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PÁDEL | WPT VALENCIA OPEN

Stupaczuk y Di Nenno, a mil por hora

Tercer título consecutivo de los cuatro que tienen los Superpibes, que no dieron opción a Jon Sanz y Galán a los que ganaron en dos mangas.

Martin Di Nenno y Franco Stupaczuk bailan su cuarto torneo del año.

Los Superpibes, apodo que les colgaron en Argentina cuando hace diez años eran la pareja de jóvenes más prometedora del país, alcanzan en Valencia su cuarto título de la temporada en ocho finales disputadas, los tres últimos consecutivos (15 victorias seguidas). Esta vez lo hicieron ante Jon Sanz y Ale Galán, en su despedida como pareja. Las dos finalistas tenían algo en común, que son las únicas que ha sometido esta temporada a los dominadores del año, Tapia y Coello, que siguen mandado sin problemas, aunque ahora tienen unos tábanos molestos pegados en la espalda, porque Di Nenno y Stupaczuk, son tan fiables que siempre están por lo menos en las semifinales, y si se les da opción, pues ganan. Y ahora, además, están crecidos, lanzados, a mil por hora.

Martín y Franco son demoledores para los rivales, porque con su defensa obligan a segundos, a terceros, a cuartos esfuerzos, y acaban desquiciando al atacantes más templado. Di Nenno es un martillo pilón, que no tiene inconveniente en ir y volver desde el fondo a la red, y luego sacarse tiros imposibles desde la magia de su muñeca. Stupa es como una avispa que te rodea, que se mueve por todas partes, que se esconde y que aparece por donde menos la espera, que te amenaza con el tiro a la reja que te saca de posición, para volear al centro, achicarte los espacios, dejarte con pocas opciones de defensa cuando da un paso al frente para atacar.

Un martillo y una avispar se encontró enfrente Jon Sanz, finalista por primera vez, aunque estuviese protegido por Galán, ninguno de los dos encontró la manera de quitarse de encima ese acoso sin descanso de Di Nenno y Stupaczuk, que no te permiten respirar, que cuando cantas el punto, aún te vuelve la bola, que nunca se descomponen, que en este momento atraviesan el momento lúcido que ya se esperaba de ellos. De ahi que en una hora de juego real, y con un doble 6-3, le arrebataran (por ahora) a Jon Sanz el sueño de su vida, verse ganador de un Open.