Una médico de oro

En la primavera de 2020, Bárbara Las Heras (Madrid, 29 años) estuvo en el grupo de deportistas profesionales que en plena pandemia compaginaban su actividad con el trabajo sanitario. Ella recibía a los afectados de la COVID en las urgencias del hospital La Paz, donde está terminando la especialidad de rehabilitación. Ahora que el mundo regresa a la normalidad, Bárbara regresa de Dubái como campeona del mundo con la Selección española de pádel.

“Yo había estado ya en la Selección en las categorías inferiores, pero nunca con la absoluta, que me parecía algo muy lejano, porque para ser sinceros, hace unos tres años y medio prácticamente ni jugaba. Y ahora, pues mira, muy orgullosa de haber estado en un grupo estupendo y con mi compañera de pádel profesional, Verónica Vírseda”, asegura a AS esta madrileña, la tercera del equipo de España, en el que también estaban otras dos madrileñas: Alejandra Salazar (36), ya cinco veces campeona mundial, y Marta Ortega (25) una de las precoces y aventajadas en el pádel español, campeona mundial, y médico como Bárbara. Además, las tres actúan en el drive, una coincidencia más.

“No pensaba en el Mundial ni en la Selección. Cuando algunas compañeras del circuito me decían que tenía posibilidades de ir, yo les preguntaba la fecha y dónde era. Y al final, el buen año que estoy haciendo con Vero nos ha servido para defender a nuestro país”, asegura quien está formando la pareja revelación de la temporada.

Además, Bárbara no tiene dudas en declarar que la experiencia ha sido muy positiva “desde el punto de vista deportivo, y también personal”. Reconoce que se ha podido relacionar durante este tiempo “con compañeras a las que sólo conocía de manera superficial”, pero con las que ha hecho un buen equipo y ha descubierto “de manera más estrecha a grandes personas”.

Tener un multiempleo no le está resultando fácil en esta temporada “cargada de viajes por España y por el extranjero” (llegó de Dubái a Madrid para tomar el avión y disputar ahora un Open del WPT en Suecia). “Lo más duro es la falta de tiempo de descanso y para la vida personal. Por las mañanas tengo las consultas en el hospital, más cuatro o cinco días al mes con guardias de 24 horas, y por las tardes los entrenamientos, y si le sumas los viajes y la competición, pues sí, llevo una vida muy dedicada”, ironiza esta madrileña de 29 años recién cumplidos.