Reacción de bronce de España
La Selección masculina se rehace de la cruel eliminación en semifinales ante Hungría y le gana a Serbia en una brillante segunda parte para colgarse su tercera medalla seguida en los Mundiales.
Era más que un partido por el bronce en estos Mundiales de Fukuoka. Era la reválida de una España a la que le dolió en el corazón la cruel derrota ante Hungría en semifinales como le hirió la de los Juegos Olímpicos de Tokio ante Serbia, en un último cuarto en el que ya tocaba con los dedos la final pero todo viró de golpe, y la niebla espesa se apoderó de sus ataques, y el partido se decantó del lado rival. Pero la Selección vivió el duelo, apenas durmió, pero encontró la fuerza suficiente en sus heridas para derrotar a la poderosa aunque renovada Serbia (6-9) y poder colgarse su tercera medalla seguida en unos Mundiales. Fueron plata en 2019, oro en 2022 y bronce en Fukuoka. Una Selección que también marca una época. Y lo que le queda.
Ambas selecciones ya se habían visto las caras en el primer partido de la fase de grupos, donde España ganó 14-16 pero iba 10-16 a falta de cinco minutos. Pero ahora el partido iba a ser distinto, con la fatiga acumulada y la confianza en horas bajas. El primer cuarto ya reflejó la igualdad, con un toma y daca que acabó 3-3 con un 66% de acierto en las superioridades de ambos equipos, y con Granados asumiendo los ataques. Anotó junto a Sanahuja. David Martín decidió hacer un cambio en la meta. Lorrio jugó en lugar de Aguirre, y el portero madrileño del CN Sabadell se salió con un 74% de paradas y MVP del encuentro.
En el segundo cuarto, un precioso pase de Perrone lo convirtió Tahull, superior en la boya, para el 3-4 mientras que Jaksic sorprendió a Lorrio. Replicó en una superioridad Granados para hacer el 4-5, pero Rasovic encontró otro tiro sin oposión para empatar. El propio Granados, de penalti cometido sobre Tahull, hizo el 5-6 con el que se llegó al descanso. España se iba de un gol sin hacer un partido extraordinario como ante Hungría, pero sabía que no debía permitir a los serbios, que aplicaron una defensa muy agresiva y con muchos bloqueos, irse en el marcador.
El tercer cuarto fue determinante. España no recibió ni un gol. Lorrio selló la portería y la Selección se aplicó en defensa, y nadó, nadó mucho. Munarriz hizo el 5-7 en la primera ventada de dos, mientras que Perrone se la guisó y se la comió en un contraataque veloz para hacer el 5-8. Incluso Granados falló un penalti, o mejor dicho, Mitrovic acertó. España cogía la directa al bronce con un Lorrio que hizo hasta cinco paradas.
España se quitó además el complejo del último cuarto. Serbia siguió estrellándose ante la defensa y Lorrio. Ni en igualdad ni en superioridad (hicieron dos de 12 los serbios), ni jugando con sus boyas ni en sus lanzamientos exteriores. Y España administró el tiempo a lomos de un Perrone que, a falta de tres minutos, hizo el 5-9 definitivo. No había tiempo para crueldades, España iba a subirse de nuevo al podio. Una reacción de bronce para un equipo de oro que no celebró porque él siempre piensa en grande.