Divertido por momentos.

Rainbow Six, supuestamente, debería acelerarte el pulso. Debería proporcionarte sesiones de la más pura tensión. Y debería obligarte a usar la cabeza para terminar con éxito cualquiera de las misiones. Pero algo, por no decir absolutamente todo, ha salido mucho más defectuoso de lo esperado.

La cosa ya viene de lejos. Si has tenido el infortunio de ponerte a los mandos de las tropas de la precuela, sabrás que tanto en PS One como en Game Boy Color o en Dreamcast se ha perdido, desde la traslación del PC, todo lo que hacía de las noveles de Tom Clancy algo sumamente atractivo. Sin embargo, la extensión del original, que en PC obtuvo un resultado poco menos que sublime, esta condenada a resarcir el sabor tan agrio de antaño, pero que evocamos una vez dentro de la partida.

Si desconces por completo este serie de espionaje táctico que pronto comenzará las andadas en GBA, vamos a desmenuzarte las partes más importantes:

Para empezar, Rogue Spear es un shooter en primera persona que evita la caída en las típicas escenas impregnadas de sangre. No está orientado, por supuesto, a los incondicionales de Quake o Unreal, donde se dan cita en pantalla orgías de tiroteos como para borrar del mapa a cualquier persona con un pestañeo equivocado. Es, en su mayor parte, un compacto que te obliga a estar siempre, siempre pendiente de lo que hacen tus compañeros de fatigas.

No eres libre, deberás forzosamente seguirles o comandarles, buscar la mejor posición, entrar sigilosamente en la boca del lobo y buscar rehénes sin vaciar el cargador a la que escuches un paso al final de un pasillo. Bien, muy buena pinta, muy agradable, muy variado... pero en consola, muy decepcionante.

Hechos los preliminares, en Rainbow Six hay muchas pinceladas de la estrategia: al principio, tendrás las sugerentes indicaciones del John Clark, nuestro capitán, además de un hermoso diagrama donde se detalla la posición por la que entraréis a la faena, que camino recorreréis y si preveé que habrá algun tipo de impedimento hacia vuestra meta. A renglón seguido, podrás hacer filtros a tus anchas entre la plantilla, para escoger a los mejores para cada misión y usarlos a tu juicio una vez dentro.

De esta forma, podrás disponer de hasta ocho hombres para el cuerpo, definirles una posición, un arma para cada mano (primaria y secundaria), y por consiguiente, separarlos en dos grupos para que actuen de forma paralela. Con esto conseguirás mayor operabilidad dentro de la materia, lo que facilitará todos tus progresos. Aunque, es mejor que estés continua y reiteradamente pendiente de ellos, porque por alguna extraña razón, en PS One tienen la Inteligencia Artificial más pobre que hemos visto en mucho tiempo. Pero esto ya es otro cantar.

Los movimientos si están más cuidados a tenor de la siempre agraciada utilización del Motion-Capture. La forma de caminar agazapados, apuntar o mover los brazos haciendo señas son una auténtica pasada. Los personajes principales son lo mejor de todo. El modelado, pese a algún desliz cuando contactamos con algún punto clave en una misión que nos introduce en una pequeña escena con diálogo, lo demás está sobradamente solventado.

De todos modos, es mejor que juegues a él sin intentar compararlo con PC, DC o N64, salvando la poca nitidez de este último, porqué terminarías por defenestrar algo que no ha reportado la más mínima consideración por parte de Red Storm y Saffire. Y mucho menos con Syphon Filter o MGS, quizás los títulos más emparentables con este, puesto que su sombra eclipsara los resultados de Rainbow Six.

Geniales partituras realizadas con orquestra y que son un acompañamiento de lujo para un desarrollo tan pausado. No en vano, el protagonismo en este ámbito se centra en los menús, pues en medio de la partida apenas sentirás como las melodías acompasan cada una de tus acciones. El tema de la introducción es simplemente genial.

La verdad es que los FX son lo mejor de todo el producto. Sin embargo, acabarás odiando los gritos que piden socorro debido a lo estólidos que llegan a ser todos los miembros de tu equipo. Exceptuando esta puesta a punto de paciencia, tiroteos, pasos, voces digitalizadas y demás parafernalias demuestran que en un juego así, en el que el silencio agobia y quema los oídos, es lo más importante. Lamentablemente es la eminencia del conjunto...

Nada que ver el Dual Shock con un mouse corriente y moliente. La verdad es que el control en plena acción es del todo satisfactorio, y especialmente porque el stick permite un margen de error bastante amplio. No obstante, a la hora de interactuar con los menús, la cosa se complica mucho más. Tenemos a nuestra disposición una plétora de posibilidades que nunca terminaremos por probar.

En el mismo plano se mueven los cambios de armas o las órdenes que dictamos a cada soldado. En el teclado puedes acceder a todos ellos mediante las teclas de función, y en cambio, aqui deberás rotar por todo el interfaz para hacerte con aquella que quieres usar en el momento idóneo, y no es precisamente un juego que adolezca de un número limitado de pertrechos.

Otro de los handicap con que cuenta versionar un auténtico gigante del mulitplayer a PS One es la carencia de Internet. De hecho, la opción a pantalla partida del que alardeaba Dreamcast desaparece en un trabajo descaradamente descuidado e inopinado.

La gota que colma el vaso es una Inteligencia Artifial bochornosa. Sin comerlo ni beberlo, te quedarás solo ante el peligro en situaciones que no requieren demasiada destreza, pero incomprensiblemente desaparecen todos tus apoyos. Les dictaminas un destino, y mueren. No les proteges las espaldas un instante, y mueren. Entran en algún salón para limpiar el camino, y mueren. Así de fácil. Entonces, será mejor que entres siempre que puedas delante de ellos, no sea que termines por perderlos.

R6 es largo. De eso no cabe duda. Pero lo dificil de verdad es que te encarrile a los primeros compases. Si lo consigue, no podrás despegarte del mando de PS One hasta que termines con todas las misiones que hay a cumplir, para una vez acabado, casi seguro que lo dejarás abandonado en alguna estantería sin posibilidad a jugar con algún amigo y terminar de exprimirlo. Una verdadera pena.

Que sea una expansión del original aparecido hace menos de medio año, coincide con una cosa: sigue siendo un producto que hace aguas por todos sus costados. No se han dignado ni a mejorar el motor gráfico, ni el control, y ni mencionar la IA, puesto que es un verdadero desastre. Entonces, ¿que hay de bueno en Rogue Spear?.

Pues siempre puedes hacer la vista gorda al rudimentario aspecto técnico y sumergirte de lleno en un juego que promete tensión hasta provocar taquicardia. Que no lo consiga ya dependa de si estás dispuesto a soportar algo que al principio no engancha por mucha dedicatoria que le otorgues. Eso sí, muy en el fondo quizás le encuentres ese aliciente que te haga estar delante del televisor día tras día fundiendo el total de 19 misiones que hay codificadas, tres de las cuales son completamente exclusivas.

Si tuvieramos que escoger alguna de las versiones nos quedaríamos sin pensárnoslo dos veces con la de N64 y DC. En el caso no de poseer ninguna de estas dos consolas, Rogue Spear esta marcado de por vida a los que se pirren por las novelas de Tom Clancy.