“Tras siete años sin andar, ni mi madre creía que podría jugar”
Erick Mendonça es el mejor ‘espía’ del Sporting en el Barcelona. Y mucho más: el campeón de Europa y del mundo que pasó siete años sin caminar y que medita reencontrarse con su padre.
“¡Qué buen posado, estará orgulloso Luca!”, le grita entre risas un compañero desde el otro extremo del Palau Blaugrana, mientras Erick Mendonça (Guadalajara, México, 21-07-1995) se deja fotografiar por AS para ilustrar la previa de la final a cuatro de la Champions. El Barcelona, al que llegó el pasado verano, se mide este viernes (19:00 horas) en Ereván, Armenia, a un Sporting de Portugal con el que ya ganó en dos ocasiones el máximo título continental, una de ellas ante los azulgrana.
El Luca de la frase es su hijo, que nació justo el día en que se anunciaba su fichaje por el Barça. La noticia le pilló “entrando en la sala de partos”. Lo explica en un perfecto castellano, a pesar de que hace nueve meses ni lo chapurreaba. Nació en México, pero enseguida viajó a Portugal y no ha vuelto a ver a su padre (“a veces, me planteo que quiero ir”, concede). El país americano lo lleva tatuado en el brazo derecho, igual que una foto suya postrado en una cama, por la enfermedad de Perthes, que le impidió caminar de los siete a los 14 años. Su historia de superación le vuelve a llevar ahora a lo más alto del fútbol sala.
Nadie conoce mejor que usted al Sporting de Portugal. ¿Ha asesorado al resto de la plantilla del Barcelona?
Sí, sí, claro, estuve allí cinco años y los conozco muy bien. Intento ayudar en lo que pueda y en lo que me preguntan, porque tienen sus puntos débiles.
¿Cuáles?
Creo que les cuesta estar sin balón, igual que a nosotros. Si se lo quitamos, si le arrebatamos el juego de pívot, les restará también confianza y nos ayudará.
¿Hubiera preferido enfrentarse a ellos en la final?
El tema sentimental intento dejarlo de lado, porque el Sporting ha sido mi familia durante mucho tiempo, pero ahora lo es el Barcelona, y con ellos quiero ganar.
Además, tendrá ganas de desquitarse de las dos últimas finales de la Champions, que perdió…
La última (cayeron el año pasado en penaltis con el Palma Futsal) me cuesta decir que la he perdido porque creo que me la quitaron de las manos, pero poder ganarla en mi primer año con el Barcelona sería increíble.
¿Qué es lo que más le está sorprendiendo del Barça?
La calidad con la que hemos jugado con tan pocos efectivos por las lesiones y cómo hemos superado las adversidades, porque ha sido una temporada como nunca había visto en mi vida: hay partidos en que éramos cinco jugadores, tres de ellos cierres, y los canteranos.
Su fichaje coincidió con el nacimiento de su hijo Luca. ¿No le explotó la cabeza?
Cuando se anunció, yo estaba en el hospital, entrando en la sala de partos. Y me escribió ‘Nomde’ (Jordi Nomdedeu, jefe de prensa del Barcelona de fútbol sala) para pedirme si podía subir un contenido a las redes sociales. Le expliqué la situación, que mi mujer estaba a punto de parir, y me contestó ‘¿pero qué haces entonces con el móvil? ¡Vete con ella y ya hablaremos!’.
Su abuelo fundó el Centro Recreativo e Cultural da Quinta dos Lombos, un club de fútbol sala. ¿Eso le hizo amar desde muy pequeño este deporte?
Sí. Yo nunca he practicado ningún otro deporte. Allí empecé desde muy pequeño.
Y lo lleva tatuado en su brazo derecho…
(Erick se remanga). Sí, en ese brazo llevo tatuada mi historia. Está la calle que lleva el nombre de mi abuelo, por todo lo que dio al barrio, también el mapa de México, donde nací, de Portugal, y una foto mía de la enfermedad que tuve. Y abajo, un chico soñando con ser jugador.
Esa enfermedad era la de Perthes, con una necrosis en la cabeza del fémur, lo que a los siete años le dejó postrado en una cama, después en silla de ruedas, con muletas y, siete años después, finalmente a caminar de nuevo con normalidad.
Lo pasé realmente mal, pero nunca llegué a pensar que no volvería a jugar más. Porque cuando eres pequeño crees a tu madre, que me decía que no me preocupara, que iba a quedar bien y que podría jugar… Aunque ahora sé que ni mi madre lo creía, tras siete años sin andar. Ella lo es todo para mí. Cuando volví a jugar le planteé mis retos y me respondía ‘estás loco’. Pero un día, en broma, me dijo que no hablaría más conmigo porque todo lo que le decía que iba a conseguir, lo acababa logrando.
Los sueños a veces se cumplen, por difíciles que sean.
Yo creo que, después de ir en silla de ruedas y de jugar con muletas, he conquistado más de lo que había soñado, porque nunca en mi vida había pensado llegar tan lejos. Una parte de mí sabía que lo podría conseguir, pero ha sido demasiado.
¿Dice que jugaba con muletas?
Sí, me tumbaba en el suelo con las muletas y jugaba de portero. Mi madre me pillaba y, lógicamente, se enfadaba.
Una vez recuperado, no perdió el tiempo.
El médico me dijo que ya estaba curado a los 14, y con 16 me llamó el Sporting de Portugal, donde estuve tres años, hasta juveniles, cuando me echaron y me marché al club de mi abuelo.
Cuando el Sporting lo echó, ¿no se vino abajo después de tanto sufrimiento para nada?
No. Un entrenador me quiso llevar a su club porque el técnico del Sporting le había dicho que yo no tenía ninguna oportunidad de volver, pero rechacé la oferta, porque estaba seguro de que regresaría. Mi madre me tomaba por loco una vez más. Y me costó un poco, pero volví.
Mencionaba antes su tatuaje, con el mapa de México. Allí nació, porque su padre es mexicano, pero siendo un bebé su madre se lo llevó ya a Portugal. ¿No ha retornado nunca?
No. A veces me planteo que quiero ir y resolver las cosas que tengo pendientes con mi padre, pero otras pienso que estoy bien aquí, que si hasta ahora no ha pasado nada y no nos hemos vuelto a ver es porque tiene que ser así. Mi madre cree que un día iré, pero por ahora estoy tranquilo.
¿Y a su barrio? ¿Irá corriendo en cuanto termine la temporada?
¡Claro! Cuando fiché pensaba que tendría algún fin de semana para escaparme y estar tranquilo, pero no hemos tenido descanso, ha habido muchas lesiones y han estado las fechas FIFA de selecciones. Cuando acabe la temporada, tampoco tendré mucho tiempo porque nos tendremos que preparar para el Mundial, pero todo lo que tenga lo aprovecharé segurísimo en el barrio.
¿Cómo puede un campeón de Europa y del mundo seguir teniendo hambre?
Si he ganado dos o tres Champions y puedo ganar seis, no me quedaré con lo tengo. Siempre quiero más. Y el equipo ayuda. Pero es un tema muy personal, muy mío, y me considero muy ambicioso.
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