Tapia y Coello derriban tres años de reinado de Galán y Lebrón

Si usted, lector, es aficionado y seguidor del pádel, le pido que no me lea, que busque en Internet la final masculina del Open de Vigo, la ponga en su pantalla y diviértase con este encuentro, posiblemente el mejor de la temporada, y, de los que esta cronista recuerda, uno de los más emotivos de siempre, con Lebrón y Galán, que regresaban tras varias semanas ausentes por lesión y que entraban en la jaula como los números uno, y Tapia y Coello, invictos en el WPT de la temporada, una pareja nueva con seis torneos seguidos ganados, y que aparecían como retadores para salir como la nueva pareja que reina en el ranking y con Tapia al frente de la clasificación individual.

Contados los detalles matemáticos, y con un marcador de 6-3, 6-7 y 7-6, lo que pasó en la pista fue un juego a una velocidad de la luz, durante más de dos horas de partido, de toma y daca, de rupturas (una sólo en el primer set), de remates, de recuperaciones imposibles fuera de la pista, de levantar bolas a un centímetro del suelo, de voleas en la red en unos contra uno, de búsquedas de ángulos imposibles. Puntos largos pero no sólo pasando la bola a la espera de una posición ventajosa, sino contrarrestando pelotas ganadoras en los dos lados.

Tapia y Coello, como siempre; Lebrón y Galán motivados y agitados, pero con la sensación de que Lebrón no forzaba en la pegada, y que Galán intentaba abstraerse de sus problemas de rodilla. Pese a eso, la pegada de Galán fue demoledora, más que la de Tapia, que la ejecutó menos, y la manera de defender de Lebrón fue numantina, bien en su lado, o bien con todo el fondo para él cuando Galán se quedaba en la red. Eso sí, siempre dominaron Tapia y Coello, aunque se vieron remontados en el últimos set: con 5-3 tuvieron la primera bola de partido; con 5-4, tres más; pero tuvieron que levantar el set y el partido en la muerte súbita.

Por fortuna para el pádel, esta final anticipa más entre ellos en los próximos torneos, con dos parejas muy similares pero con sus diferencias: Tapia y Coello, la pareja número uno más joven de la historia, ya saben que no se puede relajar.