias que pudiera acarrear el no disponer de personajes más célebres en los mercados fuera del alcance del dominio nipón.
En definitiva, Krazy Racer es muy divertido, supura calidad por todos sus poros, el acabado gráfico es sobresaliente, la Banda Sonora (como siempre) un prodigio, y es posible que hasta le encuentres un punto de novedad que nunca antes has visto en ningún otro cartucho.
Seguramente, una de aquellas piezas que no deberías perderte por nada del mundo y que será, casi a ciencia cierta, tu mayor aliado para las vacaciones de verano. Si es que con los amigos es como mejor se juega...
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.