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ESGRIMA

Un oro y dos magos: el viaje interior tras la medalla “más importante” de Lucía Martín-Portugués

La sablista, primera mujer española en ganar un Grand Prix, tiene plaza virtual para París 2024. Tras el éxito, destaca a su entrenador, José Luis Álvarez.

Un oro y dos magos: el viaje interior tras la medalla “más importante” de Lucía Martín-Portugués

Lucía Martín-Portugués (Villanueva de la Cañada, 33 años) responde tan cansada como feliz. Se le notan ambas cosas en la cara. “Me duele todo el cuerpo, no te voy a engañar”, dice a AS con una sonrisa. Afortunadamente, la sablista, dos días después de colgarse el oro en el Grand Prix de Túnez, el pasado domingo, tiene día libre. Se lo agradece a su entrenador, José Luis Álvarez (Madrid, 54 años), al que define como “un mago”. “Estos últimos meses, hemos fortalecido todavía más nuestra relación para intentar cumplir los objetivos y ganar todo lo que nos quede en este deporte. Casi todo el éxito le pertenece”, le dedica a su técnico, olímpico en Barcelona 92.

De la mano, en Túnez, derribaron una barrera histórica. Lucía, tras superar a la turca Nisnau Erbil en la final, se convirtió en la primera mujer española en colgarse un oro en el circuito Grand Prix. En la esgrima nacional, sólo lo había logrado Jaime Martí, en 2010. Es su quinta medalla internacional. “La más importante”, no duda en asegurar la madrileña. Tres de las anteriores, todas en Copa del Mundo, fueron en 2022. La última, una plata, también fue en Túnez, hace justamente un año. En medio, meses en los que se ha sentido “un poco extraña”.

“Llevo tiempo haciendo mucho trabajo psicológico. Ni somos tan buenos cuando ganamos, ni tan malos cuando perdemos”

Lucía Martín-Portugués, sobre sus últimos meses

“Cuando ganas, te haces unas expectativas de cómo va a ser, de cómo va a mejorar tu situación, de cómo te va a tratar la gente, incluso. Y luego, te vas a la competición y te das cuenta de que no es así, que realmente la victoria es momentánea, dura unos segundos y el sol sigue saliendo y todo gira igual. Entonces, me costó un poco aceptar psicológicamente que todas las expectativas que nos hacemos como deportistas no tienen nada que ver. Llevo tiempo haciendo mucho trabajo psicológico. Ni somos tan buenos cuando ganamos, ni tan malos cuando perdemos. Y eso creo que te da el balance para volver a estar ahí”, reflexiona Lucía.

La sablista, “una leona”, es de la que gritan cuando ganan. Ruge, más bien. En Túnez, sin embargo, el chorro de voz que le salió sonó distinto. Aún más fuerte, pero, sobre todo, muy profundo. Salía desde las entrañas. “A nivel personal, esta medalla significa muchísimo”, no duda en afirmar. La celebró por todo lo alto. Y, sobre todo, acompañada, lo más importante para ella. “Lo que más me ha llenado, con diferencia, es ver la alegría de mis compañeras cuando iba a ganar. Representar todo el trabajo que hacemos cada día y sentir la alegría como propia es una de las cosas más bonitas que hay”, expresa aún con las emociones a flor de piel. También se le nota en la cara.

Lucía Martín-Portugués posa con su oro en el Grand Prix de Túnez.
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Lucía Martín-Portugués posa con su oro en el Grand Prix de Túnez.

Se puede soñar con... y en París

Con su oro en Túnez, Martín-Portugués se colocó en posiciones de plaza olímpica individual. Es decir, si hoy cerrara el ranking (lo hace el 1 de abril), la sablista española estaría en París 2024. La clasificación, sin embargo, es una carrera de fondo. “Ahora mismo, quedan tres pruebas de Copa del Mundo. Para mí, va a ser muy difícil sumar y para mi rival directa, que es (Yoana) Ilieva, es muy fácil, porque tiene pocos puntos en Copa del Mundo (circuito en el que Lucía defiende muchos) y muchos en Europeos y Mundiales (competiciones en las que Lucía tiene pocos). Pero no pasa nada. Se pueden hacer tres podios, ¿no?”, explica entre risas.

Más allá de las matemáticas, Lucía se queda con el mensaje. “Con este oro, nuestros rivales directos nos pueden ver más fuertes y como una amenaza”, desarrolla pensando en la clasificación por equipos para los Juegos, el objetivo desde el principio. Ahora mismo, el sable femenino está fuera virtualmente, pero con posibilidades reales de terminar sacando billete. “En las tres pruebas que nos quedan, no necesitamos nada que no hayamos conseguido antes”, ilusiona Martín-Portugués, que ratifica un sentimiento generalizado en muchos procesos clasificatorios. “¿Es más difícil sacar billete que lograr una medalla?” Asiente. “Si está en París, ¿se puede soñar?”. Asiente de nuevo. Los rugidos, de momento, se los guarda.

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