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MUAY THAI

Simón Mendes, ‘La Orca’ a un paso de hacer historia

El español nacido en Senegal puede convertirse en Campeón del Mundo de Peso Pesado de la WBC de Muay Thai. AS ha hablado con él y con su entrenador a un día de su combate frente al británico Lyndon Knowles.

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Simón Mendes, ‘La Orca’ a un paso de hacer historia

Mañana, 29 de junio, Simón Mendes (Dakar (Senegal), 1996) junto a su entrenador David Guerra (Madrid (España), 1981) puede hacer historia. El hispano-senegalés criado en Torrejón de Ardoz, Madrid, puede convertirse en el primer español de la historia en ganar el título mundial de Peso Pesado de la WBC en la categoría de Muay Thai. En su camino hacia la gloria se interpone Lyndon Knowles, el británico de 38 años que también aspira al título con sus casi 100 peleas. No será fácil, pero ‘La Orca’, como se apoda Simón, está más que listo y confiado de conseguir el cinturón y ascender al One Championship, la cúspide del Muay Thai.

Para ello, cuenta en la esquina con ‘El Jefe’, como él le llama a su entrenador David Guerra. Al que ve como a un padre y con quien empezó a dar golpes al saco hasta llegar a ganar el campeonato Mediterráneo y el Continental, y a tener la oportunidad de conseguir el Mundial. Guerra regenta el DimCot, un gimnasio humilde de Torrejón de Ardoz, con aroma a sudor, ese sudor que muestra el esfuerzo, las ganas, la disciplina y el corazón que sus chicos ponen en cada entrenamiento, honrando el arte del Muay Thai, algo primordial para Guerra. Desde ese gimnasio con un ring de color negro y detalles en blanco donde se forjan los jóvenes y los no tan jóvenes; desde ese gimnasio abarrotado de sacos azules donde los chicos se vacían para mejorar cada día; desde ese gimnasio con dos espejos enormes donde se reflejan las ilusiones de cada peleador; desde ese gimnasio lleno de recuerdos e historia dedicada al Muay Thai, Simón y Guerra atienden a AS en la víspera de su encuentro con la historia.

Simón Mendes y David Guerra
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Simón Mendes (abajo izquierda) y David Guerra (arriba izquierda) hablando con el redactor de AS en el DimCot, el templo donde ambos se preparan para hacer historia.

- Simón, ¿qué tal está? Mañana combate por ser campeón mundial del Peso Pesado de Muay Thai de la WBC. ¿Nervioso?

Estoy bien. Para mí es algo muy importante, bueno, para nosotros (su entrenador y él) es algo muy importante, ya que es parte de mi sueño y nuestro sueño compartido. Me encuentro fenomenal y con ganas de que llegue el día.

- Guerra, ¿cómo se prepara un combate de este calibre?

Pues la verdad que parecido a otros combates, lo único que hemos estudiado un poquito más al rival, ya que se lo merece, porque tiene mucha experiencia. Y lo hemos preparado de la mejor forma posible. Para mí, Simón nunca ha estado a este nivel. Lo hemos preparado ganando mucha resistencia física, mucha capacidad pulmonar al principio y ahora hemos trabajado mucho la pegada. Y, sobre todo, los huecos que creíamos que le podíamos coger, los hemos afilado mucho.

- En el horizonte está el One Championship. Si ganáis entráis en el Olimpo del Muay Thai. ¿Es un aliciente o es una presión añadida?

Simón: Pues, sin más. Es un aliciente, pero tanto One como cualquier evento. Soy peleador, las cosas de mánager se las dejo al jefe (Guerra) y donde el jefe me diga, ahí estamos.

Guerra: Está el One, está el Glory, que también es un gran evento, está Grand Prix. Hay varios eventos. El One es uno más, aunque es verdad que es muy importante, pero no es el único que tenemos en mente, es decir, que vamos a seguir trabajando como hasta el día de hoy, mirando para adelante, cogiendo todo lo que salga, que creamos que es correcto en nuestro momento y a hacer la mejor carrera posible para Simón y aprovechar el tiempo, porque es su mejor momento ahora y va a hacer historia.

- Yo los veo muy tranquilos y es un título mundial lo que está en juego. No sé si son verdaderamente conscientes. ¿Lo afrontan como un combate más?

Guerra: Yo lo afronto como un combate más, sí. Me importa la distancia, me importa el rival. Me importa eso, la pelea en sí.

Simón: Yo por mi parte... es una pelea muy importante. Pero nervios, ninguno. Lo que tengo es ansia y ganas de que llegue el día.

Nos lo tomamos como un combate más. No hay nervios

Simón Mendes, aspirante a campeón mundial de Muay Thai de los Pesos Pesados de la WBC

- Lyndon Knowles. ¿Qué se les viene a la mente cuando escuchan este nombre?

Guerra: Un objetivo que llevamos dos años detrás de él, que hemos ido paso a paso para conseguirlo. Queríamos que fuera en casa, no ha podido ser. Vamos a pelear en su casa, pero un objetivo que teníamos, una ilusión y sobre todo un gran peleador que está enfrente. Esa la mayor motivación para ganarlo. Y Simón, pues yo creo que también.

Simón: Sí, para mí, más de lo mismo. Y voy a contar la anécdota de que yo estuve hablando con él y retándole, oye, pelea contra mí. Hace un año o así. Le dije que peleara conmigo y me dijo ‘Si quieres el cinturón ven a por ello’. Y, al final, hizo la pelea allí en Australia y la perdió contra Alex Roberts. Pero, para que veas, lo que es para ti tarde o temprano te llega.

Guerra (derecha) poniéndole los guantes a Simón (izquierda) para entrenar
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Guerra (derecha) poniéndole los guantes a Simón (izquierda) para entrenar

- Ahora, hablando del combate en sí, usted es más alto. ¿Tiene por eso ventaja?

Simón: A ver (resopla). Depende. Si le sacara dos cabezas, bueno, pero yo que me enfrentaba a bajitos fuertes y altos igual de fuertes... para mí la altura no tiene nada que ver. Tiene ventaja el que mejor juegue su estrategia y el que pegue más fuerte.

Guerra: Yo creo que la ventaja que podemos tener sobre Lyndon, ya que tiene mucha experiencia, es la vista y la agilidad que tiene Simón a la hora de estar en el ring y la habilidad que tiene de escuchar y de ver el hueco. Y que se compenetra muy bien en la esquina conmigo y también es muy fácil que yo vea algo, se lo pueda decir, busca muy rápido esa oportunidad y la sabe aprovechar muy bien. Esa yo creo que es la ventaja que podemos tener ante él, ya que él es experimentado y muy fuerte y sabe trabar peleas. Su récord dice todo de él.

Simón es una orca porque se divierte matando

David Guerra, entrenador de Simón Mendes

- Claro. Como usted dice, la experiencia es un grado y él tiene 96 peleas, solo 18 derrotas, Simón tiene un récord de 28-11. ¿Esta experiencia de Lyndon se contrarresta con los 10 años que es Simón más joven que él? ¿Creen que eso también les pueda ayudar?

Simón: Lo que me ha enseñado el jefe desde siempre es que no importa las peleas que tenga. Si tienes más, mejor. Claro. Y si le gano, es porque yo soy mejor.

- Hay grandes nombres en su peso, no solo Lyndon. También está Roman Kryklia o Alex Roberts. ¿Qué le diferencia de ellos? ¿Qué es lo que cree que tiene como en común con ellos?

Simón: Yo creo que lo que me diferencia de ellos es mi estilo de pelear. Yo soy más rápido que ellos, o me considero yo así, más rápido que ellos. Sobre todo, que Alex, que es el australiano. Y Kryklia, que es el campeón del One, aunque sea grande, también es rápido y sobre todo peligroso con las manos.

Guerra: Yo lo que veo a Simón diferente de estos rivales que son la Fórmula 1 de este peso es que Simón realmente no pelea como un peso pesado, pelea más como un peso más pequeño y la habilidad que él tiene y su forma de pelear, que es como se dice en nuestro arte, un fimeu. Es un peleador muy técnico, que busca muy bien los trucos, las contras, genera oportunidades. Ellos son más de Muay Mat, peleadores fuertes que buscan una pelea al choque todo el rato.

- Simón, ¿tiene alguna superstición antes de los combates?

Simón: Ninguna. Tengo ganas de salir a pelear. Aunque, bueno, sí que hay una cosa con el siete de un rasca. Una vez, el jefe y yo estábamos en Barcelona, cuando era más pequeño. Yo le dije coge este, coge este. Y justo lo cogió y nos salió. Y era el siete.

Guerra: Sí. Fue una tarde que nos echamos muy divertida y justo peleaba esa noche. Cuando salió a pelear, como nos habíamos divertido mucho, el chilló ‘¡Siete!’ y, ya desde entonces, ha sido un grito, una forma de salir y de querer encontrar esa motivación, esa alegría. Lo grita y le cambia la estructura corporal. Y sale a jugar.

- ¿Y por qué el apodo de ‘Orca’?

Guerra: A casi todos los peleadores que pasan por el DimCot les he puesto yo un mote. A Simón se lo puse porque siempre le he visto peleando, ganando por K.O. Siempre mata divirtiéndose, para jugar. Es como una orca. Él no sale enfadado, él sale a hacer un trabajo y se divierte peleando. Su virtud es que se divierte en el ring. Él no sale como otros peleadores, que, créeme, he visto a muchos peleadores en mi carrera, que salen unos más fuertes, unos más rápidos... pero pocos, por no decir el único, que sale con esa actitud alegre y juguetona es Simón. Dentro del peligro está jugando, por eso le bauticé como la orca.

- Y el campamento ¿cómo lo han preparado? ¿En qué ha consistido? ¿Qué es en lo que más se han focalizado?

Guerra: Lo que hemos trabajado y hemos ganado es tener más capacidad pulmonar, lo vamos a ver en la pelea. Está fuerte, con una capacidad pulmonar y, sobre todo, una explosión de pegada que creo que van a ser dos factores muy importantes en esta pelea. Van a ver a un Simón que no han visto antes. Y mira que han visto su peligro, pues ha noqueado a mucha gente y muchos de sus rivales han dormido. Yo creo que es la pelea a la que más fuerte va a salir.

Simón: Sí, el entrenamiento que hemos hecho y la preparación lo he notado mucho porque al principio, las primeras semanas, me dolían las piernas, no podía ni andar. No aguantaba ni un asalto. Estaba pidiendo la hora y, ahora, me divierto. Guerra me pide saco, saco y saco y hago cuatro o cinco minutos de seguido y si me pide sigo sacando.

Simón Mendes (izquierda) entrenando junto a David Guerra (derecha)
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Simón Mendes (izquierda) entrenando junto a David Guerra (derecha)

- ¿Cuánto aguante pegando al saco es lo normal?

Guerra: No hay nada normal, depende de cada atleta, de lo que quieras buscar. Cada uno es un mundo. Yo no preparo a todos por igual. Por ejemplo, a Simón le he preparado de una forma para esta pelea que otras preparaciones no las había hecho así y lo que he enfocado más al principio de las dos primeras semanas ha sido estrujarle al máximo: la capacidad, el choque, el aguante, la resistencia. Ahora, las últimas semanas, solo hemos trabajado la explosión y los trucos. La verdad que a mí me ha sorprendido que haya llegado muy explosivo, rápido y, sobre todo, con puntería, que es lo que yo más quiero trabajar con él, que siempre ha sido la puntería.

- Simón, ¿tiene algún ídolo o referente?

Simón: Sí, me gustan muchos peleadores. Como ha dicho el jefe, sobre todo con los que tengo un estilo similar. Los fimeu, los que patean mucho, bloquean... a mí me gustan esos peleadores. El típico que va a romper con las manos sin pensar y hacerlo feo, ese estilo a mí no me gusta.

Guerra: A mí me recuerda a una leyenda que, encima, también peleó en pesos grandes, que es el francés Dany Bill, muy talentoso en este peso por su habilidad, una leyenda peleando en Tailandia. Para mí, se parecen, dentro de que Dany Bill es una gran leyenda y a Simón le queda mucho camino por hacer, pero yo creo que su nombre va a quedar igual de fuerte en el Thai.

Simón me ha dado mucha guerra el cabrón. Tenemos una relación de amor-odio

David Guerra, entrenador de SImón Mendes

- Guerra, ¿es Simón uno de los alumnos que más le han marcado?

Guerra: A ver, es uno de los alumnos que más guerra me ha dado, ya que siempre, aunque tiene mucho talento, he tenido que ir mucho detrás suya. Muchas peleas, muchas discusiones para que se enfoque, para que se centre, pero bueno, al final ser entrenador no solamente es decidir dónde pegar el puño, sino acompañar a la persona en su carrera, en sus momentos buenos y malos. Pero sí, me da mucha guerra el cabrón.

Simón: Sé que, si no fuera por Guerra, por su insistencia, yo ahora mismo no estaría aquí ni tendría todas las peleas ni los cinturones que tengo. Porque insiste, insiste, insiste y yo creo que lo bueno es eso, que cuando él insiste yo me aplico y con ese poco que me aplico saco el trabajo, lo hago. Pero, como él insiste, e insiste más, no le vale ese poco. Me hace apretar. Es un amor-odio y a veces no nos queremos ni ver, pero para mí es mi padre.

Guerra: A ver, el amor está claro porque son muchos años, pero el odio... trabajamos bajo mucha presión. La presión de sacar el trabajo cuando no tiene ganas, de molestarle diciéndole ‘Mañana a primera hora te quiero aquí’. Y yo tengo la presión de hacerle sacar su mejor versión en cada pelea, intentar que no pelee como en la anterior, que tenga mejores cualidades, que esté más hecho, más maduro, más formado y que cada día sea otro. Es lo que yo creo que intento con todos mis peleadores, que no peleen siempre igual, que cada vez que hagan una pelea vayan sumando. De hecho, no es que lo quiera, sino que se ve reflejado en cada pelea, que dan un pequeño saltito, cada vez está mejor, ¿sabes? Y esa es la pelea que hay que tener con todos, que cada combate no solamente que suban y se peguen. Cuando veo a un peleador, sin decir ningún nombre, que desde la pelea 15 hasta la pelea 30 lo hacen igual, pienso que hay una cadencia de trabajo, un estancamiento, que es lo que yo no quiero que me pase nunca con ningún atleta. Quiero que siempre haya evolución. Es verdad que al querer eso a veces generas trabajos un poco pesados, aburridos, y no les apetece a veces, pero, al final, cuando uno quiere ser bueno en algo hay que estar con la vara todo el día, como si eres un tenista, como si eres un motorista, como en cualquier deporte. La disciplina. La disciplina y corregir cada día los milímetros, ajustar la máquina y esto no es tan divertido como jugar. Ajustar es apretar, corregir, apretar, corregir... pero bueno, el fruto es lo que buscamos y cuando acabe el trabajo estar orgulloso de lo que ha hecho cada uno.

Simón Mendes (izquierda) durante un combate en Bulgaria con David Guerra (derecha) en su esquina
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Simón Mendes (izquierda) durante un combate en Bulgaria con David Guerra (derecha) en su esquina

- Afuera tienen escrito en el escaparate ‘Disciplina, corazón, coraje, familia, humildad, superación, fuerza, confianza y actitud’. ¿Todo eso es DimCot? ¿Eso es lo que se busca cuando un alumno se apunta aquí?

Guerra: Todo eso es el conjunto perfecto. No creo que ninguna persona tenga todos, sería un diamante en bruto, pero con que tengan un par de ellos, se aferre bien y sobre todo se agarre a la disciplina, son valores que te hacen seguir en el camino y, sobre todo, entregarte al 100%. Con tener unos pocos de ellos ya está muy bien. Ojalá entrara alguien con todos. Sería una joya. No los tengo yo ni nadie. El que tiene mucha habilidad tiene pereza. El que tiene mucho trabajo tiene un poco de torpeza. Son complementarios casi todos. Unos tienen más disciplina, otros tienen más coraje... todos juntos forman el todo.

Simón: El compañerismo y que sobre todo no hay ego. Entre todos, con el entrenador, formamos DimCot.

Guerra: Somos todos, el conjunto de todos. Cada uno tenemos un par de frases que nos que nos representan. Te lo pueden decir los chicos. Siempre les llamo para ver cómo están. No son peleadores, sino parte del DimCot. Son mi equipo. Todos ellos. Son más importantes para mí como personas que como peleadores.

- Guerra, ¿cómo surgió esta pasión por el Muay Thai que usted le transmite a todos sus alumnos y la decisión de abrir este gimnasio?

Desde muy niño siempre me han gustado las artes marciales y enredar. Empecé haciendo kickboxing cuando era pequeño porque aquí en España, por lo menos aquí en Torrejón no había Muay Thai. Empecé haciendo kickboxing, luego hice boxeo también en Madrid. Y luego empezamos a hacer una especie de Muay Thai. Fui a vivir a Tailandia y a entrenar allí. La verdad que me apasionó tanto este arte que quise dedicarme a ello. Nunca he sido peleador, solo lo he querido estudiar. Sí que he subido al ring, he subido en profesional aquí y allí, pero nunca me he considerado un peleador. Me entregué todo a estudiarlo, a aprender todas las formas de trabajar y los estilos que hay dentro del Thai. Y aprendí de mucha gente que son leyendas. Y quiero que el río siga. De lo que me han dado a mí, quiero dárselo a ellos. Si yo cojo una gota al día, que ellos cojan un vaso al día. Es bonito tener un arte así dentro de tu cuerpo, que sea parte de ti... es oro. No se puede explicar.

DimCot, el templo y gimnasio donde entrena Simón Mendes junto a David Guerra
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DimCot, el templo y gimnasio donde entrena Simón Mendes junto a David Guerra

- Guerra, ¿recuerda el día que conoció a Simón?

Guerra: No, porque a lo mejor lo hubiera echado del gimnasio (se ríe), pero. Del primer día no, la verdad, mentiría, pero es verdad que siempre hemos tenido ahí una conexión especial. He sido siempre muy exigente con él, muy chinche. Ha habido un vínculo, como él dice, de amor-odio. Siempre pendiente de él. No solo por peleador, sino por muchas cosas que se le han ido viendo desde pequeño.

- Y usted, Simón, ¿cuándo conoció a David Guerra?

Simón: Yo era un chaval y empecé por mi hermano Nico, que entrenaba aquí. Entonces, cuando iba a ver a mi hermano pelear, Guerra me decía ‘Vente a entrenar’. Y un día Nico me trajo y empecé en el espejo. Y en menos de un mes hice mi primera pelea. Aprendía rápido.

Guerra: La verdad que siempre ha tenido habilidad. Por eso lo de ‘La Orca’, porque se ha divertido. No se ha estresado. Ha disfrutado del ring y es súper importante.

- Simón, ¿cómo fue su vida antes del Muay Thai y cómo le cambió la vida este deporte?

Simón: Siempre he sido muy futbolero. Y me sigue gustando, pero ya dejé el fútbol y me tomé esto más en serio y decidí cambiar. El Muay Thai a mí me ha cambiado en todo. En mi manera de ser, cómo ver las cosas, en la tranquilidad que tengo. Saber que siempre que sale un problema hay una solución.

- ¿Puede vivir de ello?

Simón: Aquí en España vivir de ello es difícil. Gracias a mi entrenador que nos ha enseñado cómo es este negocio, cómo aprovechar lo máximo de este negocio y nos ha enseñado todo, que nos dan esta cantidad por pelear allí o allí y nos aconseja. También nos ha enseñado a explotar tu imagen en redes, subir fotos y gracias a él nos lo tomamos en serio, y ahí empecé a hablar con amigos y con empresas.

Guerra: Sí, a trabajar con sponsors y a buscar un poquito. Vivir es muy difícil, no da dinero para vivir ahora, pero gracias a estas oportunidades de crecer, se abren puertas y sí se ve la posibilidad de poder empezar a llegar a la gente y a hacer cosas buenas en el deporte. Y, sobre todo gracias a vosotros, al AS, al apoyo de Torrejón, porque al final le empiezan a dar visualización y ya no se nos ve como los chicos que pelean y son salvajes, sino como atletas que hacen su trabajo y tienen un reconocimiento digno de cualquier deportista.

David Guerra (de frente, en medio, con camiseta negra y verde) dando clases en su gimnasio DimCot a gente de todas las edades y sexos
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David Guerra (de frente, en medio, con camiseta negra y verde) dando clases en su gimnasio DimCot a gente de todas las edades y sexos

- Precisamente, eso que comenta de ‘salvajes’, desde fuera mucha gente tiene la imagen de que ustedes son gente que sube a pegarse y ya está.

Guerra: Claro. Yo lo comprendo, porque al final cuando alguien desconoce mucho algo, habla sobre lo primero que ve. Al que se tira en paracaídas, está loco.

- Exactamente. Se dice que el Muay Thai es un deporte noble. Pero mucha gente se pregunta que ¿cómo va a ser un deporte tan noble si lo que se ve es solo violencia y sangre?

Guerra: Esa pregunta es buena para salvar a nuestro arte. Es un deporte muy noble porque, aunque buscas el caos y el mayor daño posible dentro de cada ejercicio, pero sin violencia, porque la violencia es cuando alguien la usa sin que la otra persona quiera pelear contigo. Violencia es, por ejemplo, un tío que da una patada en el tobillo a un futbolista cuando va corriendo. Eso es violento. O un insulto a alguien: ‘Te voy a matar’. Eso es violencia. Pero dos peleadores que pelean sabiendo las reglas que usan, preparándose solo porque les gusta el arte del combate, no lo veo violento. No veo la violencia. Sí veo un deporte de contacto duro, donde los golpes son duros, y hay peligrosidad, pero dentro de la nobleza está el respeto, ganes o pierdas. Habrá locos dentro de todos los deportes, como en todas las casas, pero nadie desea que le pase nada grave al otro. No es un enemigo. Simplemente es una oportunidad de poder practicar delante de otra persona y, cuanto más bueno sea, mejor.

Simón: También es según la persona, es lo que dice el Jefe. Hay muchos locos también por ahí. Hoy en día, lo bueno es que muchas mujeres y muchos niños se apuntan y están los gimnasios llenos. Eso también es bonito, que quieran aprender y, sobre todo, tener seguridad en sí mismos. Es como lo que dice Topuria: ‘Yo te puedo matar de una hostia’. Y es verdad. A algunos les sonará prepotente, pero es verdad, y te lo dice un chico que está seguro de sí mismo.

Guerra: Ahora que mencionas a Tupuria. Ha sido muy bueno su logro, porque es un atleta español al que la tele y los medios de comunicación le han abierto las puertas de esa manera y todo el mundo ahora vea que las MMAs, que es otro deporte que no es nuestro arte, lo vean también. Ha conseguido que un deporte de contacto no lo vean como algo de gente loca. Hace seis o siete años la UFC era un deporte para locos. No se podía ni ver. Ahora, cualquier persona por la noche en su casa ve la UFC y la comenta en cualquier lado. Es algo bonito que lo reconozcan.

Simón: Y ver los gimnasios que hacen MMA, o Grappling, o Muay Thai, o K1 llenos. Eso ayuda a que no sea tan tabú y que los niños lo puedan ver, porque antes no podían ir a los eventos. Ahora han cambiado la ley en la Comunidad de Madrid y pueden ir a verlo. Antes era absurdo que los niños no pudieran ir a ver peleas con sus ojos en un ring, pero sí que lo practicaran. Era muy absurdo porque con el móvil, con TikTok e Instagram pueden ver todo.

El Muay Thai no es violento. El fútbol, muchas veces sí lo es

David Guerra, entrenador de Simón Mendes

- Hablando de estos cambios sociales que están pasando, esta nueva visión del Muay Thai y las MMAs hacia la gente, en el fútbol, por ejemplo, sigue habiendo casos de racismo, de homofobia, de machismo, etc. ¿Por qué creen ustedes que hay esta diferencia en un deporte como el fútbol y el Muay Thai, donde, a priori, hay mucho más respeto?

Guerra: Yo creo que en toda la sociedad ocurre lo mismo. Lo que pasa es que el fútbol se ve más. Pero, yo creo que el que es racista, es racista, sea nadador, futbolista o sea un borracho de un bar. El que es racista, es racista. El que no es racista, no es racista. Y el que tiene prejuicios, tiene prejuicios. El que no, el que no. Yo creo que los prejuicios no van con ningún deporte, ni con ninguna ciudad, ni con ningún país. Va con la educación que tenga cada persona y lo que sienta esta persona. El racismo no va con los deportes. Yo no creo que sea ni de fútbol, ni de Muay Thai, ni de boxeo, ni de cantinas. Es de cultura, de cómo te hayan educado o los sentimientos que tengas.

- Usted, Simón, por ser negro, ¿ha sufrido racismo?

Guerra: Todo el mundo ha sufrido racismo, yo creo.

Simón: Sí.

Guerra: El que está aquí en España y viene de fuera ha sufrido racismo. Los que hemos viajado por el mundo y hemos estado fuera, hemos sufrido racismo. Al final, si estás en tu casa con tu familia, estás arropado. Cuando te mueves mucho, no le gustas a todo el mundo. Pasa dentro de España, que hay gente que no le gustan los de unas ciudades con otras o los de un barrio con otros por cualquier tontería. Creo que el racismo no es de blancos a negros ni de negros a blancos, sino que hay racismo entre blancos con blancos, entre negros con negros, entre hindús con hindús... es una pregunta que no va con los deportes.

Simón: Yo no lo he sufrido. Si me han dicho algo, indiferencia ante todo, que lo más importante. No hay que darle importancia a lo que te diga ‘X’.

- ¿Tendrá el cinturón de Campeón de los pesos pesados de la WBC de Muay Thai tras su combate del 29 de junio contra Lyndon Knowles?

Guerra: Sí.

Simón: Por supuesto.

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