Seven Kingdoms
- PlataformaPC8.5
- GéneroEstrategia
- DesarrolladorEnlight Software
- Lanzamiento01/01/1998
- TextoEspañol
- VocesEspañol
Pretendiente al trono
Un original juego de estrategia, en el que deberemos conquistar y preocuparnos de desarrollar nuestra economía así como tener cierta diplomacia. Contaremos con varias razas a elegir entre un montón de opciones.
Seven Kingdoms es el último intento de transformar el estilo clásico de Civilization 2 al tiempo real ¿Lo ha conseguido? Vamos a ver:
Descripcion General
En primer lugar no podemos dejar de lado el hecho de que el juego muestra un sospechoso parecido con el Age of Empires de Microsoft: potencias de corte arcaico o medieval, la aparición de nombres reales mezclados con magia y fantasía,... Hay diferencias, sin embargo. Este Seven Kingdoms está enfocado sobre la política básica y la diplomacia como medios para conquistar a tu enemigo de forma pacífica y el nivel de vida de tus ciudadanos es esencial para que mantengan tu apoyo y que no se pasen al enemigo, o se vuelvan, incluso, un reino independiente. Además, las relaciones entre reinos pueden generar bloques políticos o alianzas más o menos permanentes. Vamos a ver cómo funciona todo esto:
En primer lugar, todo civil perteneciente a un reino tiene un nivel de fidelidad, que tiene que ver con la etnia dirigente, su calidad de vida o el nivel de paro. Del mismo modo, las aldeas independientes tienen un nivel de resistencia contra la ocupación extranjera que depende de los mismos factores. El método para asimilar una de estas aldeas de forma pacífica (lo que aumentará tu reputación) es colocar cerca un fuerte con un general carismático, crear industrias cercanas que den trabajo a los civiles e infiltrar a unos cuantos espías que hagan propaganda a tu favor. Si consigues que el nivel de resistencia baje a 0, la aldea será tuya. Hablando de espías, el uso que se puede hacer de ellos es grande. Se usan infiltrándolos en los reinos enemigos, que los alimentarán y entrenarán. Una vez tus espías hayan llegado a una posición influyente en el reino enemigo, podrán pasarte informes sobre las actividades enemigas o capturar el edificio en el que estén metidos. Un caso especial es el de los infiltrados en el ejército, que pueden convertir a divisiones enteras a tu servicio si alcanzan una posición como general, o incluso llegar al trono rival y cedértelo. Por supuesto, tus enemigos usarán tus mismas tácticas, de modo que la astucia para desenmascarar a los espías enemigos es esencial a la hora de mantener tus datos confidenciales y tu ejército unido. Es conveniente tener a los espías (o a cualquier otro especialista, militares incluídos) ocupados siempre en el mismo oficio, ya que así aumentará su efectividad de forma espectacular.
En la guerra, Seven Kingdoms funciona al más puro estilo WarCraft 2, con unidades individuales a las que das órdenes en tiempo real. El juego suple, o intenta suplir, su carencia en número de unidades diferentes con un estilo propio para cada raza, de tal modo que los vikingos arrearán fortísimos mandobles con sus enormes hachas, mientras que los normandos tendrán un escudo con el que podrán defenderse de las flechas. Tu ejército no tiene por qué estar constituído sólo por una raza, de tal modo que puedes tener unidades con arco en retaguardia mientras los valientes griegos avanzan hacia el enemigo. El enemigo suelen ser los ciudadanos rebeldes o reinos guerreros, pero durante el juego te encontrarás a un Enemigo, así, con mayúsculas: los Fryhtans. Los Fryhtans son monstruos que no se alían con ningún reino ni entre ellos y que no son susceptibles de asimilación pacífica. Lo único que vale con ellos son las armas y, aunque de la casualidad de que no representen una amenaza para ti en un momento concreto, las ventajas de hacerles la guerra a estas criaturas son muchas. Para empezar, los ignorantes campesinos te mirarán con adulación si tus generales son auténticos matadores de monstruos, haciendo que tu reputación aumente, pero también tendrás la posibilidad de conseguir dinero de sus guaridas y unos objetos muy especiales: los pergaminos de poder. Los siete pergaminos mágicos son propiedad de los reyes Fyhtran y caerán al suelo una vez éste haya muerto. Según la raza del valiente matador de monstruos el pergamino tendrá una nacionalidad. Cuando posees un pergamino de poder, adquieres la sabiduría para construir un templo, desde el que tus monjes podrán convocar a un Dios. Los dioses cambian con cada raza y tienen variados y asombrosos poderes. Para colmo, son inmortales, de modo que pueden ser una adición valiosa en caso de conflicto. Los dioses, sin embargo, no te servirán siempre, ya que se alimentan de la energía de los monjes, que se va consumiendo. Cuando se acabe, los monjes empezarán a preparar una nueva invocación, pero esto lleva tiempo. Además, los otros reinos también pueden haber adquirido el favor de algún Dios,...
Hasta aquí lo que es el juego en sí, ahora veamos la impresión que produce. En primer lugar, la llave de la victoria es la gente. Cada unidad tiene nombre y apellidos (como lo oís) y una vida a sus espaldas que define el nivel de lealtad hacia tu persona y sus habilidades, aumentadas con el entrenamiento. Esto convierte al juego en un completo simulador político en el que tus servidores reaccionan a tus acciones como si todos estuvieran abonados a la CNN por satélite. Ataca a un reino enemigo sin una buena razón y descubrirás que tus soldados empezarán a cambiar de bando, al opinar que eres un déspota sin sentimientos. Del mismo modo, hazles pasar hambre o mantenlos lejos de su casa y las desbandadas están servidas. Los gobernantes enemigos siguen esta misma psicología y llevan la cuenta de cómo te portaste con ellos hasta el momento. En conjunto, la parte diplomática del juego es excelente. La sensación aumenta si tienes jugadores humanos para hacer pactos diplomáticos. El caso es que la máquina trabaja deprisa y alcanzarla en una partida contra 3 ó 4 reinos es toda una odisea, mientras que al jugar con humanos la cosa cambia mucho, teniendo en cuenta el nivel de interacción política entre reinos rivales.
Tal vez por las posibilidades multijugador del programa nos encontramos con la que es la única pega del programa: su modo para un solo jugador. Un error imperdonable es el fallo de apreciación que llevó a los creadores del juego a pensar que, en lugar de un modo campaña, sería mejor plantear escenarios de dificultad variable, al estilo Sim City. Además de este modo de juego, se proporciona un generador aleatorio de escenarios que funciona, salvando las distancias, como el del conocido Worms, es decir, tomando un valor de base y generando un escenario a partir del número dado, lo que permite recuperarlo para otra partida. Se pueden definir, además, las condiciones de victoria, la IA de la máquina y de los Fyhtrans, la cantidad de agua en relación al continente y muchas otras cosas, aunque se sigue echando de menos una campaña lineal que te llevara por un argumento algo más complejo que "une a todos los reinos bajo tu dominio".
Un gran punto fuerte del juego es su traducción al castellano. La localización es impecable. Como ejemplo, me gusta mencionar que, donde en la versión original pone "Menu", ahora pone "Menú". El manual es enorme y su traducción alcanza la perfección, sin un fallo sintáctico, sin interferencias de inglés,... perfecto. El lado malo es que, aunque la caja reza "voces y textos en castellano", las voces no están traducidas,... porque cada unidad habla en su idioma nativo. Hay voces en francés, japonés, griego,... pero nada de español. Bien es verdad que tampoco hay nada en inglés, a excepción de ese extraño "ready" que sueltan las unidades al fabricarse. El resto, impecable.
En conjunto, un juego muy bueno, que no llega al sobresaliente (y a la calificación de clásico) por su falta de originalidad, de un modo de campaña y de alguna secuencia de vídeo más, que no sólo de estrategia vive el jugón.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.