Dragon Quest VII (PlayStation)

Durante años, FF y Dragon Quest han protagonizado una de los duelos más intensos y emocionantes de todos los tiempos, teniendo su punto álgido en la sexta entrega de ambas sagas. En efecto, Dragon Quest VI y Final Fantasy VI, ambos lanzados para la mítica Super Nintendo, hicieron temblar los cimientos de todo Japón, desatando auténtica locura. Después de eso, todo el mundo esperaba que esa batalla tuviera continuación en la nueva consola de Nintendo, pero las cosas cambian y más en este mundillo, así que la batalla continuó en una nueva plataforma y no ha gozado de la intensidad que hubo en la consola de Nintendo, entre otras cosas, porque Enix se tomó su tiempo para preparar su primer, y único, Dragon Quest para PS.

De todas formas, una vez visto el juego, se puede decir que la espera ha merecido sobradamente la pena, ya que nos encontramos ante el mejor RPG de PS. Dicha afirmación puede parecer bastante desproporcionada, teniendo en cuenta la cantidad y calidad de los representantes de este género que ha tenido la consola de Sony, pero las cifras están ahí para avalarla. Su puntuación en los diferentes medios ha sido la más alta desde hace años, Weekly Famitsu han evaluado al juego con un 38/40 nota altísima para una publicación tan exigente, lo que le sitúa entre los cinco juegos mejor valorados por la revista (no alcanza el primer puesto porque Zelda 64 tiene un 40/40). Y si miramos sus cifras de ventas los resultados son del todo esclarecedores: ha machacado todos los récords de ventas, es el título más vendido en Japón para PS en toda su historia, y uno de los más vendidos para cualquier formato, además, está a punto de alcanzar la cifra mágica de 4 millones de unidades, lo que le colocará como el juego más vendido de Enix en toda su historia.

Pero, ¿qué tiene este título?. Esa es la pregunta que se va a contestar a lo largo de este avance.Para empezar, hay que hablar del primer aspecto que le llega al jugador: los gráficos.

Este es, sin duda, uno de los aspectos que más controversia va a levantar en occidente, particularmente entre los aficionados de nuevo cuño. Indudablemente, los gráficos de su directo competidor, FF IX, son bastante mejores, pero hay que matizar que los gráficos de Dragon Quest pueden dar más de una sorpresa al jugador observador, revelándose como algo mucho más elaborado de lo que en un primer vistazo podríamos suponer. Estos gráficos se basan en el mismo concepto que ya pudimos ver en Grandia, es decir, escenarios en 3D y personajes Super Deformed en 2D, pero elevando el concepto a su máxima expresión. Los escenarios poseen una gran belleza y prestan una enorme atención a los detalles, que salpican hasta al más insignificante rincón del juego. Podríamos mencionar, por ejemplo, la catedral de la ciudad en donde empiezan nuestras aventuras, con un aspecto magnífico y que nos permite ver magníficos detalles, la capilla interior, las luces que entran a través de los ventanales... todo ayuda para conformar un aura mágica que nos obliga a quedarnos ahí contemplándola, aunque no guarde relación alguna con la historia. Otro aspecto destacado de los escenarios es que, a pesar de carecer del atractivo natural de los escenarios prerenderizados, tienen la ventaja de que ofrecen mucha más libertad, por lo que podremos rotar la cámara a voluntad, ampliar, reducir... poniendo la guinda a un trabajo casi artesanal, que no tiene por que envidiar otros juegos, a priori más atractivos.

En cuanto al diseño de personajes, se ha contado de nuevo con la presencia del ilustre Akira Toriyama y su trabajo ha creado opiniones de todos los colores. Son unos diseños que hacen recordar a la entrañable serie "Dr. Slump" y presentan un aspecto muy desproporcionado, con amplios cabezones y un aspecto realmente cómico. Hay un grupo de aficionados que piensa que el diseño adoptado está muy bien y le da cierto toque al juego, mientras que otro grupo piensa que son horribles y que era preferible el aspecto dado en otros juegos anteriores más cercanos a Dragon Ball, con unos diseños impactantes. Son dos planteamientos perfectamente válidos y cada jugador puede adoptar el que más le convenza.

Pero, lo que queda, es que el aspecto gráfico del juego es, en general, excelente y aunque no lo fuera poco importaría porque un auténtico RPG se aprecia por otros factores, los cuales Dragon Quest posee en abundancia.

En primer lugar, uno de los aspectos que más destaca del juego es su tamaño. La palabra gigantesco se queda bastante corta para expresar la magnitud de esta aventura. Sus dos CDs han sido aprovechados al máximo y no utilizan una cantidad desproporcionada de CGI. El juego posee una trama principal muy extensa, a la que hay que unirle una infinidad de subtramas que conforman una de las aventuras más largas que se han podido ver nunca.

Por supuesto, un tamaño tan grande requiere de una historia, un guión y unos diálogos que estén a la altura de las circunstancias y mantengan al jugador enganchado. Este es otro de los aspectos más sobresalientes del juego. La trama principal es muy épica, con una historia realmente elaborada, dotada de múltiples giros y momentos álgidos que ponen la piel de gallina, lo cual se complementa a la perfección con el aspecto cómico del juego, que es muy patente, pudiendo siempre encontrar situaciones que hacen soltar una enorme carcajada. El unir lo serio y lo cómico de una forma coherente es todo un arte y un gran reto para cualquier forma de narración y Dragon Quest lo ha conseguido con matricula de honor.

Los diálogos son igualmente brillantes. Existe una enorme cantidad de personajes a lo largo de todo juego, y los diálogos son el elemento clave para hacer que estos tengan interés, cosa que se ha conseguido de una forma excepcional. Aunque es cierto que hay personajes más importantes que otros, se ha conseguido dotar a cada uno de ellos con una gran personalidad, por lo que poseen la virtud de llamar siempre la atención y hacer que el jugador nunca se sienta indiferente ante ellos. Un detalle interesante sobre los diálogos es que existe la posibilidad de hablar en todo momento con los compañeros, por lo que darán su opinión y pueden ser inmejorables fuentes de ayuda en caso de ofuscamiento

La historia del juego comienza en una isla perdida en la inmensidad del océano. Tan aislada se encuentra esta que sus habitantes no tienen ningún contacto con el exterior, pensando que esa tierra es la única que existe y viviendo una vida apacible y feliz, pues no conocen los peligros que hay en el mundo y nunca se ha visto un monstruo en esa tierra. El protagonista principal (cuyo nombre es el que tu elijas para él, siguiendo la tradición de los RPG más clásicos) es el hijo del mejor pescador de la isla y su mayor ilusión es la de convertirse en un valeroso marinero que surque las aguas más profundas en busca del preciado alimento, como su padre. Junto a este se pueden encontrar a sus dos mejores amigos: Maribel y Seifer Gran. La primera es una muchacha algo introvertida que se ha criado junto al héroe y es la hija de una de las familias más importantes de la isla. El chico, es ni más ni menos, que el príncipe de la isla, un puesto que detesta profundamente, aprovechando cualquier oportunidad para escapar de sus tediosas obligaciones y correr aventuras, su mayor obsesión es la de visitar una antiguas ruinas situadas en algún lugar de la isla, aventura que emprenderán los tres amigos juntos, ignorando lo mucho que esto afectará a sus vidas y lanzándoles a una serie de acontecimientos de inimaginables proporciones.

A diferencia de otros RPG, que nos dan un inmenso mundo a explorar, en Dragon Quest VII el mapa inicial será extremadamente pequeño, reduciéndose solo a la mencionada isla. Para poder acceder a más terreno habrá que encontrar unas misteriosas tablas que permitirán el acceso a nuevos continentes y que constituyen uno de los puntos focales de la historia.

El sistema de asignación de profesiones sigue estando presente y sigue siendo el mejor sistema para dotar a estos juegos algo del espíritu de los juegos del rol de papel y lápiz.

En total existen unas 10 profesiones base que son: guerrero, monje, bailarín, bardo, marinero, mago, sanador, granjero y bufón. No se ha cambiado nada, ni falta que le hace, al sistema de profesiones que ya había anteriormente y sigue funcionando igual de bien que lo hacía hace años. Cada una de esas profesiones pueden ser asignadas a los personajes que tengamos disponibles, los cuales acumularán experiencia y podrán acceder a nuevas habilidades pertenecientes a su rama a medida que vayan avanzando. De este modo, un guerreo, especializado en el combate con armas, tendrá una serie de habilidades especiales y, a medida que vaya ganando experiencia, ganará mejores habilidades hasta alcanzar el grado de maestro. Lo divertido es que estas profesiones pueden ser cambiadas a lo largo del juego y se pueden realizar una infinidad de combinaciones posibles para acceder a nuevas habilidades o incluso a nuevas profesiones.

Por ejemplo, si teníamos un guerrero y cambiamos su profesión a mago, podremos utilizar los ataques ya aprendidos como guerrero y empezar a utilizar las artes arcanas propias de los magos, mientras que si alcanzamos un determinado grado como guerrero y como monje (combate con y sin armas) en un mismo personaje, este podrá optar a la nueva profesión de maestro de batalla. Los jugadores inteligentes lograrán combinaciones terribles de estas habilidades de las formas menos sospechadas como puede ser el combinar danzarín con guerrero, con lo que aparecerá la habilidad de baile de espadas.

El sistema de combate es el mejor aspecto del juego y es donde despunta totalmente con respecto a la mayor parte de RPGs. En primer lugar, estos combates se desarrollan en primera persona, por lo que lo único que podremos ver en la pantalla será el sistema de menús y al grupo de monstruos en frente. Los combates están dotados de un toque especial, son rápidos, pero a la vez son muy estratégicos y nunca aburren por la gran cantidad de cosas que se pueden hacer.

Hay que destacar que en estos combates solo se puede manejar a tu personaje y no a los demás miembros del grupo que son controlados por la I.A, lo que unido a la posibilidad de hablar con estos en medio del combate, da un efecto muy interesante de sentirse parte de un verdadero grupo, además de dar un aspecto mucho más creíble a las batallas. Esta I.A cumple un trabajo excepcional al estar muy bien programada y, además, puede ser modificada para adaptarse a nuestros gustos de combate. Al contrario que otros juegos donde te puedes quedar ratos interminables sin pulsar un solo botón, en Dragon Quest tu mente debe estar totalmente activa en todo momento, pues no hay momentos de descanso y las magias no son tan interminables y tediosas como en otros títulos. Con esto no se quiere decir que no haya magias poderosas, que las hay y son muchas, pero no necesitan tanta parafernalia y su efecto es igualmente espectacular y efectivo. En cuanto a los monstruos, solo hay que decir que el trabajo de Akira Toriyama ha sido inapelable. Hay una ingente cantidad de criaturas, las cuales pueden ir desde lo cómico, hasta enemigos muy serios y con un imponente aspecto, lo que se traduce en que, a pesar del tamaño del juego, no llegan nunca a cansar.

Como colofón final a las características más destacadas de este grandísimo juego, hay que destacar la habilidad para poder utilizar monstruos en las batallas. En Dragon Quest anteriores, así como en otros juegos, hemos visto la capacidad de capturar monstruos y entrenarlos para conseguir poderosos aliados en las batallas, hasta ahí nada nuevo. Lo curioso es que en Dragon Quest han pasado de adoptar sistemas tipo Pokémon y se han decantado por algo mucho más salvaje: arrancar el corazón de las criaturas. En efecto, aquí no hay granjas de crianza ni demás zarandajas, lo único que vale es arrancar el corazón de las criaturas derrotadas en combate, con lo que podrás transformarte en la citada criatura, con todas sus habilidades. Con esto no solo podrás emular a los monstruos más normales del juego, sino que tendrás la posibilidad de adoptar la forma de muy poderosas criaturas, por lo que constituye un nuevo elemento a añadir en la ya extensa lista de posibilidades de combate.