Que gloriosos años los de la eterna juventud.

Días en que nuestra única meta era llegar a casa, tumbarnos en el sofá y enchufar la televisión día y noche viendo como la misma programación se repetía hasta la saciedad.

Lejos quedan las series de animación mayoritariamente japonesas como Dragon Ball, Ranma 1/2 o el Dr Slump que salpicaban la sobremesa entre diálogos poco ofensivos y disparatadas situaciones que no llegaban más lejos que un porrazo bien dado, un vuelo en el aire y unos cuantos gritos. Pero ya se sabe que las cosas cambian y siempre se empieza por abajo. Por los más jóvenes.

Se ha perdido el rumbo y estamos viendo como a cada alo que llega más y más personajes obscenos, soeces y deslenguados ocupan nuestros televisores. Las horas de entretenimiento candoroso se han acabado...

Pero que no te espanten todas estas imágenes. Todavía se mantienen viejas costumbres. Y esa es precisamente la posibilidad que tiene toda compañía de hacerse con la licencia de un puñado de estas criaturas, ponerlas a lomos de unos cuantos coches, diseminar items como armamento por doquier, y preparar una mecánica clónica a la del sublime Mario Kart de Nintendo.

Aunque ya existen un sinfín de compactos en PS One que funcionan sobre esta misma mecánica tales como Crash Team Racing o Speed Freaks, Nicktoons Racing no hará cambiar de parecer a los que nunca se han sentido verdaderamente atraídos pos los títulos antes mencionados. Pero ya que estamos, ¿porqué no concederles una última oportunidad?...

Nunca en la vida un juego de Karts ha presumido de una calidad gráfica notable. Pero lo que si se cuenta entre sus objetivos es traspasar fielmente todo el espíritu caricaturesco de los dibujos en que se basan. Nicktoons Racer hace esto y lo cumple con creces. Porque incluso llegarás a identificar, si eres seguidor de alguna de las series, varias localizaciones que han aparecido cada tarde en la pequeña pantalla.

No obstante, el juego es en realidad un montón de deficiencias que van sucediéndose mientras tu haces un esfuerzo por pasarlos por alto. La intro, sin ir más lejos, por alguna extraña razón no funciona a más de cinco cuadros por segundo. Y este es un síntoma que acusa todo el juego en sí: cuando se amontonan en pantalla más elementos de la cuenta, el compacto sufre de mala manera y la tasa de frames hace un bajón estrepitoso, a pesar de que esto solo sea visible escasos segundos...

Dejando de lado este desliz, en la pieza de Hasbro Interactive encontrarás diseños de circuitos que dificilmente pueden ser enmarcables dentro de una temática en concreto. Puesto que tanto puedes estar paveándote por calles de Hollywood repletas de desniveles, como en superfícies lunares, entre barracones de guerra o tanques. Así como en otros trazados pasará lo mismo al cruzar áridos desiertos, verdáceas praderas y túneles oscuros. Sin duda alguna el punto fuerte de todo el programa, muy a pesar de unas texturas planas (atentos a los estanques de agua del primero torneo).

El modelado de los personajes y los coches tampoco son precisamente un alarde de imaginación. Todo ello ha sido solventado de forma correcta sin excesivos problemas. Lo que hace aun menos entendible esos problemas que tiene el juego para mantener el tipo en momentos de excesos.

Asimismo, puedes encontrarte con algún que otro detallito la mar de gracioso. Es el caso del flash que efectúas con la cámara para cegar a tus adversarios, que, cuando te apuntan directamente a los ojos, la pantalla se blanquinece unos instantes que te harán perder el rumbo irreversiblemente. Algo similar ocurre con los cubos de basura al empotrarte contra uno de ellos. La visibilidad se vuelve tan negra que en el periodo de tiempo que lo tienes en la cabeza es completamente imposible conducir con plenas garantías.

Te esperan melodías facilmente reconocibles de las series de animación, de un caracter cómico y agradable y de una variabilidad plausible al cien por cien. Lo único malo en este aspecto es que algunas de ellas son un bucle muy, muy, corto que acaba repitiéndose tropecientas veces en un solo circuito. Por lo demás, un trabajo bien realizado.

Los chicos de Hasbro se han tomado muy en serio lo de tomar prestadas varias ideas de Mario Kart y embutirlas todas en Nicktoon Racing. Y eso, se hace patente con los gritos de Catdog, calcaditos a las voces de Charles Martinet, el doblador del fontanero italiano.

En cuanto al resto de componentes, podrás escuchar como retumban tus altavoces amén de gritos estridentes de Angelica de The Rugrats, sonidos de explosiones, turbos dejando tras de sí un rastro de fuego y el siempre agraciado neumático desgastándose en el asfalto.

Nicktoons Racing no ofrece nada novedoso bajo el sol. Básicamente hay cinco modos de juegos que pese a sus aparatosos nombres (Cartoon Cup Adventure, Race For Fun, Head-to-Head, Relay Race, and Time Trials) no se alejan de los clásicos campeonatos, contrarreloj y multiplayer. El primero de ellos consiste en ir participando en cada una de las cuatro carreras que hay por mundo (un total de tres) hasta que se abran todos los torneos y por consiguiente, puedas ir desbloqueando personajes.

El más singular de todos ellos es el Relay Race, que traducido al castellano es Carrera de Relevos y que, como indica su nombre, deberemos escoger a tres participantes y a cada vuelta topar con ellos para que recoja el testigo y siga él nuestros progresos.

Respecto al control, la dinámica que sigue es del todo afín a las carreras del adiposo fontanero de Nintendo. Según vamos avanzando recogemos del suelo pequeñas esferas (como las monedas doradas) que incrementarán nuestra velocidad. Sin embargo, en el juego de Infogrames no será una aceleración continúa, sino un "nitro" que se recargará a cada orbe que recopilemos y se sumará a una barra de enegía en la parte superior del interface. También existe otra similitud con el resto de sus congéneres. Pulsando los triggers del Pad de PS One nuestro coche saltará durante un brevísimo periodo de tiempo que se suele usar para girar más bruscamente y adoptar una mejor posición cara a la siguiente curva.

Pese a ello, la cosa no termina por funcionar del todo. Cuando estés en el aire apenas tendrás tiempo para encarar una curva correctamente y esto perjudica, por vacuo que parezca, muchísimo al control en general. De esta forma, gran parte de tus esfuerzos se centrarán en derrapar continuamente sin tener que recurrir a los malogrados botes.

Asimismo, Hasbro Interactive se alimenta con los items de rigor para hacer la vida imposible a tus rivales y viceversa. Lo mejor de todo es que en muchos títulos de la misma índole los efectos de las armas apenas surten efecto (en Diddy Kong Racing un cohete no ralentizaba ni a los quinientos golpes) por lo que tener uno a mano puede ser vital para terminar dentro de algunas plazas del podio.

El punto más flojo de todos es la durabilidad. Para empezar, no es un juego excesivamente difícil, y con tan solo un poco de dedicación podrás terminarte el modo principal. Lo único que te puede entorpecer es el cambio constante que sufre la clasificación general en cada una de las carreras, pues un rayazo bien dado hará que las posiciones den un tumbo impropio. Pero ten en cuenta que son solo una docena circuitos, ni más ni menos. Efímero, sin lugar a dudas, pero intenso mientras lo vives. Para salvar esta situación, lo mejor es recurrir al eternamente socorrido modo para dos jugadores. Lo agradecerás...

Es complicado imitar a una verdadera obra de arte. Pero da la impresión que la intención de Hasbro no ha sido competir directamente con juegos de mayor calibre, sino buscar una excusa más que correcta para aprovechar esta licencia y poder amontonar a todas estas figuras en un solo título. Como resultado de tal amalgama, tenéis un resultón compacto de conducción, de fácil aprendizaje, directo, fresco, adictivo, trepidante y muy agradable.

Es decir, que te espera un apartado técnico pasable, buenas músicas, jugabilidad desigual, mucha personalidad (cosa poco común en la mayoría de estos productos) y posibilidad para dos jugadores. ¿Corto? sí, desde luego, pero para eso están los amigos...